Seguramente, en más de una ocasión has oído hablar de la importancia de aceptar el sufrimiento como parte natural de la vida y de aprender a convivir con las emociones difíciles. Esta idea, aunque pueda parecer evidente, contrasta con una tendencia bastante extendida, incluso promovida por algunos enfoques terapéuticos, orientada a eliminar o suprimir cualquier forma de malestar, con el objetivo de lograr sentirnos bien en todo momento.
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) parte precisamente de esta premisa y propone un enfoque distinto al de otras corrientes psicológicas: en lugar de tratar de eliminar pensamientos o emociones displacenteras, nos invita a hacerles espacio, reconocerlas y, al mismo tiempo, reconectar con lo que realmente da sentido a nuestra vida.
En este artículo te explicamos en qué consiste ACT, a quién puede ayudar y cuáles son sus principales pasos, con ejemplos que te permitirán identificar si este enfoque puede ser útil para ti.
¿De dónde nace la Terapia de Aceptación y Compromiso?
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), aunque se considera un enfoque terapéutico moderno, comenzó a desarrollarse ya en los años 70. Su origen se encuentra en investigaciones sobre el comportamiento, la cognición y el lenguaje que utilizamos para explicar y dar forma a nuestra experiencia subjetiva.
La ACT tiene como base teórica el modelo del contextualismo funcional, que, aunque pueda sonar complejo, plantea en realidad algo bastante sencillo: lo importante no es solo qué sentimos o pensamos, sino la función que tiene ese pensamiento o emoción en un determinado contexto.
Es decir, no se trata únicamente de observar el contenido de lo que una persona experimenta internamente, sino de comprender la función que eso cumple en su vida, teniendo en cuenta aspectos como lo que le resulta importante, lo que desea conseguir a corto o largo plazo, o aquello de lo que podría estar intentando escapar o protegerse.
ACT es entendida por algunos de sus creadores como una filosofía de vida, ya que promueve una actitud apertura y de compromiso con el proceso vital de cada uno.

¿En qué consiste la Terapia de Aceptación y Compromiso?
Esta introducción nos ayuda a entender en qué consiste ACT (act, en inglés): se trata de una terapia que nos invita a entrar en contacto con nuestra experiencia interna de forma completa, sin huir de aquello que nos genera malestar, miedo o desagrado. A través de este trabajo, se exploran los patrones de comportamiento habituales para preguntarnos si realmente nos están ayudando a construir una vida valiosa, en coherencia con nuestras convicciones, nuestros valores y nuestra forma de ver el mundo. Y si vemos que no es así, el objetivo será encontrar nuevas estrategias o desarrollar herramientas que nos permitan romper esos patrones, incluso si eso implica confrontar nuestro sufrimiento.
Por ejemplo, una persona puede sentir ansiedad cada vez que se expone a una situación social, y ha aprendido a evitarla cancelando planes o manteniéndose siempre en un segundo plano. A corto plazo, eso le genera alivio, pero a largo plazo le aleja de algo que realmente valora: tener vínculos más auténticos y sentirse parte de un grupo. En un proceso de ACT, esa persona no trabajaría para “eliminar la ansiedad” y simplemente evitar el sufrimiento de exponerse socialmente, sino para aprender a relacionarse con ella de otra manera y, aun con ella presente, empezar a acercarse poco a poco a esa vida más plena, que en el fondo desea.
Los pasos fundamentales en la ACT
En ACT, el objetivo es aprender a responder de forma flexible a lo que sentimos y pensamos, en lugar de reaccionar de manera automática. La flexibilidad psicológica implica entonces actuar en función de lo que realmente valoramos, aunque eso conlleve incomodidad o esfuerzo, y no dejarnos llevar por conductas automáticas que solo nos llevan a evitar el malestar a corto plazo.
Aunque no siempre siguen un orden lineal, se han señalado seis pasos del proceso terapéutico de ACT:
1. Tomar distancia de los pensamientos (defusión cognitiva)
ACT no busca eliminar pensamientos negativos, sino ayudar a la persona a no quedar atrapada en ellos. La mente produce pensamientos todo el tiempo, pero no todos merecen la misma atención o nos sirven de la misma manera para dirigirnos a nuestros objetivos.
Ejemplo: Si me repito “soy un desastre”, puedo aprender a notar ese pensamiento como tal, distanciarme de él, reevaluarlo en vez de tomarlo como una certeza absoluta y reconsiderar si es útil para mí sostener ese pensamiento.
2. Hacer espacio para las emociones difíciles
En lugar de evitar o luchar contra emociones desagradables, ACT propone abrirse a ellas y darles espacio, para poder entendernos mejor y poder confrontar situaciones que, aunque nos generan sufrimiento, son relevantes para nuestro desarrollo personal.
Ejemplo: Aunque hablar en un grupo me genere malestar, si en el fondo quiero poder comunicarme abiertamente, tratar de hacer frente a ese malestar me va a hacer sentir mejor a largo plazo.
3. Trabajar en estar presente
ACT invita a conectar con el momento presente, para poder tomar responsabilidad sobre el aquí y el ahora.
Ejemplo: Si estoy en una conversación, pero mi mente está repasando lo que hice mal en el trabajo, es importante identificarlo e intentar reconectar con el momento presente, abriendo un espacio real en tu mente para esa conversación.
4. Entender el yo, la identidad, como contexto
Nuestra identidad no se basa en lo que pensamos o sentimos, ya que estos contenidos cambian constantemente. El “yo” es un contexto en el que se dan numerosos pensamientos y emociones, sin ninguno de ellos tener el poder de definirme de forma permanente.
Ejemplo: A veces pienso que “soy débil”, pero eso no significa que lo sea. Es solo un pensamiento que aparece en ciertos momentos, no una verdad que diga quién soy.

