El conflicto en la pareja es tanto necesario como inevitable. Si no hay conflicto quizá uno u ambos no esté mostrando su parecer. Entrar en conflicto puede señalar que todavía hay esperanza de encontrar un entendimiento, que se pueden hallar soluciones mediante el habla y que merece la pena luchar por la pareja. 

El conflicto, si está cargado de negatividad, puede tornarse en algo molesto que se prefiere evitar. Las discusiones se quedan a mitad de camino. La resolución se queda como un horizonte inalcanzable. Uno termina peor que antes de entrar al conflicto. Aunque no se quiera, los miembros de la pareja salen dañados y con una confianza mermada. Reina la incomprensión.

El motivo del conflicto se decide aparcar o, por el contrario, se insiste en ello de forma sistemática sin llegar a un resultado diferente. Si no hay un cambio en la estrategia de comunicación, esto llevará al desgaste de la pareja; aumentará las posturas defensivas, la crítica, el desdén y el trato de silencio (los denominados cuatro jinetes del apocalipsis por Gottman; Lisitsa, 2013). 

Si tienes un conflicto saturado de negatividad, quizá te preguntes cómo puedes llegar a conectar con tu pareja en momentos así. ¿Cómo puedes siquiera pensar en decirle algo positivo o intentar estar disponible emocionalmente para tu pareja en un momento de discusión fuerte? Aunque suene imposible, hay estrategias que pueden ayudar a conseguirlo.  Veamos algunas de ellas. Los puntos 5 y 6 son tomados del Diálogo Imago (Hendrix, 2007). 

  • Detente. Para un momento y analiza la situación: ¿estás a la defensiva? ¿te denotas muy enfadado/a o irascible? ¿tienes la disposición a escuchar a tu pareja? ¿Estás calmado/a u agitado/a? ¿Respiras más deprisa, sientes tu corazón latiendo más rápido? ¿Estás disponible y dispuesto a hablar o sientes un gran deseo/impulso de retirarte de la situación? Dependiendo de la intensidad del conflicto y la estrategia de afrontamiento, algunas personas pueden entrar en lo que se denomina un estado de inundación emocional (estar sobrepasado por las emociones y las respuestas fisiológicas) lo cual lleva a alterarles mientras que otras responden a esa inundación (o antes de llegar ese punto) con desactivación (Manes, 2013). La desactivación suele conllevar una retirada (ya sea física, emocional o una combinación de ambas). Las primeras personas corresponderían a las que persiguen (es decir, que buscan la resolución activamente), las segundas a las que se retiran para protegerse (Thurman, 2019). 
  • ¿Cuál es tu punto de partida? Acorde a la terapia focalizada en la compasión (Gilbert, 2014) contamos con tres sistemas motivacionales, cada uno con su función adaptativa, regiones del cerebro y hormonas asociadas. 
    1. Está el sistema de amenaza que se activa cuando algo nos alerta de un posible peligro (presente o futuro/ anticipado). Este sistema busca protegernos y encontrar seguridad; conlleva diferentes estilos de afrontamiento (luchar, huir, quedarse congelado entre otros). Cuando este sistema se activa experimentamos emociones como el enfado, la ansiedad, el disgusto o la vergüenza. Puede conllevar actitudes o comportamientos agresivos (no necesariamente físicos, aunque también), de evitación (querer evadir el malestar generado, una huida) o de sometimiento (ceder ante la presión). Dentro de un conflicto lo podrás identificar si te encuentras alterado/a, enfadado/a, atacado/a o temeroso/a. Cuando este sistema motivacional está activado, tu capacidad para tomar decisiones meditadas y razonadas está reducida porque la parte del cerebro al cargo de esas funciones (córtex prefrontal) no está tan activa. La parte del cerebro que se activa más son la amígdala y el eje HPA. Las hormonas involucradas son los asociados al mecanismo de la respuesta de ataque/defensa y que ayuda a movilizar el organismo: la adrenalina (y en el estrés, el cortisol). 
    2. El segundo sistema es el de accionamiento. Su función es impulsarnos a logros y motivarnos a buscar/ encontrar recursos y obtener recompensa por ello. Está detrás del desear, de la búsqueda, la aspiración y el esfuerzo. Este sistema es el que te hace levantarte por la mañana a conseguir tus objetivos a corto, medio y largo plazo. Es el que te hace perseguir aquello que te importa, el que está detrás de tu formación y conocimiento. Dentro del conflicto de pareja, este sistema es el buscador de soluciones y el aplicador de estrategias. Muchas veces responde al sistema amenazante para reducir el malestar que genera. No necesariamente se involucra el córtex prefrontal. En este sistema impera el circuito de recompensa (en el cual se destaca el Núcleo Accumbens). La dopamina- el neurotransmisor que transmite recompensa- está involucrado. Si pasamos del sistema alarmante al de accionamiento puede dar lugar a respuestas precipitadas, sin premeditación y -sobre todo- reactivas. Soluciones rápidas, por defecto, familiares y conocidas que no siempre conllevan la resolución deseada. 
    3. El tercer sistema es el calmante. Su función es el cuidado y autocuidado. También la amabilidad con otros y con uno mismo. Este sistema se puede activar cuando el organismo ha logrado bajar el exceso de activación -muchas veces a consecuencia del sistema alarmante- y es capaz de escucharse y escuchar a los demás. Lo denotarás activo cuando te veas dando -y estés abierto a- recibir afecto, cuando vincules con los demás y contigo mismo y sea aparente una naturaleza de cuidado (ajeno y propio). En este sistema, el córtex prefrontal está más involucrado. Al estar el organismo más calmado, las decisiones tomadas son más proactivas que reactivas. Lleva a sentimientos como la tranquilidad, contentamiento y bienestar. La oxitocina, la denominada hormona del amor (Watson, 2021), está involucrada. Este tercer sistema no siempre es el más desarrollado, pero es tan necesario como los otros sistemas. 

