Por qué la salud psicológica también es comunitaria?

¿Por qué la salud psicológica también es comunitaria?

Cuando una persona está sufriendo y se le anima a hablar con un psicólogo, es frecuente pensar que ella es la única que necesitará cambiar su forma de comportarse y relacionarse con el entorno. Es lógico tener este planteamiento, pues es el resultado de lo que llamamos “sesgos cognitivos”, procesos mediante los cuales las personas buscamos simplificar la ingente cantidad de información con la que trabajamos para ordenarla y encontrar patrones. Al hacer esto, creamos “atajos” que, si bien no son del todo fieles a la realidad, nos ayudan a crear explicaciones y tomar decisiones. De esta manera, cuando observamos a una persona que lo pasa mal, es fácil observar comportamientos que nos llaman la atención y deducir que ellos son la fuente del problema y no el resultado de complejas cadenas de eventos. Sin embargo, en este artículo vamos a profundizar en los motivos por los que este planteamiento tiende a quedarse corto.

Para ir entrando en materia, veamos la definición oficial de la OMS de salud: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. De esta forma, se resalta la importancia del contexto. Por ende, cuando un individuo presenta ciertos comportamientos, vulnerabilidades o dificultades estos siempre van en paralelo a la realidad social de su entorno.

El trabajo en terapia

En terapia trabajamos con el individuo y, debido a los sesgos arriba mencionados, es fácil actuar como si él fuera la única fuente de problemas y soluciones. Sin embargo, buena parte de los esfuerzos en terapia se dirigen a trabajar la forma en que la interpreta la realidad y se relaciona con su entorno, empoderándole, cuando es necesario, para aprender a navegar situaciones sociales. No podemos olvidar que la asertividad es, a la hora de poner límites, un pilar fundamental en el proceso terapéutico de numerosos usuarios de servicios de salud mental.

En muchas ocasiones, también es decisivo hacer un importante trabajo de educación y concienciación del entorno de la persona. Esto tiene sentido si tenemos en cuenta que es habitual que las personas de su entorno pueden tener un papel activo en el mantenimiento de las situaciones que están perpetuando el problema. Como consecuencia, el proceso terapéutico puede llegar a ser todo un reto tanto para el individuo como para su entorno, pues no siempre es fácil encontrar culpables y soluciones rápidas.

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En el entorno familiar

En el ámbito familiar podemos encontrar diferencias intergeneracionales, fruto de imaginarios colectivos y pautas de socialización diversas. A pesar de las mejores intenciones por parte de los padres, es frecuente que los planes y objetivos familiares no estén alineados con las necesidades y retos a los que realmente se enfrentan los hijos en ese momento. Esto, sin darnos cuenta, puede dar lugar a sobreexigencia, perfeccionismo y baja autoestima, entre otros.

También cabría contemplar los casos en los que uno de los progenitores recibe una carga desproporcionada sobre los cuidados, por ejemplo, responsabilidades tales como las tareas del hogar, el mantenimiento económico de la unidad familiar o sostener emocionalmente a los hijos. En estas situaciones, si bien es importante hacer por mantener el equilibrio, no siempre se consigue debido a una carga excesiva.

Población extranjera

A mi despacho llega mucha gente que se ha trasladado desde otros países. La mayoría me cuenta que está contenta con la decisión, pues viene a España por motivos laborales o académicos. Sin embargo, por mucho que estas personas hayan tomado la decisión consciente de venir aquí, es inevitable que una mudanza de tal calibre también conlleve una pérdida de apoyo social. Esta es una consecuencia previsible al haber dejado atrás a la mayor parte de las personas que formaban su red de apoyo. Si, además, su país de origen tiene una notable diferencia horaria con el actual, no solo pierden la posibilidad de ver en persona a su gente más allegada, sino que incluso las comunicaciones telemáticas adquieren una dificultad adicional, pues cuadrar horarios se vuelve más difícil que nunca. Hay momentos en los que, incluso si se consigue encontrar un hueco para hablar, la diferencia horaria hace que una persona esté lista para, por ejemplo, relajarse en el sofá y la otra tenga que estar pendiente de las tareas que le quedan por completar ese día.

