4:00 PM en Madrid.

Tras una mañana con entrevistas previas a procesos de expatriación y redactando los correspondientes informes y recomendaciones corporativas, mi tarde comienza en la plataforma de Sinews-online de nuevo para una sesión de seguimiento con un empleado de una multinacional del sector Oil & Gas.

Estas sesiones de seguimiento que grandes compañías ponen a disposición de sus empleados tienen el objetivo de ayudarles con el manejo emocional de los procesos de expatriación, su adaptación a una nueva vida y la prevención de problemas o la asistencia cuando estos ya son una realidad. Hoy es Mr. H quien me espera conectado al otro lado de la pantalla y ¡del Océano Índico.!

Mr. H ya está en destino, lleva en él algo más de tres meses, se encuentra en un país asiático y a pesar de que al comienzo su adaptación fue sencilla en las últimas semanas se ha complicado y su estado de ánimo se ha resentido.

Mr. H ha establecido buenas relaciones sociales y se encuentra con su familia en el destino, ellos también se han adaptado sin mayores problemas pero su malestar viene por otra vía, en realidad por dos caminos diferentes.

1) Por un lado, las tareas que realiza no son exactamente las que pensaba que tendría asignadas y, a pesar de que le gustan y las ve como una oportunidad de crecimiento, le consumen mucho más tiempo de lo que esperaba.

2) Por otro, antes de trasladarse tenía algunas expectativas: viajar a lugares cercanos, diferentes actividades familiares, aprendizaje del idioma del país… y debido al proceso de adaptación y al cansancio no tiene tiempo ni energía para poder realizar todas estas actividades.

Todo esto genera en Mr H la sensación de “no estar aprovechando al máximo la experiencia” y de sentirse decepcionado consigo mismo.

Tras años trabajando con expatriados, este problema me resulta familiar, en ocasiones, las personas muy positivas y entusiastas creamos altas expectativas y no es que no se cumplan, sino que no se cumplen en el momento exacto que deseamos. Mr. H y yo reflexionamos sobre la necesidad de tener paciencia consigo mismo y de ser coherente con el momento que está viviendo. Probablemente la imagen que creó en su mente de cómo sería la experiencia no sea errónea, pero tal vez no sea realista para los primeros meses. Tratamos así de trabajar el ser amable consigo mismo y coherente con la situación que está viviendo, asumiendo que llegarán otras fases de su adaptación en las que sus sueños serán más viables.

En muchas ocasiones necesitamos normalizar el malestar. Comprender que todas las emociones tienen una función (por ejemplo, el agotamiento es nuestra señal de que debemos descansar y recuperar energía y el estrés nos avisa de que existen estímulos nuevos y debemos de estar atentos para aprender cómo se comportan y así poder reaccionar). Cuando somos capaces de entender lo que nos ocurre y aceptarlo, podemos empezar a ponérnoslo más fácil, ser compasivos con nosotros mismos y permitirnos vivir lo que toca vivir.

Así, tras repasar juntos las funciones de las emociones y compartir con él algunas estrategias de gestión del malestar terminamos riéndonos de la “presión de hacer, hacer, sonreír y sonreír “que muchas veces nos imponemos y comenzamos a pensar juntos en otras maneras de disfrutar del aprendizaje actual y poner objetivos realistas de actividades para realizar con la familia. En lugar de estar continuamente preocupados por “sacar el máximo y tener que disfrutarlo” podemos simplemente sentir la experiencia día a día.

Como decía al comienzo de mi diario, el mundo laboral más globalizado y diverso en el que nos encontramos es un reto apasionante y una maravillosa fuente para fomentar el aprendizaje y el compromiso.

Como en todo reto necesitamos incorporar en nuestro equipaje las herramientas para afrontarlo, aquí comparto algunas de las que trabajamos en nuestros servicios a empresas en procesos de expatriación, esperamos que te resulten tan útiles como lo han sido para nosotros:

1. La conciencia, la primera y principal. el conocimiento de las dificultades que nos encontraremos por las características del destino, pero también por nuestras características personales.

2. La capacidad de crear significado en cada tarea que hacemos y experiencia que vivimos, ¿por qué es esto importante para ti? ¿qué impacto tiene en tu crecimiento personal? ¿qué impacto tiene en la vida de otros y en la sociedad?

3. La conservación de nuestros hábitos y nuestra identidad, ya que solo estando mejor con nosotros mismos tendremos la mente más clara y abierta para comprender, empatizar y adaptarnos a las diferencias.

4. La normalización y gestión de emociones difíciles como la frustración o la incertidumbre

5. La amplificación de nuestras fortalezas personales, tanto las innatas como las creadas en anteriores experiencias.

Si nos vamos con una maleta lista con recursos para disfrutar y otros para manejar las dificultades, sin duda nuestra experiencia será más fácil y apasionante.

Leticia Martínez Prado
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Leticia Martínez Prado
Psicóloga y Coach
Adultos y parejas
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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