Descripción de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia

Descripción de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia

Las personas son de más en más longevas, y por ese motivo tenemos cada vez más posibilidad de conocer a alguien en nuestro entorno que sufra deterioro cognitivo. En España hay más de 700 000 casos y se prevé que esa cifra se dispare en los próximos años, debido al envejecimiento de la población.

La demencia es incapacitante para el que la padece y devastadora para los familiares y los cuidadores. Es una de las principales causas de discapacidad y de dependencia en las personas mayores.

Es fácil sospechar una demencia cuando se observan fallos de memoria, pero no es tan sencillo cuando lo que aparece en primer plano son cambios en el carácter o en la conducta. A continuación se van a describir las diferentes manifestaciones psicológicas y conductuales que existen en las demencias.

Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia

Se ha consensuado el término Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia (SPCD) para denominar las reacciones psicológicas y los síntomas psiquiátricos y conductuales que suceden en las personas con deterioro cognitivo de cualquier origen. Son muy frecuentes en las personas que sufren demencia.

Los fallos en la percepción, el pensamiento, la afectividad o la conducta pueden ser debidos al propio deterioro cognitivo, o bien ser consecuencia de alguna condición médica, psicológica o ambiental intercurrente.

Los síntomas conductuales se identifican mediante la observación, mientras que lo psicológicos, se identifican mediante la interacción con el paciente. Típicamente es el cuidador quien identifica los síntomas psicológicos.

A continuación, se describen los diferentes Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia:

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  • Depresión: la persona se muestra triste y apagada. Puede expresar sentimientos de ser una carga.
  • Irritabilidad: la persona se muestra mal humorada, impaciente e intolerante. Pierde la paciencia ante mínimas cosas.
  • Temor: la persona siente miedo o aprehensión a situaciones concretas o de forma más abstracta e inespecífica, mostrándose insegura.
  • Ansiedad: la persona siente tensión interna y desasosiego que no le permite estar tranquila.
  • Inquietud: la persona no para quieta debido a ansiedad y tensión interna.
  • Nerviosismo: la persona se muestra inquieta como expresión de su ansiedad y su tensión interna.
  • Agitación: la persona se siente intensamente inquieta y preocupada, sin poder calmarse. Puede reaccionar de manera agresiva.

Agresividad

  • Verbal: la persona puede alzar el tono de voz, insultar y amenazar.
  • Física: puede ser contra personas, la persona puede golpear, empujar, escupir a otras personas. O contra objetos, la persona puede tirar objetos al suelo, golpear muebles o puertas, etc.
  • Oposicionismo: la persona presenta una resistencia agresiva ante la realización de actividades básicas como asearse, comer o vestirse.
  • Apatía: la persona muestra pérdida del interés y de la motivación. Tiene falta de emoción y de entusiasmo.

Cambios en la conducta alimentaria

  • Pérdida de apetito: la persona pierde el impulso para comer.
  • Aumento del apetito: la persona tener aumentado el impulso de comer.
  • Hiperfagia: la persona ingiere más comida de la necesaria. Ingesta compulsiva. A veces introduce excesiva comida en la boca lo que puede desencadenar atragantamientos.
  • Hiperoralidad: la persona tiene hiperfagia y puede tener apetencia por limitados grupos de alimentos (generalmente hidratos de carbono), por alimentos poco saludables o incluso por material no comestible.

Problemas del sueño

Diferentes problemas del sueño pueden aparecer en una persona con demencia.