Un cambio de país también viene, inevitablemente, con nuevas costumbres y normas sociales que es indispensable aprender e interiorizar sobre la marcha. Este proceso es muy enriquecedor, pues acaban ampliando horizontes, descubriendo maneras completamente diferentes de vivir y relacionarse. Con todo eso, y aunque el balance sea positivo, también puede ser una importante fuente de inestabilidad añadida a la que hay que prestar atención.

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Estrés de Minoría

Otra área en la que se puede observar la importancia del apoyo comunitario es el caso de las minorías que presentan rasgos, contextos y problemáticas distintivas respecto a lo normativo. Son muchas las veces en las que esto conlleva consecuencias críticas pueden deteriorar la salud psicológica de los individuos, tal y como explica Meyer con su teoría sobre el “estrés de minoría”. Este enfoque es aplicable a colectivos tales como personas LGTBIQ+, de etnias diversas o de condiciones que se alejen de la neurotipicidad, como el autismo, el déficit de atención o las altas capacidades. Para estas personas, no siempre es fácil encontrar un entorno en el que poder cubrir sus necesidades y sentirse acogidas. Es por esto, que buena parte del trabajo que se hace en terapia consiste en que la persona busque crear lazos con personas parecidas a ella, así como educar a su entorno sobre la manera en que su estatus de minoría está afectando a su bienestar.

Actividades y espacios físicos

La comunidad, los lugares que habitamos y nuestro bienestar interno se encuentran íntimamente ligados. Cuando en terapia se anima a la persona a cultivar hobbies, es importante aclarar que la relevancia de los mismos va más allá de la necesidad de realizar actividades agradables que nos den sensación de plenitud y energía. Los hobbies también son una manera muy sana de crear vínculos con otras personas afines a nosotros.

Las relaciones humanas son necesarias. Es indudable que las personas necesitamos frecuentar espacios en los que relacionarnos de manera sana. En este sentido, cabe destacar la necesidad de que existan entornos en los que el consumo de alcohol u otras sustancias no sean centrales en la interacción, pues se corre el riesgo de que sea difícil el disfrute de dichos espacios para personas que tengan problemas de adicción. Esto es una queja frecuente de hombres gays que no se sienten cómodos socializando en bares de ambiente, pues aunque disfrutan de la compañía de sus amigos y conocidos, la alta disponibilidad de alcohol en estos entornos acaba siendo un importante quebradero de cabeza.

Otro requisito del espacio es la importancia de que haya acomodaciones que permitan la presencia de personas discapacitadas. Estas adaptaciones, como la regulación de los niveles de ruido o la presencia de ascensores e indicaciones claras, realmente benefician a todo el mundo, siendo éste un ejemplo claro de cómo la inclusión de una minoría es beneficiosa para el grupo entero.

Por último, me gustaría poner en valor la creciente importancia que tienen los espacios virtuales para mucha gente, pues llegan a funcionar como puntos de encuentro para individuos con características compartidas. Además, hay poblaciones, como es el caso de las personas autistas, que se benefician especialmente de la existencia de entornos virtuales en los que tienen menos dificultad para interactuar.

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Co-regulación

Se habla mucho de la autorregulación emocional como un pilar fundamental del bienestar psicológico y, efectivamente, lo es. Otro tipo de regulación de la que no se habla tanto es la co-regulación. Los seres humanos tenemos una increíble capacidad para detectar expresiones emocionales en los otros y, con una comunicación efectiva, somos capaces de entender las necesidades emocionales del resto. Por tanto, podemos modular tanto nuestras emociones como las de las personas de nuestro entorno, ya sea para activarnos como para calmarnos.

Este increíble recurso tiende a subestimarse, pero es muy valioso siempre que se dé entre personas que se tratan como iguales y que tienen una buena comunicación sobre sus necesidades y límites.

Entonces, ¿no soy responsable de mi propio bienestar?

Sí y no. Pero sí. Depende. Eres responsable de hacer una evaluación realista de tu situación y de comprometerte a cambiar lo que esté en tu mano, pero también es primordial entender que somos seres sociales que dependemos los unos de los otros y, por tanto, tu bienestar y el de quienes te rodean siempre han estado y estarán íntimamente interrelacionados.

Sobre el autor

Jorge Jiménez Castillo es psicólogo en SINEWS, donde ejerce en inglés y español. Trabaja a diario con población local e internacional y tiene un largo historial estudiando la realidad del colectivo LGTBIQ+ dentro y fuera de la clínica. Trabaja desde un enfoque cognitivo-conductual con intervenciones basadas en la evidencia y considera que para dar una atención psicológica de calidad hay que conocer las desigualdades que atraviesan a los usuarios y explorar cómo interseccionan entre ellas.

