Psiquiatría para personas mayores

¿Está mi padre/madre deprimid@, triste o enferm@?
Puede ser realmente difícil preguntarse si un padre que está perdiendo energía está realmente enfermo, triste o desarrollando una depresión.

Cita OnlineCita en la Clínica

Psiquiatría para personas mayores

¿Está mi padre/madre deprimid@, triste o enferm@?
Puede ser realmente difícil preguntarse si un padre que está perdiendo energía está realmente enfermo, triste o desarrollando una depresión.

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Las personas no se deprimen porque están envejeciendo. Con la edad, uno no puede evitar cansarse más rápido y hacerse más vulnerable. Sin embargo, la edad no es una enfermedad, y no es un fenómeno natural de la edad aislarse y retraerse en uno mismo. Es un gran error pensar que solo porque envejeces, también te vuelves más triste automáticamente. Se trata de cansarse física y mentalmente más rápido porque uno tiene cierta edad.

Es esencial tratar de distinguir, entre las condiciones que pueden tener explicación y aquellas que son inexplicables. No es una señal preocupante, si se cansan naturalmente en relación con su edad. La fatiga puede estar presente y no tiene nada que ver con la depresión. Además, está claro que uno puede sentirse triste y solo cuando pierde un compañero, un viejo amigo o alguien cercano. Muchos familiares conectan erróneamente la pérdida, la tristeza y la depresión. Sin embargo, si la persona mayor se pone triste, introvertida y retraída sin razón aparente, puede ser un signo de depresión.

Es muy importante evaluar todos los aspectos, incluida la salud en general y los medicamentos que toma, ya que hay enfermedades que por sí solas pueden generar cambios en el estado de ánimo y en el comportamiento. Esto sin mencionar que habitualmente las personas mayores toman combinaciones de múltiples medicamentos que pueden cambiar el ánimo y un enlentecimiento general.

Para encontrar un comportamiento anormal podría ser útil recordar cómo solían ser y estar hace unos años. ¿Eran felices con su vida? ¿Hubo algo por lo que pudieran estar felices, o hubo algo que disfrutaron haciendo que hiciera que la vida valiera la pena vivirse? Si experimentas que tu madre o tu padre están muy cambiados, tristes e introvertidos y sin ganas de nada, y tal vez ni siquiera puedan recordar que los hacía felices, entonces pueden tener una cursando con una depresión, especialmente si estos cambios están presentes mañana, tarde y noche.

Los adultos mayores no siempre se deprimen de la manera clásica. Pueden volverse irritables y agresivos o pueden desarrollar paranoia. También pueden preocuparse más por su propia salud y pueden desarrollar características hipocondríacas. Esto no hace parte del proceso normal de envejecimiento, por lo que si no han tenido esos rasgos antes en la vida, tampoco es natural obtenerlos en la vejez. Otros tienen problemas de concentración, que es cuando los familiares comienzan a considerar si se trata de una demencia incipiente. Aquí es importante decidir si se trata de una depresión o una demencia incipiente, porque hay depresiones que son similares a la demencia y viceversa.

Ayuda con prudencia

Puede ser difícil de ver mientras tu madre o padre, entrado en años, no está bien. Sin embargo, si quieres ayudar, debes tener cuidado. Cada uno de los que esté dispuesto a ayudar, debe preguntar respetuosamente cómo se siente la persona mayor: puede intentar preguntar cómo es la vida hoy, a diferencia del pasado. Cómo se sienten acerca de su cuerpo y lo que piensan al respecto. Al mismo tiempo, debe recordarse que una persona deprimida a menudo no tiene idea de su propia enfermedad en absoluto; Por lo tanto, sería difícil llevarlos a obtener la asistencia que necesitan, y se debe proceder con cautela para que no se sientan empujados u obligados a hacer algo que no quieren hacer. Siempre es mejor en términos de buen cumplimiento terapéutico si el paciente acepta obtener asistencia médica en lugar de simplemente llevarlos sin su aprobación.

¿Qué patologías pueden aparecer en los ancianos?

Las personas mayores no son inmunes a la enfermedad mental en razón de su experiencia vital. Pueden arrastrar problemas del pasado o iniciar de pronto con problemas de tipo emocional, conductual o neurocognitivo en la 3ª Edad (senectud).

Las características propias del envejecimiento sin duda influyen en la enfermedad mental del anciano. La mayor fragilidad física, la suma de enfermedades orgánicas, la exposición a un mayor número de medicamentos, la dependencia progresiva y la vivencia más frecuente de pérdidas y duelos son algunas de las causas de mayor vulnerabilidad de esta población. A todo ello, se suman las enfermedades neurodegenerativas que típicamente aparecen en esta franja de edad y que no siempre se manifiestan como problemas de memoria.

A veces, no es sencillo discernir cuál es la causa del cambio observado en la persona anciana, pero es un error atribuirlo simplemente a la vejez. Hace falta un abordaje global del paciente, que sea multidimensional e incluya no solo un repaso de los antecedentes personales médicos y farmacológicos, sino también una evaluación del entorno próximo, una valoración de los cambios vitales recientes y una exploración de las vivencias expresadas tanto por el paciente como por los cuidadores habituales.

Cambios ante los cuales consultar:

Cambios en la personalidad (pérdida del interés, apatía, falta de empatía) cambios en la conducta (más demanda de atención, desinhibición, inquietud, agresividad), síntomas afectivos (tristeza, aislamiento, sentimientos de culpa, de soledad, desesperanza, pérdida de la ilusión por las actividades placenteras, llanto o queja), síntomas psicóticos (delirios hipocondriacos, de perjuicio, de persecución, de ruina, de celos, alucinaciones auditivas o visuales) alteraciones del sueño (insomnio, sueños vividos por la noche con movimientos en la cama).