  • Hipersomnia: hay exceso de sueño.
  • Insomnio: hay falta de sueño.
  • Sueño fragmentado: el sueño es interrumpido y discontinuo por despertares nocturnos.
  • Pérdida de ciclo sueño-vigilia: es cuando el reloj biológico de la persona no está sincronizado con el entorno. En el caso extremo en el que existe una inversión total del ritmo circadiano, la persona está somnolienta durante el día y activa por la noche.
  • Alteraciones de conducta de la fase REM del sueño: la persona se mueve, habla y vive sus sueños, a veces de manera violenta dando patadas, puñetazos o gritando. La persona puede, sin querer, hacerse daño a sí mismo o a su acompañante de cama. Suele ser una persona externa la que alerta de este trastorno del sueño.
  • Cambio de personalidad o de carácter: la persona puede mostrar una forma de ser diferente a la de siempre, con una pérdida de su esencia. Puede ser más temerosa e insegura o, por lo contrario, más arisca y controladora. Otros cambios en el carácter pueden ser mostrarse impaciente, desinhibido, pasivo, apático, desconfiado, suspicaz o rígido.
  • Rigidez cognitiva: es cuando la persona es cada vez menos flexible mentalmente y muestra poca capacidad de adaptación a las circunstancias o a los cambios imprevistos. Le cuesta salirse de su rutina. Desea que las cosas se hagan a su manera y se desestabiliza o se enfada si no se hace así.
  • Pérdida de empatía: la persona pierde el interés por los sentimientos ajenos, mostrando una emoción superficial.
  • Alteración de la cognición social: pérdida del sentido de los valores sociales y de la capacidad de adaptación al mundo social. Por ejemplo, la persona puede dejar de usar utensilios y comer con las manos. Puede robar comida de otros platos. Puede apropiarse de objetos que no son suyos, etc.
  • Impulsividad: ausencia de previsión o de tacto social en el lenguaje, la expresión corporal u otras conductas.

Desinhibición

Es la pérdida de la capacidad de filtrar conductas y pensamientos.

  • Desinhibición conductual:
    • Conductas compulsivas repetitivas
    • Conductas de desinhibición sexual: Desinhibición o aumento de la conducta sexual, con pérdida de pudor. Hipersexualidad.
  • Desinhibición de los pensamientos:
    • La persona puede mostrarse más extrovertida e impulsiva.
    • La persona puede hacer comentarios fuera de lugar o socialmente inapropiados.
    • La persona puede hacer uso de lenguaje inadecuado.
  • Falta de juicio: es la pérdida de la capacidad para tomar decisiones. La persona pierde la capacidad de tener en cuenta y de evaluar los diferentes factores necesarios para la toma de decisiones.

Delirios

Creencias erróneas que la persona sostiene de manera tenaz sin evidencia que las apoye. La persona no percibe las cosas como son.

  • De perjuicio: la persona siente que está en peligro, que alguien le quiere perjudicar o dañar.
  • De envenenamiento: la persona cree que gente de su entorno le quiere envenenar, típicamente en la comida o con medicación.
  • De persecución: la persona siente que hay personas que le persiguen.
  • De falsa identificación:
    • Típicamente, la persona cree que se ha suplantado la identidad de un ser querido por un doble falso. Este tipo de falsa identificación se denomina síndrome de Capgras.
    • La persona puede no identificar su casa como propia y pensar que es una casa ajena.
  • De celotipia: la persona puede pensar que su pareja le es infiel.
  • De robo: la persona cree que le están robando porque no localiza sus pertenencias.

Alucinaciones

Son percepciones erróneas que implican a los sentidos. La persona que las padece las siente como si fueran reales, pero no pueden ser confirmadas por nadie más. Pueden ocasionar experiencias positivas o negativas. Existen diferentes tipos:

  • Visuales: percepción de imágenes a través de la vista. Confundir un objeto con una persona o con un animal no es una alucinación visual. Puede ser un error (por ejemplo, por baja agudeza visual) o puede ser una alucinosis.
  • Auditivas: la persona escucha algo irreal. Puede ser una voz, un sonido, una melodía…
  • Olfativas: la persona percibe un olor que no es real.
  • Táctiles: la persona siente sensaciones táctiles por el cuerpo que no son reales. Por ejemplo, puede sentir como bichos le recorren el cuerpo.
  • Actitud regresiva: la persona presenta una dependencia cada vez mayor del cuidador, tendencia a ser cada vez más sumisa, insegura o con actitud más dependiente o infantil.
  • Conductas de seguimiento del cuidador: tendencia a seguir a la persona que le cuida, como si de su sombra se tratara. Búsqueda de seguridad constante y de reconfort.
  • Vagabundeo: caminar sin rumbo fijo, sin propósito. Si la persona es dejada sin supervisión, existe riesgo de que se pierda, por la desorientación espacial de la demencia. En personas con limitaciones físicas o de equilibrio, también existe riesgo de caída.
  • Acciones repetidas y estereotipadas:
    • Vocalizaciones: tendencia a emitir sonidos, palabras o frases de manera reiterativa
    • Conductas: por ejemplo, quitarse constantemente el cinturón
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Es importante tomar conciencia de que la demencia no solamente se presenta con fallos de memoria y desorientación temporo-espacial, sino que existen muchos otros síntomas que pueden ser incluso más incapacitantes.

