Conflicto en pareja: escucharse permaneciendo conectados

Conflicto en pareja: escucharse permaneciendo conectados

El conflicto en la pareja es tanto necesario como inevitable. Si no hay conflicto quizá uno u ambos no esté mostrando su parecer. Entrar en conflicto puede señalar que todavía hay esperanza de encontrar un entendimiento, que se pueden hallar soluciones mediante el habla y que merece la pena luchar por la pareja. 

El conflicto, si está cargado de negatividad, puede tornarse en algo molesto que se prefiere evitar. Las discusiones se quedan a mitad de camino. La resolución se queda como un horizonte inalcanzable. Uno termina peor que antes de entrar al conflicto. Aunque no se quiera, los miembros de la pareja salen dañados y con una confianza mermada. Reina la incomprensión.

El motivo del conflicto se decide aparcar o, por el contrario, se insiste en ello de forma sistemática sin llegar a un resultado diferente. Si no hay un cambio en la estrategia de comunicación, esto llevará al desgaste de la pareja; aumentará las posturas defensivas, la crítica, el desdén y el trato de silencio (los denominados cuatro jinetes del apocalipsis por Gottman; Lisitsa, 2013). 

Si tienes un conflicto saturado de negatividad, quizá te preguntes cómo puedes llegar a conectar con tu pareja en momentos así. ¿Cómo puedes siquiera pensar en decirle algo positivo o intentar estar disponible emocionalmente para tu pareja en un momento de discusión fuerte? Aunque suene imposible, hay estrategias que pueden ayudar a conseguirlo.  Veamos algunas de ellas. Los puntos 5 y 6 son tomados del Diálogo Imago (Hendrix, 2007). 

  • Detente. Para un momento y analiza la situación: ¿estás a la defensiva? ¿te denotas muy enfadado/a o irascible? ¿tienes la disposición a escuchar a tu pareja? ¿Estás calmado/a u agitado/a? ¿Respiras más deprisa, sientes tu corazón latiendo más rápido? ¿Estás disponible y dispuesto a hablar o sientes un gran deseo/impulso de retirarte de la situación? Dependiendo de la intensidad del conflicto y la estrategia de afrontamiento, algunas personas pueden entrar en lo que se denomina un estado de inundación emocional (estar sobrepasado por las emociones y las respuestas fisiológicas) lo cual lleva a alterarles mientras que otras responden a esa inundación (o antes de llegar ese punto) con desactivación (Manes, 2013). La desactivación suele conllevar una retirada (ya sea física, emocional o una combinación de ambas). Las primeras personas corresponderían a las que persiguen (es decir, que buscan la resolución activamente), las segundas a las que se retiran para protegerse (Thurman, 2019). 
  • ¿Cuál es tu punto de partida? Acorde a la terapia focalizada en la compasión (Gilbert, 2014) contamos con tres sistemas motivacionales, cada uno con su función adaptativa, regiones del cerebro y hormonas asociadas. 
    1. Está el sistema de amenaza que se activa cuando algo nos alerta de un posible peligro (presente o futuro/ anticipado). Este sistema busca protegernos y encontrar seguridad; conlleva diferentes estilos de afrontamiento (luchar, huir, quedarse congelado entre otros). Cuando este sistema se activa experimentamos emociones como el enfado, la ansiedad, el disgusto o la vergüenza. Puede conllevar actitudes o comportamientos agresivos (no necesariamente físicos, aunque también), de evitación (querer evadir el malestar generado, una huida) o de sometimiento (ceder ante la presión). Dentro de un conflicto lo podrás identificar si te encuentras alterado/a, enfadado/a, atacado/a o temeroso/a. Cuando este sistema motivacional está activado, tu capacidad para tomar decisiones meditadas y razonadas está reducida porque la parte del cerebro al cargo de esas funciones (córtex prefrontal) no está tan activa. La parte del cerebro que se activa más son la amígdala y el eje HPA. Las hormonas involucradas son los asociados al mecanismo de la respuesta de ataque/defensa y que ayuda a movilizar el organismo: la adrenalina (y en el estrés, el cortisol). 
    2. El segundo sistema es el de accionamiento. Su función es impulsarnos a logros y motivarnos a buscar/ encontrar recursos y obtener recompensa por ello. Está detrás del desear, de la búsqueda, la aspiración y el esfuerzo. Este sistema es el que te hace levantarte por la mañana a conseguir tus objetivos a corto, medio y largo plazo. Es el que te hace perseguir aquello que te importa, el que está detrás de tu formación y conocimiento. Dentro del conflicto de pareja, este sistema es el buscador de soluciones y el aplicador de estrategias. Muchas veces responde al sistema amenazante para reducir el malestar que genera. No necesariamente se involucra el córtex prefrontal. En este sistema impera el circuito de recompensa (en el cual se destaca el Núcleo Accumbens). La dopamina- el neurotransmisor que transmite recompensa- está involucrado. Si pasamos del sistema alarmante al de accionamiento puede dar lugar a respuestas precipitadas, sin premeditación y -sobre todo- reactivas. Soluciones rápidas, por defecto, familiares y conocidas que no siempre conllevan la resolución deseada. 
    3. El tercer sistema es el calmante. Su función es el cuidado y autocuidado. También la amabilidad con otros y con uno mismo. Este sistema se puede activar cuando el organismo ha logrado bajar el exceso de activación -muchas veces a consecuencia del sistema alarmante- y es capaz de escucharse y escuchar a los demás. Lo denotarás activo cuando te veas dando -y estés abierto a- recibir afecto, cuando vincules con los demás y contigo mismo y sea aparente una naturaleza de cuidado (ajeno y propio). En este sistema, el córtex prefrontal está más involucrado. Al estar el organismo más calmado, las decisiones tomadas son más proactivas que reactivas. Lleva a sentimientos como la tranquilidad, contentamiento y bienestar. La oxitocina, la denominada hormona del amor (Watson, 2021), está involucrada. Este tercer sistema no siempre es el más desarrollado, pero es tan necesario como los otros sistemas. 

