
Desde hace unos meses y debido al COVID-19, el uso de mascarilla es obligatorio siempre que nos encontremos fuera de nuestro hogar. Aunque la mascarilla nos sirve como escudo protector a la hora de comunicarnos con los demás, para no compartir bacterias o virus con otras personas, puede tener algunas consecuencias negativas, como que nuestra voz se vea perjudicada. La mascarilla reduce el volumen de nuestra voz y distorsiona el sonido de las palabras que utilizamos, por lo que nos solemos ver obligados a hablar más alto cuando la estamos utilizando. Este aumento de volumen de la voz continuo puede hacer que las cuerdas vocales se irriten, y, si no realizamos los cuidados necesarios, acabar en afonía o disfonía.
Cuando hablamos de afonía, nos referimos a perder la voz completamente; mientras que la disfonía se refiere a la alteración del timbre, tono o volumen de la misma. Aunque comúnmente algunas personas digan que “están afónicas”, si lo pueden decir y les puedes escuchar, realmente estarían “disfónicas”. Algunos ejemplos de disfonía son la ronquera o la incapacidad de hablar o cantar en un tono al que uno está habituado, y pueden ser secundarios a distintas patologías, como los nódulos.
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