“Hemos intentado de todo”. “Si mi pareja tan sólo cambiase”. “No confío en mi pareja”. “Estamos saturados”. “Casi no tenemos intimidad emocional”. “Estoy insatisfecho sexualmente”. ¿Alguna de estas afirmaciones resuena con tu situación o con cómo te sientes? 

Quizá te preguntes si la terapia de pareja puede suponer una diferencia en estos temas tan delicados y complejos. Aunque haya cosas en vuestra situación de pareja que sean difícilmente cambiables, el tipo de afrontamiento a las diferentes dificultades es algo que sí se puede trabajar.  Si sólo te acuerdas de una frase de todo este artículo, que pueda ser la siguiente: Ir a terapia de pareja puede reducir el porcentaje de negatividad que experimentáis en vuestra convivencia.

Si consideráis que hay más negatividad que interacciones positivas en la pareja eso puede ser un momento de pausar y considerar un enfoque distinto. La ratio mágica de John Gottman -en base a años de investigación- establece que un matrimonio feliz (véase también pareja feliz) utiliza 5 interacciones positivas por cada interacción negativa, es decir una ratio de 5:1 (Benson, 2017). Esta ratio es especialmente relevante considerando los cambios que hemos experimentado como sociedad. La denominada pareja digital actual da mucha importancia y considera primordiales las emociones y sentimientos vividos en la relación (Requena y Ayuso, 2022). 

Según Bonior (2017) las siguientes situaciones serían señales que indicarían la necesidad terapia de pareja: que la confianza se haya roto, que las discusiones se estén volviendo más frecuentes, que la comunicación sea pobre, que algo se perciba como negativo en la pareja (aunque no se sepa el qué), que quieras comunicarle algo a tu pareja pero no sepas cómo, que uno u ambos no gestione/n bien los conflictos, que hayáis atravesado algo devastador que ha cambiado vuestra forma de conectar, que os encontréis estancados en patrones negativos, que experimentéis falta o desaparición de la intimidad emocional y que tengáis problemas en la intimidad sexual. 

¿Quiénes asisten a terapia de pareja? Según Ceberio y Maresma (2022) hay parejas que vienen para abordar crisis repetidas, otras que vienen con discusiones/ interacciones problemáticas cada vez más frecuentes y por último parejas que vienen con un deseo de prevenir problemáticas futuras (que tienen sólo unos pocos desajustes actuales).

Me permito una metáfora para comentar el conflicto en la pareja con los diferentes componentes que hacen funcionar a un ordenador. Creo que en nuestro “hardware” tenemos los ingredientes necesarios para saber relacionarnos y gestionar el conflicto. Hay experiencias vitales que pueden afectar el hardware en mayor o menor medida, pero el reconocimiento de áreas de vulnerabilidad puede restaurar su función. Lo que no siempre funciona, es el software utilizado. Aunque compatible con el hardware, es posible que sea más un obstáculo que un facilitador. Es posible que vuestros propios intentos de resolución no conlleven el resultado esperado. En estos casos, los intentos de resolución del problema se convierten en un problema en sí mismos. Desaprender estrategias que no os hayan funcionado y consolidar otras más efectivas es algo que se trabaja en terapia de pareja. 

Aunque cada miembro de la pareja tenga su propia versión del problema y pueda tener mayor o menor idea de qué le gustaría ver distinto en el comportamiento u actitud de su pareja no deja de partir de un supuesto. En la terapia familiar y de pareja las interacciones no se ven de forma lineal, es decir con una causa y un efecto determinado. Se ven más bien de forma circular: una danza con una serie de reglas de juego que mantienen una interacción problemática. Los supuestos de culpabilidad y dónde reside el problema pueden convertirse en una pauta problemática en sí misma. Si os encontráis estancados en posicionamientos incompatibles que parecen irreconciliables, nuevamente, puede ser un buen momento de pedir cita con un terapeuta de pareja. 