Ahora que conoces los tres sistemas motivacionales… ¿en cuál te encuentras? ¿qué ¿qué necesitas para cambiar al sistema calmante? Quizá necesitas pedirle a tu pareja que precisas de un momento para bajar los humos, quizá necesites una muestra de afecto, saber que tu pareja está ahí. Quizá necesites un tiempo para procesar lo que estáis comentando. Si pides un tiempo, asegura de fijar un tiempo no superior a 24 horas para retomar el tema. 

  • ¿Qué lenguaje estás utilizando? Analiza si tu tono es acusatorio o conciliador, si tus mensajes parten desde el ‘yo’ (hablar desde cómo te está afectando la situación) o desde el ‘tú’ (hablar de las acciones o comportamientos de tu pareja), si tu lenguaje parte de generalizaciones (siempre, nunca) o de ejemplos concretos, si estás hablando de momentos actuales/ recientes o estás trayendo incidentes supuestamente ya comentados (aunque todavía duelan), si estás poniendo palabras en la boca de tu pareja o si hablas desde tu propia experiencia. 
  • Intenta ponerte en la piel de tu pareja: ¿qué partes de lo que está diciendo tienen sentido? Aunque no estés de acuerdo, ¿entiendes qué le lleva a tu pareja a actuar así? ¿entiendes por qué lo que estáis comentando es importante para él/ella? Poder estar de acuerdo en poder estar en desacuerdo es algo muy sano en una relación. Mostrarle a tu pareja que entiendes su punto de vista (reconociendo que algo tiene sentido dentro de lo que está diciendo) puede ayudar a bajar las defensas. 
  • Intenta ver la emoción subyacente. ¿Cómo crees que se está sintiendo tu pareja? ¿De qué forma le está impactando el tema que estáis comentando? ¿De qué forma crees que tu actitud, palabras y/o acciones la afectan? Nuevamente, aunque no suponga un cambio de visión sobre quién tenga razón o culpa, esto te permite conectar con tu pareja. Si tu pareja se siente escuchada y entendida, puede estar más receptivo/a. 
  • Haz intentos de reparación (Brittle, 2014). Se pueden entender como mini puentes que reducen la negatividad experimentada durante el conflicto. Aunque algunos de los intentos de reparación hayan sido nombrados en los puntos anteriores, incluyen -adicionalmente- pedir disculpas (asumir responsabilidad por una reacción fuera de lugar, por un malentendido), hacer comentarios positivos sobre tu pareja (destaca sus cualidades positivas, comenta las cosas que aprecias de tu pareja o por las cuales estás agradecido). 

