¿Qué es el conflicto entre iguales?

El conflicto entre iguales se refiere al desacuerdo mutuo o a la hostilidad entre grupos de iguales. Se caracteriza por suceder entre iguales con una situación de poder igual o similar dentro del grupo social (amigos). Ocurre ocasionalmente, no es planificado y no implica violencia ni resulta en un daño serio. Los perpetradores en los conflictos no buscan poder ni atención. Sin embargo, el conflicto puede escalar a violencia o agresión física o verbal.

¿Cuál es el papel que juega el conflicto entre iguales en el desarrollo de niños y adolescentes?

Las relaciones entre iguales durante los años de escolaridad y la adolescencia son una parte importante de su desarrollo social y emocional. Los niños y adolescentes escogen habilidades sociales y de comunicación esenciales que ven en sus compañeros hasta el final de la adolescencia y el comienzo de la vida adulta.

El conflicto entre iguales no es necesariamente algo negativo; el desacuerdo y el conflicto son parte natural de la vida, y los niños y adolescentes necesitan desarrollar habilidades para poder resolverlos. Sin embargo, el conflicto entre iguales puede causar un daño importante a nivel emocional y físico y puede llevar a comportamientos agresivos cuando carecen de las habilidades sociales necesarias para afrontar la frustración.

Por tanto, es importante que padres y educadores sean capaz de identificar el conflicto y los comportamientos agresivos y promover técnicas positivas de resolución de conflictos para niños y adolescentes.

Tradicionalmente, muchos adultos han visto los conflictos entre iguales como algo indeseable y han intentado prevenirlos o intervenir. Las recientes teorías e investigaciones al respecto, sin embargo, sugieren que el conflicto entre iguales contribuye al desarrollo. Los educadores están comenzando a centrarse en ayudar a desarrollar estrategias de resolución de conflictos enseñando habilidades sociales específicas que niños y adolescentes pueden poner en práctica en lugar de resolverlos mediante la intervención de un adulto (Ramsey, 1991). Los padres pueden también centrarse en ayudar a que sus hijos desarrollen y adquieran estas estrategias.

Debemos tener presente que el conflicto entre iguales contribuye al desarrollo social y emocional y que representa una forma importante de interacción social. Es a través del conflicto que se desarrollan las habilidades sociales y emocionales necesarias para afrontar dificultades en la vida adulta.

¿Cómo influye la presencia de adultos en los conflictos entre iguales?

La presencia de adultos cambia el contexto de los conflictos entre iguales. Los niños y adolescentes tomar responsabilidad sobre sus interacciones y generan sus propias soluciones con más frecuencia cuando no hay adultos presentes (Laursen & Hartuo, 1989). Los conflictos entre iguales tienden a ser más agresivos cuando los adultos están presentes (Killen & Turiel, 1991). Cuando los adultos proveen soluciones, generalmente lo hacen de una manera equivocada, inconsistente o sesgada en las resoluciones que acaban imponiendo. Tal inconsistencia y sesgo son especialmente recurrentes cuando los padres intentan intervenir en los conflictos de sus propios hijos.

¿Cómo pueden padres y educadores abordar el conflicto entre iguales?

En base a los resultados de las investigaciones sobre el conflicto entre iguales se pueden perfilar algunas implicaciones relevantes para los adultos.

1. Los adultos necesitan ser conscientes de las intenciones de los niños y adolescentes. ¿Es un conflicto que realmente están intentando resolver o es solo un juego verbal? Los adultos deben ayudar a los niños a que expresen con claridad su propio entendimiento sobre el conflicto.

2. La habilidad de los niños para resolver conflictos aumenta a medida que lo hace también su competencia verbal y su capacidad de entender la perspectiva del otro. Si los niños implicados en una disputa son verbales y empáticos, los adultos deben dejarles que traten de resolver la situación por sí mismos.

3. La decisión de intervenir debe hacerse después de observar las razones del conflicto. Los problemas relativos a la posesión o los insultos generan menos discusión que motivos relacionados con hechos o decisiones sobre el juego.

4. Los niños que se explican sus acciones unos a otros son más propensos a crear sus propias soluciones. En conflictos caracterizados por estrategias físicas y oposiciones verbales, los adultos deben ayudar a verbalizar y expresar sus puntos de vista.

5. Los adultos deben notar si los niños estaban jugando previamente al conflicto. Las interacciones precias y las relaciones de amistad les motivan a resolver sus disputas por sí mismos.

6. Los adultos pueden reducir la frustración del conflicto constante que sucede en situaciones de juego o aprendizaje haciendo de los entornos más accesibles y suministrando una amplia variedad de materiales para compartir.

7. Los niños frecuentemente dependen de los adultos a quienes normalmente les encanta ofrecer una solución “justa”. Los adultos deben dar a los niños y adolescentes tiempo para que desarrollen sus propias soluciones, así como permitir la opción de negociar, cambiar de actividad, dejar de lado el problema o crear nuevas reglas.

8. Muchos conflictos no implican agresión y muchas veces los niños y adolescentes son capaces de resolver sus propias disputas. Los adultos deben orientarlos de una manera adecuada y dejar que sean ellos quienes manejen sus propios conflictos.

Fuentes

Wheeler, Edyth J.: Peer Conflicts in the Classroom. ERIC Digest. 1994

Kathleen Sidorowicz, B.A. and Elizabeth C. Hair, PhD: ASSESSING PEER CONFLICT AND AGGRESSIVE BEHAVIORS: A GUIDE FOR OUT-OF-SCHOOL TIME PROGRAM PRACTITIONERS. Child Trends, October 2009.

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