Si sois una pareja mixta, una pareja a distancia, una familia reconstituida o si estáis pasando por momentos de transición y mucho cambio (p. ej. La pandemia por el COVID-19): el propio contexto en el cual os encontráis supone que tenéis que lidiar con dificultades y retos adicionales. Algunas veces una pareja viene a terapia cuando las estrategias que han venido funcionando durante un tiempo no son igual de efectivas con los cambios y/o las exigencias particulares que la pareja tiene que afrontar. 

El desamor es otro tema que- aunque pueda ser más sutil- también merece atención. Quizá se pueda volver a encender la llama (aunque algunas veces ya no se pueda reiniciar), encontrar formas de conciliar diferencias (llegando a celebrar algunas diferencias en vez de verlas como obstáculos) y cambiar las reglas de juego con el fin de aumentar la satisfacción relacional. La terapia de pareja también puede ser un espacio para realizar un recontrato (Ceberio y Maresma, 2022) para parejas que ya llevan juntas mucho tiempo. 

Si por otro lado no sabéis cómo seguir y os encontráis estancados, la terapia de pareja os puede ayudar a dar sentido a vuestras necesidades, deseos y sueños y ver si podéis ser esa persona que acompaña a la otra o, por el contrario, que vuestras vidas tomen direcciones diferentes y separadas. 

La terapia de pareja es cuestión de dos. Aunque puedas conseguir un gran trabajo en formato individual y que tus cambios tengan un cierto impacto en tu pareja, la pareja es más que la suma de sus partes. Si la dinámica de pareja es como un baile, ambos integrantes tienen que aprender no sólo los movimientos necesarios, sino que tendrán que coordinarse y acompasarse. Puede pasar que una de las integrantes de la pareja sea la que desea venir, con la resistencia del/ de la segundo/a. ¿Cómo lograr que se anime tu pareja a acompañarte?

  1. Escoge un buen momento y un entorno seguro (Ratowski, 2022). Sugerir acudir a terapia de pareja en medio de una discusión acalorada posiblemente no sea la mejor idea. Postpón la conversación a un momento de apertura por parte de tu pareja. Parte de escoger un buen momento también es preparar el terreno conectando emocionalmente: asegurarse de mostrar a tu pareja que es querida y apreciada (Benson, 2020). 
  2. Ábrete a escuchar la perspectiva de tu pareja desde una postura no defensiva. Tu disposición a escuchar le puede indicar que la terapia de pareja no se trata de buscar culpables sino de abordar la problemática que os afecta. Aunque no ponerse a la defensiva pueda ser complejo, especialmente si tu pareja responde con acusaciones y culpabilización, quizá esa actitud por parte de tu pareja sea una muestra de su dolor emocional (Benson, 2020) que se pueda ver aliviada con una respuesta gentil y empática por tu parte. 
  3. Cuando hables de los motivos que te llevan a considerar terapia de pareja, utiliza frases que comiencen con “yo” y no “tú”. Habla de cómo te afecta la problemática más que de lo que ves que necesita cambiar en tu pareja. Si vas a hablar de problemas, intenta enfocar en asuntos concretos evitando generalizaciones. Esto puede ayudar a reducir que tu pareja se ponga a la defensiva y os encontréis en un conflicto sin resolución. 
  4. Plantea los puntos atractivos y positivos de ir a terapia de pareja (Benson, 2020). Como si se tratase de la venta de un producto, tendrá que responder a una necesidad y anticiparse como beneficioso (Gordon, 2022). 
  5. Invita a tu pareja a venir desde una postura no demandante (Benson, 2020). Respetar la respuesta de tu pareja deja espacio a hablar de su postura sin presión. Con independencia de su respuesta, utiliza el espacio para conversar sobre ello. Te puede ofrecer información valiosa sobre la relación. Si tu pareja se ve contra las cuerdas con tu forma de proposición estará forzado a someterse o a rebelarse a tu planteamiento. 

Aunque lo hayáis intentado todo en vuestras propias fuerzas: dadle la oportunidad de intentarlo de forma diferente a través de la terapia de pareja. Acudir a un terapeuta de pareja es un primer síntoma de cambio (Ceberio y Maresma, 2022): estaríais intentando solucionar el problema de una forma diferente.

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