Cuando entráis en un conflicto es posible que toquéis la fibra sensible -vulnerabilidad- de vuestra pareja. Una posición rígida no necesariamente tiene que tener un significado de egocentrismo o cabezonería por amor al arte. Algunas veces puede tener que ver más con sentirse expuesto, ignorante, insuficiente, incapaz… De ahí que sea comprensible que uno elija una postura a la defensiva. Se defiende aquello que resulta doloroso de traer a la superficie.

Quizá la vulnerabilidad tenga connotaciones negativas para ti: puede que la veas innecesaria, algo que muestra debilidad, algo incontrolable porque no sabes predecir el impacto emocional que va a tener en ti, algo que puede ser utilizado como artillería en contra tuya, algo que pondrá en riesgo cómo tu pareja te ve y su deseo de continuar contigo…

Hay vulnerabilidades específicas en el ámbito de la pareja que no se encuentran en otro tipo de relaciones. Estas vulnerabilidades específicas algunas veces se encuadran dentro de las necesidades de sintonizar con tu pareja y la necesidad de autonomía. Estas necesidades son las que se entienden como necesidades de apego. Las necesidades de apego primero son orientadas a nuestros padres/cuidadores y luego se extrapolan a nuestra pareja.

Dependiendo de cómo fueron respondidas tus peticiones y necesidades de apego (conexión y autonomía) en tu familia de origen te sentirás con mayor o menor comodidad expresando la necesidad de conexión y/o autonomía con tu pareja. Es por eso que, el tipo de conflicto que tengáis algunas veces encontrará una gran reducción de negatividad si las necesidades de apego son tenidas en cuenta. Aunque no estéis de acuerdo, y habrá muchas cosas en las cuales no lo estaréis, si estáis de acuerdo en no sacrificar las necesidades de apego seréis una pareja más unida y resiliente a cambios, retos e incluso crisis. 

Artículo escrito por Daniel Van de Poll, psicólogo en Sinew MTI, si quieres agendar una cita de terapia online para pareja o individual puedes hacer click aquí.

Referencias:

Brittle, Z. (2014). R is for repair. The Gottman Institute Blog. https://www.gottman.com/blog/r-is-for-repair/ 

Gilbert, P. (2014). Terapia centrada en la compasión: características distintivas. Editorial Desclée de Brouwer. 

Hendrix, H. (2007). Getting the love you want. Henry Holt & Co. 

Lisitsa, E. (2013). The four horsemen: criticism, contempt, defensiveness and stonewalling. The Gottman Institute Blog. https://www.gottman.com/blog/the-four-horsemen-recognizing-criticism-contempt-defensiveness-and-stonewalling/ 

Manes, S. (2013). Making sure emotional flooding does not capsize your relationship. The Gottman Institute Blog. https://www.gottman.com/blog/making-sure-emotional-flooding-doesnt-capsize-your-relationship/ 

Thurman, D. (2019). Breaking relational conflict. The EFT Clinic blog https://theeftclinic.com/eftblog/2019/3/6/breaking-relational-conflict 

Watson, S. (2021). Oxytocin: the love hormone. Harvard Health Publishing. https://www.health.harvard.edu/mind-and-mood/oxytocin-the-love-hormone 


SOS cuando recurrir a terapia de parejas

S.O.S. ¿Cuándo acudir a terapia de pareja?