5. Conectar con lo que me importa
Este modelo terapéutico trata de ayudar a construir una vida con sentido propio. Para eso, es clave identificar qué cosas son importantes para cada uno: qué tipo de persona quieres ser, qué relaciones quieres cuidar y cómo te gustaría vivir.
Ejemplo: Si me siento perdido, tengo que pensar en lo que es importante para mí, para saber hacia donde dar mis próximos pasos.
6. Actuar con compromiso hacia mis valores
Finalmente, ACT promueve pasar a la acción. En vez de buscar sentirnos bien para luego poder actuar, empezar a actuar con coherencia a nuestros valores, aunque nos cause incomodidad, nos llevará a sentirnos mejor a largo plazo.
Ejemplo: Si me siento inseguro, pero valoro crecer profesionalmente, puedo enviar ese currículum o apuntarme a un curso, aunque todavía sienta dudas o miedo.
¿A quién puede resultarle útil la Terapia de Aceptación y Compromiso?
ACT se considera un enfoque transdiagnóstico, útil tanto en el tratamiento de cuadros clínicos, como la ansiedad, la depresión, el TOC o dolor crónico, como en casos subclínicos, donde no hay un diagnóstico claro, pero sí un malestar emocional significativo, una falta de motivación o una sensación de vacío o desconexión vital.
En general, creo que este modelo de terapia puede ser útil a cualquier persona que busque mirar hacia dentro, sin juicio, pero con responsabilidad de involucrarse activamente en un camino hacia una vida más consciente y coherente con los valores y deseos propios.

Para finalizar, quiero recalcar que, aunque este modelo de terapia lleve como título la palabra “aceptación”, no hay que confundir este enfoque con una simple resignación, como “aceptar lo que hay y punto”, sino como una mirada honesta y amable hacia nuestros patrones de comportamiento, cómo nos afectan y cómo intervenir cuando no estamos conformes.
Sobre la autora
Emma es psicóloga sanitaria en Sinews. Atiende a adultos y adolescentes que acuden a consulta por problemáticas como ansiedad, depresión, duelo, autoestima, dependencia emocional… Además, es especialista en el tratamiento del trauma. Realiza sus intervenciones desde un enfoque integrador, que incluye una exploración de las relaciones vinculares primarias desde la mirada de la teoría del apego, así como una aproximación al problema desde una perspectiva cognitivo-conductual, empleando técnicas efectivas según la demanda de cada paciente.
Referencias:
Hayes, S. C., Strosahl, K. D., Y Wilson, K. G. (2012). Terapia de aceptación y compromiso: Un tratamiento conductual orientado a los valores (2.ª ed.). Editorial Paidós.
Luciano, C., Y Wilson, K. G. (Eds.). (2008). Terapia de aceptación y compromiso: Un tratamiento conductual centrado en los valores. Editorial Pirámide.
Fotos de: Marcos Paulo Prado, Min An & Matheus Bertelli.
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Psicóloga
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español e inglés