Ahora que conoces los tres sistemas motivacionales… ¿en cuál te encuentras? ¿qué ¿qué necesitas para cambiar al sistema calmante? Quizá necesitas pedirle a tu pareja que precisas de un momento para bajar los humos, quizá necesites una muestra de afecto, saber que tu pareja está ahí. Quizá necesites un tiempo para procesar lo que estáis comentando. Si pides un tiempo, asegura de fijar un tiempo no superior a 24 horas para retomar el tema. 

  • ¿Qué lenguaje estás utilizando? Analiza si tu tono es acusatorio o conciliador, si tus mensajes parten desde el ‘yo’ (hablar desde cómo te está afectando la situación) o desde el ‘tú’ (hablar de las acciones o comportamientos de tu pareja), si tu lenguaje parte de generalizaciones (siempre, nunca) o de ejemplos concretos, si estás hablando de momentos actuales/ recientes o estás trayendo incidentes supuestamente ya comentados (aunque todavía duelan), si estás poniendo palabras en la boca de tu pareja o si hablas desde tu propia experiencia. 
  • Intenta ponerte en la piel de tu pareja: ¿qué partes de lo que está diciendo tienen sentido? Aunque no estés de acuerdo, ¿entiendes qué le lleva a tu pareja a actuar así? ¿entiendes por qué lo que estáis comentando es importante para él/ella? Poder estar de acuerdo en poder estar en desacuerdo es algo muy sano en una relación. Mostrarle a tu pareja que entiendes su punto de vista (reconociendo que algo tiene sentido dentro de lo que está diciendo) puede ayudar a bajar las defensas. 
  • Intenta ver la emoción subyacente. ¿Cómo crees que se está sintiendo tu pareja? ¿De qué forma le está impactando el tema que estáis comentando? ¿De qué forma crees que tu actitud, palabras y/o acciones la afectan? Nuevamente, aunque no suponga un cambio de visión sobre quién tenga razón o culpa, esto te permite conectar con tu pareja. Si tu pareja se siente escuchada y entendida, puede estar más receptivo/a. 
  • Haz intentos de reparación (Brittle, 2014). Se pueden entender como mini puentes que reducen la negatividad experimentada durante el conflicto. Aunque algunos de los intentos de reparación hayan sido nombrados en los puntos anteriores, incluyen -adicionalmente- pedir disculpas (asumir responsabilidad por una reacción fuera de lugar, por un malentendido), hacer comentarios positivos sobre tu pareja (destaca sus cualidades positivas, comenta las cosas que aprecias de tu pareja o por las cuales estás agradecido). 