“Hemos intentado de todo”. “Si mi pareja tan sólo cambiase”. “No confío en mi pareja”. “Estamos saturados”. “Casi no tenemos intimidad emocional”. “Estoy insatisfecho sexualmente”. ¿Alguna de estas afirmaciones resuena con tu situación o con cómo te sientes? 

Quizá te preguntes si la terapia de pareja puede suponer una diferencia en estos temas tan delicados y complejos. Aunque haya cosas en vuestra situación de pareja que sean difícilmente cambiables, el tipo de afrontamiento a las diferentes dificultades es algo que sí se puede trabajar.  Si sólo te acuerdas de una frase de todo este artículo, que pueda ser la siguiente: Ir a terapia de pareja puede reducir el porcentaje de negatividad que experimentáis en vuestra convivencia.

Si consideráis que hay más negatividad que interacciones positivas en la pareja eso puede ser un momento de pausar y considerar un enfoque distinto. La ratio mágica de John Gottman -en base a años de investigación- establece que un matrimonio feliz (véase también pareja feliz) utiliza 5 interacciones positivas por cada interacción negativa, es decir una ratio de 5:1 (Benson, 2017). Esta ratio es especialmente relevante considerando los cambios que hemos experimentado como sociedad. La denominada pareja digital actual da mucha importancia y considera primordiales las emociones y sentimientos vividos en la relación (Requena y Ayuso, 2022). 

Según Bonior (2017) las siguientes situaciones serían señales que indicarían la necesidad terapia de pareja: que la confianza se haya roto, que las discusiones se estén volviendo más frecuentes, que la comunicación sea pobre, que algo se perciba como negativo en la pareja (aunque no se sepa el qué), que quieras comunicarle algo a tu pareja pero no sepas cómo, que uno u ambos no gestione/n bien los conflictos, que hayáis atravesado algo devastador que ha cambiado vuestra forma de conectar, que os encontréis estancados en patrones negativos, que experimentéis falta o desaparición de la intimidad emocional y que tengáis problemas en la intimidad sexual. 

¿Quiénes asisten a terapia de pareja? Según Ceberio y Maresma (2022) hay parejas que vienen para abordar crisis repetidas, otras que vienen con discusiones/ interacciones problemáticas cada vez más frecuentes y por último parejas que vienen con un deseo de prevenir problemáticas futuras (que tienen sólo unos pocos desajustes actuales).

Me permito una metáfora para comentar el conflicto en la pareja con los diferentes componentes que hacen funcionar a un ordenador. Creo que en nuestro “hardware” tenemos los ingredientes necesarios para saber relacionarnos y gestionar el conflicto. Hay experiencias vitales que pueden afectar el hardware en mayor o menor medida, pero el reconocimiento de áreas de vulnerabilidad puede restaurar su función. Lo que no siempre funciona, es el software utilizado. Aunque compatible con el hardware, es posible que sea más un obstáculo que un facilitador. Es posible que vuestros propios intentos de resolución no conlleven el resultado esperado. En estos casos, los intentos de resolución del problema se convierten en un problema en sí mismos. Desaprender estrategias que no os hayan funcionado y consolidar otras más efectivas es algo que se trabaja en terapia de pareja. 

Aunque cada miembro de la pareja tenga su propia versión del problema y pueda tener mayor o menor idea de qué le gustaría ver distinto en el comportamiento u actitud de su pareja no deja de partir de un supuesto. En la terapia familiar y de pareja las interacciones no se ven de forma lineal, es decir con una causa y un efecto determinado. Se ven más bien de forma circular: una danza con una serie de reglas de juego que mantienen una interacción problemática. Los supuestos de culpabilidad y dónde reside el problema pueden convertirse en una pauta problemática en sí misma. Si os encontráis estancados en posicionamientos incompatibles que parecen irreconciliables, nuevamente, puede ser un buen momento de pedir cita con un terapeuta de pareja. 