Conocer los Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia es clave para identificar de manera precoz el deterioro cognitivo y poder intervenir de manera temprana. También es fundamentar para orientar y apoyar a los familiares y cuidadores en el manejo de las personas afectadas.

Sobre la autora

María Isabel Zamora es médico con doble especialidad en Psiquiatría y en Neurología. Tiene experiencia en la atención a pacientes de consultas generales de psiquiatría, y de forma más especializada, en la atención a pacientes que combinan síntomas psiquiátricos y neurológicos. Ha trabajado con pacientes de psicogeriatría y con pacientes de diversidad funcional. Tiene experiencia en deterioro cognitivo, síntomas psicológicos y conductuales de la demencia, síntomas psiquiátricos relacionados con trastornos neurológicos o con dolor crónico, autismo, TDAH, trastornos adaptativos, depresión, ansiedad, adicciones, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos del sueño, trastornos de conducta alimentaria, etc.

Dra. María Isabel Zamora
Departamento Médico
Dra. María Isabel Zamora
Médico especialista en Psiquiatría
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español, inglés y francés
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Cefalea tensional- ¿Por estrés o problema neurológico?

Cefalea tensional: ¿por estrés o problema neurológico?

Las cefaleas tensionales son comunes y pueden limitar la calidad de vida de quienes las padecen. Aunque son una patología neurológica, se han relacionado con estrés, ansiedad y depresión. En las últimas décadas, está aumentando su frecuencia, por lo que interesa conocer sus causas para prevenirlas.

En este artículo, se describirán las características de la cefalea tensional, sus posibles causas, su tratamiento y su prevención mediante el manejo emocional y del estrés.

¿Qué es la cefalea tensional?

Es el dolor de cabeza más habitual en la población. Se ha relacionado con estrés y ansiedad, aunque no se conoce bien cómo se genera. También se puede denominar cefalea por estrés.

¿Cómo duele una cefalea tensional? El dolor es una presión por ambos lados de la cabeza como si una cinta elástica apretara toda la circunferencia. Al contrario de la migraña, el dolor no es pulsátil, sino continuo. La intensidad puede ser leve o moderada, y la duración es variable.

En función de su frecuencia y duración, se dividen en dos subtipos. Las episódicas, que ocupan menos de 15 días en un mes y las crónicas, que aparecen durante más de 15 días en un mes.

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Causas de las cefaleas tensionales:

  • Las cefaleas tensionales se han relacionado con ansiedad, estrés y depresión. No obstante, los trastornos psicológicos no explican por completo estas cefaleas ya que también pueden aparecer en contexto de otros problemas que son más físicos, e incluso se han descrito factores genéticos.
  • De ahí que uno se pregunte si estas cefaleas son de origen psicológico o de origen neurológico.
  • La respuesta es que, detrás de los mecanismos neurológicos, hay una fuerte influencia del estado psicológico de la persona.
  • En la cefalea tensional, hay una falta de relajación de los músculos alrededor del cráneo, típicamente debido a tensión psicológica interna. Estando los músculos constantemente activados, terminan haciéndose más sensibles y, entonces, estímulos no dolorosos pueden terminar percibiéndose como si lo fueran.
  • Otras veces, la tensión muscular se debe a fatiga visual o a problemas físicos locales como dolor en el cuello o problemas de la articulación temporo-mandibular. En estos casos, ocurre algo similar. De la contracción mantenida por el sobreesfuerzo o el dolor, se terminan sensibilizando los receptores del dolor del musculo, lo que resulta en que éste se perciba más intensamente.
  • Por otro lado, en el cerebro, también existen centros donde se regula el dolor. A ellos, llega toda la información táctil y dolorosa del cuerpo. Se sospecha que, los problemas de ansiedad y de depresión alteran el funcionamiento de estos centros de control y que, por ese motivo, también puede aumentar la sensibilidad al dolor.