Cuando entráis en un conflicto es posible que toquéis la fibra sensible -vulnerabilidad- de vuestra pareja. Una posición rígida no necesariamente tiene que tener un significado de egocentrismo o cabezonería por amor al arte. Algunas veces puede tener que ver más con sentirse expuesto, ignorante, insuficiente, incapaz… De ahí que sea comprensible que uno elija una postura a la defensiva. Se defiende aquello que resulta doloroso de traer a la superficie.

Quizá la vulnerabilidad tenga connotaciones negativas para ti: puede que la veas innecesaria, algo que muestra debilidad, algo incontrolable porque no sabes predecir el impacto emocional que va a tener en ti, algo que puede ser utilizado como artillería en contra tuya, algo que pondrá en riesgo cómo tu pareja te ve y su deseo de continuar contigo…

Hay vulnerabilidades específicas en el ámbito de la pareja que no se encuentran en otro tipo de relaciones. Estas vulnerabilidades específicas algunas veces se encuadran dentro de las necesidades de sintonizar con tu pareja y la necesidad de autonomía. Estas necesidades son las que se entienden como necesidades de apego. Las necesidades de apego primero son orientadas a nuestros padres/cuidadores y luego se extrapolan a nuestra pareja.

Dependiendo de cómo fueron respondidas tus peticiones y necesidades de apego (conexión y autonomía) en tu familia de origen te sentirás con mayor o menor comodidad expresando la necesidad de conexión y/o autonomía con tu pareja. Es por eso que, el tipo de conflicto que tengáis algunas veces encontrará una gran reducción de negatividad si las necesidades de apego son tenidas en cuenta. Aunque no estéis de acuerdo, y habrá muchas cosas en las cuales no lo estaréis, si estáis de acuerdo en no sacrificar las necesidades de apego seréis una pareja más unida y resiliente a cambios, retos e incluso crisis. 

Artículo escrito por Daniel Van de Poll, psicólogo en Sinew MTI, si quieres agendar una cita de terapia online para pareja o individual puedes hacer click aquí.

Referencias:

Brittle, Z. (2014). R is for repair. The Gottman Institute Blog. https://www.gottman.com/blog/r-is-for-repair/ 

Gilbert, P. (2014). Terapia centrada en la compasión: características distintivas. Editorial Desclée de Brouwer. 

Hendrix, H. (2007). Getting the love you want. Henry Holt & Co. 

Lisitsa, E. (2013). The four horsemen: criticism, contempt, defensiveness and stonewalling. The Gottman Institute Blog. https://www.gottman.com/blog/the-four-horsemen-recognizing-criticism-contempt-defensiveness-and-stonewalling/ 

Manes, S. (2013). Making sure emotional flooding does not capsize your relationship. The Gottman Institute Blog. https://www.gottman.com/blog/making-sure-emotional-flooding-doesnt-capsize-your-relationship/ 

Thurman, D. (2019). Breaking relational conflict. The EFT Clinic blog https://theeftclinic.com/eftblog/2019/3/6/breaking-relational-conflict 

Watson, S. (2021). Oxytocin: the love hormone. Harvard Health Publishing. https://www.health.harvard.edu/mind-and-mood/oxytocin-the-love-hormone