Si sois una pareja mixta, una pareja a distancia, una familia reconstituida o si estáis pasando por momentos de transición y mucho cambio (p. ej. La pandemia por el COVID-19): el propio contexto en el cual os encontráis supone que tenéis que lidiar con dificultades y retos adicionales. Algunas veces una pareja viene a terapia cuando las estrategias que han venido funcionando durante un tiempo no son igual de efectivas con los cambios y/o las exigencias particulares que la pareja tiene que afrontar. 

El desamor es otro tema que- aunque pueda ser más sutil- también merece atención. Quizá se pueda volver a encender la llama (aunque algunas veces ya no se pueda reiniciar), encontrar formas de conciliar diferencias (llegando a celebrar algunas diferencias en vez de verlas como obstáculos) y cambiar las reglas de juego con el fin de aumentar la satisfacción relacional. La terapia de pareja también puede ser un espacio para realizar un recontrato (Ceberio y Maresma, 2022) para parejas que ya llevan juntas mucho tiempo. 

Si por otro lado no sabéis cómo seguir y os encontráis estancados, la terapia de pareja os puede ayudar a dar sentido a vuestras necesidades, deseos y sueños y ver si podéis ser esa persona que acompaña a la otra o, por el contrario, que vuestras vidas tomen direcciones diferentes y separadas. 

La terapia de pareja es cuestión de dos. Aunque puedas conseguir un gran trabajo en formato individual y que tus cambios tengan un cierto impacto en tu pareja, la pareja es más que la suma de sus partes. Si la dinámica de pareja es como un baile, ambos integrantes tienen que aprender no sólo los movimientos necesarios, sino que tendrán que coordinarse y acompasarse. Puede pasar que una de las integrantes de la pareja sea la que desea venir, con la resistencia del/ de la segundo/a. ¿Cómo lograr que se anime tu pareja a acompañarte?

  1. Escoge un buen momento y un entorno seguro (Ratowski, 2022). Sugerir acudir a terapia de pareja en medio de una discusión acalorada posiblemente no sea la mejor idea. Postpón la conversación a un momento de apertura por parte de tu pareja. Parte de escoger un buen momento también es preparar el terreno conectando emocionalmente: asegurarse de mostrar a tu pareja que es querida y apreciada (Benson, 2020). 
  2. Ábrete a escuchar la perspectiva de tu pareja desde una postura no defensiva. Tu disposición a escuchar le puede indicar que la terapia de pareja no se trata de buscar culpables sino de abordar la problemática que os afecta. Aunque no ponerse a la defensiva pueda ser complejo, especialmente si tu pareja responde con acusaciones y culpabilización, quizá esa actitud por parte de tu pareja sea una muestra de su dolor emocional (Benson, 2020) que se pueda ver aliviada con una respuesta gentil y empática por tu parte. 
  3. Cuando hables de los motivos que te llevan a considerar terapia de pareja, utiliza frases que comiencen con “yo” y no “tú”. Habla de cómo te afecta la problemática más que de lo que ves que necesita cambiar en tu pareja. Si vas a hablar de problemas, intenta enfocar en asuntos concretos evitando generalizaciones. Esto puede ayudar a reducir que tu pareja se ponga a la defensiva y os encontréis en un conflicto sin resolución. 
  4. Plantea los puntos atractivos y positivos de ir a terapia de pareja (Benson, 2020). Como si se tratase de la venta de un producto, tendrá que responder a una necesidad y anticiparse como beneficioso (Gordon, 2022). 
  5. Invita a tu pareja a venir desde una postura no demandante (Benson, 2020). Respetar la respuesta de tu pareja deja espacio a hablar de su postura sin presión. Con independencia de su respuesta, utiliza el espacio para conversar sobre ello. Te puede ofrecer información valiosa sobre la relación. Si tu pareja se ve contra las cuerdas con tu forma de proposición estará forzado a someterse o a rebelarse a tu planteamiento. 