Jorge Jiménez Castillo
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Jorge Jiménez Castillo
Psicólogo
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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¿Qué es el estrés de minoría y cómo afecta a las personas LGTB+?

¿Qué es el estrés de minoría y cómo afecta a las personas LGTB+?

Para combatir desigualdades es esencial construir enfoques científicos en torno a los derechos humanos. Así, más allá de la existencia de leyes que velen por los intereses de las comunidades desfavorecidas, los investigadores y profesionales de la salud deben ser conscientes del impacto que su trabajo tiene sobre dichas comunidades y hacer lo que esté en su mano por fomentar la igualdad. Si bien puede haber diferentes opiniones sobre cómo apoyar a grupos en situación de desigualdad – por ejemplo, London (2008) defiende la importancia de dar voz a aquellas personas a las que se quiere ayudar para evitar caer en paternalismos – considero que, sea cual sea la perspectiva que adoptemos, es imprescindible conocer la realidad de los colectivos cuyos derechos queremos preservar, por lo que he decidido hablar aquí de la relación entre las condiciones de las minorías sexuales y el efecto que tienen en su bienestar psicológico.

Discriminación, estrés y bienestar psicológico

En España, el último informe realizado por el Ministerio del Interior (2021) sobre los delitos de odio refleja que en 2021 se registraron 530 delitos de odio motivados por homofobia y transfobia. Las agresiones y los incidentes de discurso de odio motivados por la orientación sexual o identidad de género de la víctima han ido en aumento en los últimos años y componen el 25,86% de todos los delitos de odio registrados en España en 2021.

Las minorías sexuales, es decir, las personas no heterosexuales, sufren discriminación en todos los países del mundo y enfrentarse frecuentemente a un entorno social desfavorable puede facilitar la aparición de estrés (Saavedra & Robles, 2016).

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Además, aunque un entorno social adverso conlleva un aumento del estrés para todas las personas (Dohrenwend, 2000) las discriminación que sufren las minorías tiene unas características concretas. Así, con el objetivo de distinguir el estrés específico que solo experimentan las minorías (ya sean raciales, sexuales o de cualquier otro tipo) y basándose en varios trabajos de psicología social y sociología, el psiquiatra Ilan Meyer (1995, 2003) desarrolló el modelo de estrés de minoría según el cual las minorías están expuestas a determinados estresores (estresores de minoría) solo por el hecho de pertenecer a un grupo discriminado.

Para Meyer (2003), el estrés de minoría se caracteriza por ser:

  • Único: es diferente al resto de estresores a los que personas no estigmatizadas están expuestas.
  • De origen social: se origina en estructuras sociales, procesos e instituciones sobre las que el individuo afectado no tiene control.
  • Crónico: está ligado a estructuras sociales relativamente estables en el tiempo.

Los estresores de minoría que Meyer (1995, 2003) considera específicos de las minorías sexuales son: la homofobia interiorizada, las experiencias de discriminación o violencia, el estigma percibido y la ocultación de la orientación sexual.

El estigma percibido consiste en las expectativas que se tienen de sufrir rechazo y discriminación, las cuales facilitan la aparición de sensaciones de alienación y miedo respecto a la sociedad, así como de una alta vigilancia tanto del entorno como del propio comportamiento, lo cual requiere una gran cantidad de energía (Allport, 1954; Cohen et al., 1986). Entonces, las minorías sexuales se enfrentan tanto a estresores puntuales (experiencias de violencia) como a otros que pueden más sutiles y persistentes (estigma percibido).

Hay una asociación causal y robusta entre la presencia de estrés y la aparición de episodios de Depresión Mayor, respaldada por una gran cantidad de investigaciones sobre el efecto que sobre la salud tienen tanto los eventos vitales estresantes (Hammen, 2005; Mazure, 1998) como los estresores continuos y repetitivos, los cuales pueden tener un efecto acumulativo (Juster, McEwen & Lupien, 2010) que puede llegar a ser tan dañino como los picos de estrés producidos por eventos vitales especialmente estresantes (Rojo-Moreno, Livianos-Aldana, Cervera-Martinez, Dominguez-Carabantes & Reig-Cebrian, 2002).