Aunque lo hayáis intentado todo en vuestras propias fuerzas: dadle la oportunidad de intentarlo de forma diferente a través de la terapia de pareja. Acudir a un terapeuta de pareja es un primer síntoma de cambio (Ceberio y Maresma, 2022): estaríais intentando solucionar el problema de una forma diferente.

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Dos países en una pareja: 
retos de comunicación en una pareja mixta

Dos países en una pareja: retos de comunicación en una pareja mixta

Enamorarnos y compartir vida con una persona de otro país ya no es inusual ni infrecuente. El avance de la tecnología y las posibilidades del transporte han allanado el camino y han acortado distancias.  Aunque las parejas mixtas ya sean un fenómeno habitual no quiere decir que por ello sea directamente igual a aquella de dos personas pertenecientes al mismo país o cultura. ¡Seguramente que a más de una pareja le gustaría que así fuese! 

En la pareja mixta hay diferentes “mezclas” posibles: puede darse entre una persona nativa y una persona extranjera de un país en cuestión, entre dos personas extranjeras -y de diferentes nacionalidades- de un país en cuestión, entre dos personas que hayan nacido en el mismo país (y que tengan la nacionalidad correspondiente) pero provengan de un trasfondo étnico/nacionalidad de familia de origen diferente (inmigrantes de 2ª generación), por nombrar algunas combinaciones. Otras combinaciones incluyen parejas interraciales e interreligiosas. Llegar a una definición única de lo que supone una pareja mixta resulta difícil (Collet, 2012). 

Las parejas mixtas en mayor o menor medida suponen un híbrido de culturas. Si uno se fija en un vehículo híbrido, verá que su autonomía depende tanto del combustible como de la batería. Como tal, precisa de un mantenimiento añadido, en comparación a un vehículo que sólo utilice combustible, para su óptimo funcionamiento. Las parejas mixtas, por tanto, se verán afectadas por los retos y problemáticas afines a las parejas provenientes de un mismo país/ cultura y, adicionalmente, a los particulares de la convivencia de varias culturas. Cuando la pareja considera apostar por un compromiso compartido se afrenta a un reto mayor y precisan de negociar aspectos importantes de la vida en pareja de forma más intencional. 

¿Cuáles son estos retos? Acorde a Linares, Moratalla y Pérez (2021), las parejas interculturales, en el proceso de su constitución como pareja y familia, tendrán que abordar, entre otras, las siguientes cuestiones (aunque algunos de los siguientes sean comunes a las parejas no mixtas, van a estar empapadas de diferencias culturales):

  • La ubicación: El lugar donde escojáis vivir puede tener implicaciones mayores o menores para un miembro de la pareja. ¿Beneficia el lugar más a un miembro de la pareja que al otro? ¿Está más cerca de la familia de un miembro que del otro? 
  • Dinámicas de poder en la pareja: Es posible que un miembro de la pareja, por su situación (p. ej., emigración), se vea en dependencia del otro en asuntos como el idioma del país de convivencia, la provisión económica y/o el círculo social. Otras preguntas que quizá precisan de afrontarse son: ¿imperan ciertas costumbres sobre otras?, ¿se valoran ciertos componentes culturales por encima de otros?
  • El proceso de adaptación: Nuevamente, esta cuestión puede ser diferente para ambos, dependiendo de vuestras circunstancias individuales. ¿Ambos vivís en una cultura diferente a la de origen, o uno de los dos es extranjero a la cultura/país de convivencia? ¿Alguien cuenta con más ventajas/beneficios al ser nativo? ¿Hay algún miembro de la pareja que tenga mayores dificultades en adaptarse a una nueva cultura? Algo que ayuda en el proceso de adaptación es la creación de vuestra propia “microcultura” con sus propios rituales y propias costumbres.
  • Costumbres y negociación: lo que de entrada resulta desconocido y el atractivo de lo diferente puede no generar fricción durante la fase inicial de la pareja, pero en algún momento se hará evidente. Las parejas mixtas tienen más consensos que hacer, más acuerdos a los que llegar y más cesiones que otorgar. 
  • Idiomas que se escoja hablar con los/as hijos/as: Podemos hablar de un continuo que va desde que sólo habléis un idioma hasta otro que supone que ambos sois fluidos en varios idiomas. ¿Hay consenso sobre los idiomas o hay alguno que predomine más que otro? ¿Hay algún idioma que se considere de mayor utilidad? 
  • La educación de los hijos y la transmisión de valores: Desde el nacimiento de los hijos, lo que antes se podía dejar aparcado en cuanto a diferencias de criterio y valores requiere de una negociación inevitable. Esto puede atañer costumbres, hábitos, principios/ valores, creencias religiosas, entre otras. 
  • La familia de origen: Las culturas difieren en la medida que uno está conectado con su familia de origen. Poder ajustar la agenda para cuadrar tiempo dedicado a la pareja, amistades y familia en estos casos se hace más complicado. La negociación implica responder a las diferentes demandas que la familia de origen pueda poner sobre vuestra familia nuclear. La diferenciación (saber disminuir la reactividad hacia – y el influjo de- la familia de origen al mismo tiempo que manteniendo la conexión) se hace especialmente relevante para la sostenibilidad de la pareja. 

Comentar estas cuestiones en pareja es, por un lado, muy enriquecedor y esclarecedor. Sin embargo, no deja de ser un reto, algunas veces bien complicado. La comunicación y el significado de las palabras son una cuestión que no se puede pasar por alto. Quizá habléis en un segundo idioma que no es el materno para ninguno de ambos. Quizá alguno cuente con ventaja por sí hablar en su idioma materno. Sea como sea, la interpretación cultural de las palabras puede empañar vuestras conversaciones.

Se hace especialmente relevante mostrar una disposición a entender al otro miembro de la pareja, y a permanecer curioso con respecto a las motivaciones del otro. Para una relación de pareja mixta longeva se precisa de una adaptación continua. Aunque suene difícil lo siguiente, parte de poder llevar una relación más satisfactoria es el atreverse a disfrutar de las diferencias que se puedan mantener, aceptar y adaptarse a las que no se puedan cambiar  (lo cual puede suponer cesiones por parte de ambos miembros de la pareja) y, por último, entenderse y negociar mutuamente aquellas que necesiten ser cambiadas. 

Quizá hayáis intentado abordar alguno de los puntos mencionados, pero os encontráis estancados y pareciese que el posicionamiento de cada uno es incompatible con el del otro, generando mutua incomprensión y distanciamiento. Si este es vuestro caso y sentís que vuestros propios intentos de resolución no están teniendo el resultado esperado, pudiese ser el momento de considerar acudir a un/a terapeuta de pareja. En terapia de pareja ambas partes tendréis ocasión de tener un espacio de escucha y a probar diferentes estrategias que os permitan sentiros más seguros y menos atacados. 

La dinámica en una pareja despierta necesidades específicas y nos hace conectar con partes de nosotros mismos que quizá todavía desconozcamos. Es una aventura de conocer el mundo de tu pareja a la par que descubres el tuyo. Termino con una pregunta a modo de reflexión: ¿qué dice la diferencia en tu pareja de ti?

Collet, B (2012). Mixed couples in France. Statistical facts, definitions, and social reality. Papers: revista de sociologia, Vol. 97(1) pp. 61-77.

Linares, J. L. Meratalla, T. y Pérez, A. (2021). Las parejas interculturales. Ediciones Morata, S. L.