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Para entender las consecuencias a largo plazo de la discriminación, Pearlin y colaboradores (1997, 2005) acuñan del concepto de “proliferación del estrés”, el cual hace referencia a un encadenamiento causal de estresores. Este modelo asume que, incluso después de que los efectos directos de un estresor puedan haber desaparecido, la exposición a dicho estresor puede haber favorecido la aparición de nuevos estresores que no desaparecen a la vez que el estresor inicial. En la misma línea, Hatzenbuehler (2009) afirma que los mayores niveles de estrés a los que las minorías sexuales están expuestas como consecuencia del estigma favorecen la aparición de problemas interpersonales, desregulación emocional y procesos cognitivos disfuncionales. A su vez, estos problemas y procesos median en la relación entre el estrés de minoría y la aparición de psicopatología. De esta forma, la exposición a estresores relacionados con la discriminación no solo favorece que aparezcan nuevos estresores, sino que puede afectar a la manera en que la persona afronta dichos estresores.

Protección frente al estrés de minoría

Autores como Savin-Williams (2008) han reprochado que la perspectiva del estrés de minoría ha llevado a algunos investigadores a centrarse excesivamente en la discriminación que sufren los grupos estigmatizados y a ignorar los mecanismos de afrontamiento y apoyo social de los que la minorías disponen. Así, aunque las personas con una orientación sexual no normativa experimentan mayores niveles de estrés y eso puede traducirse en un aumento significativo de malestar psicológico que experimentan, también es posible que el impacto del estrés de minoría se vea atenuado por factores protectores, como una sólida identidad de grupo (Schmitt, Branscombe, Postmes & Garcia, 2014), el afrontamiento de minoría (del cual hablaré en el siguiente párrafo) o, incluso, que en aquellas personas expuestas a niveles relativamente bajos de estrés de minoría la exposición continuada al estrés reduzca la probabilidad de que un evento traumático desencadene una depresión mayor (Cairney, Boyle, Offord & Racine 2003). Además, identificarse como parte de una minoría puede influir en el efecto de nuevos estresores dependiendo de la relación que la persona tenga con esa parte de su idendidad y del nivel de integración que esta identidad tiene con el resto de identidades de la persona (Thoits, 2013).

Jones (1984) estudió el “afrontamiento de minoría” (minority coping), que es la habilidad de las minorías de crear estructuras empoderantes que ayuden a combatir el estigma que sufren. Los recursos que una minoría tiene para lidiar con la discriminación pueden clasificarse en individuales y grupales, aunque la diferencia entre ambos no esté claramente delimitada. Los recursos individuales son, por ejemplo, aquellos que dependen de la personalidad de un individuo, y los grupales son aquellos que actúan a niveles sociales.

La afiliación entre personas de una minoría:

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  • Posibilita el acceso a ambientes sociales en los que no hay prejuicios contra ellos por pertenecer a esta minoría y donde, por lo tanto, no hay exposición a estresores que sí existen en otros ambientes.
  • Acceso a apoyo frente a los prejuicios que hay contra el grupo estigmatizado.
  • Individuos con una fuerte identidad de grupo tienden a evaluarse a sí mismos comparándose con personas de su mismo grupo en lugar de compararse con personas de la cultura dominante (Pettigrew, 1967).
  • Ser parte de un grupo puede facilitar la reevaluación de la situación estresante, reduciendo su efecto nocivo sobre el bienestar psicológico del individuo. Así, el grupo valida la experiencias y sentimientos de las personas pertenecientes al grupo estigmatizado. De hecho, esta reevaluación es la piedra angular de las terapias psicológicas que buscan empoderar a quienes pertenecen a grupos discriminados.

Sobre el autor

Jorge Jiménez Castillo es psicólogo en SINEWS, donde ejerce en inglés y español. Trabaja a diario con población local e internacional y tiene un largo historial estudiando la realidad del colectivo LGTBIQ+ dentro y fuera de la clínica. Trabaja desde un enfoque cognitivo-conductual con intervenciones basadas en la evidencia y considera que para dar una atención psicológica de calidad hay que conocer las desigualdades que atraviesan a los usuarios y explorar cómo interseccionan entre ellas.

Jorge Jiménez Castillo
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Jorge Jiménez Castillo
Psicólogo
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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