Algunos de los desencadenantes son: la fatiga, el hambre, la falta de sueño, los dolores del cuello, el bruxismo (chirriar de dientes), las posturas inadecuadas mantenidas, una insuficiente hidratación, los tóxicos como tabaco, el alcohol o la cafeína.

¿Cómo se llega al diagnóstico de una cefalea tensional?

El médico llega al diagnóstico de cefalea tensional mediante una entrevista clínica, pudiendo descartar otras causas mediante una exploración física y neurológica. Ocasionalmente, en casos dudosos, puede ampliar el estudio con un escáner (TC) o una resonancia magnética de la cabeza. El médico investiga las características, la localización, la duración, la intensidad y la frecuencia del dolor. Pregunta por características propias de otros tipos de cefaleas para descartarlas, como, por ejemplo, alteraciones en la visión, en el lenguaje, en la sensibilidad o en la movilidad que no son típicas de la cefalea tensional.

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¿Cuándo consultar con un médico?

Llamar al 112 o acudir a urgencias en caso de cefalea de inicio brusco y severo. También en caso que la cefalea se acompañe de parálisis facial (una parte de la cara que no se mueve), pérdida de fuerza, acorchamiento/pérdida de tacto en la piel, o dificultad para ver, hablar o pensar

Se recomienda programar una cita con un médico cuando no se controlen las cefaleas con la medicación habitual, cuando sean limitantes o cuando cambien de características. En general, los médicos de atención primaria están familiarizados con las cefaleas tensionales, aunque los especialistas de las mismas son los neurólogos. Cuando se sospechan problemas de ansiedad o de depresión importantes en su origen, se aconseja una valoración por psiquiatría o psicología para tratarlos. En Sinews, podemos ayudarte con una atención especializada dirigida a resolver los problemas emocionales de base.

Tratamiento de los episodios agudos de cefalea tensional

Como tratamiento farmacológico existen medicamentos de venta libre para tratar los episodios agudos. Para la cefalea episódica, están indicados los Anti-Inflamatorios No Esteroideas (AINEs) como ibuprofeno, aspirina o naproxeno. Para aquellos que no toleran los AINEs o que tienen alergia, se recomienda paracetamol. Es muy importante limitar el uso de analgésicos para evitar que la cefalea se cronifique y que se transforme en una cefalea por abuso de analgesia, que aparece cuando se toman regularmente estos medicamentos. Los pacientes que sufren cefalea tensional crónica (durante más de 15 días al mes), tendrán que consultar con un médico para tratamiento preventivo. Suelen recomendarse amitriptilina para estos casos.

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Cuando aparece una cefalea tensional, además de los analgésicos se puede ayudar a manejar el dolor con medidas no farmacológicas. En un episodio agudo, conviene evitar las sustancias irritantes (como café, nicotina, alcohol u otros tóxicos) y minimizar los irritantes ambientales (ruidos). Remedios caseros: aislarse en una habitación tranquila. Tumbarse en la cama. Cerrar los ojos y centrar la atención en la respiración que debe ser lenta y profunda. Aplicar presión leve sobre las sienes con el pulpejo de los dedos. En caso de tensión muscular en el cuello o en los hombros, un fisioterapeuta puede ayudar a tratar las contracturas. Si esto no es posible, se puede aplicar calor suave en la zona más tensionada con una bolsa de semillas o simplemente con agua de la ducha. También, uno se puede masajear con cuidado la zona dolorida de los hombros y de parte posterior del cuello, presionando con los dedos en círculos.

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Prevención de la cefalea tensional

Para mejorar la calidad de vida, lo más importante es prevenir las cefaleas para que sean menos frecuentes y limitantes. Estos son algunos consejos para prevenir las cefaleas tensionales:

  • Mantén una adecuada postura cuando trabajes, escribas o leas.
  • Hidrátate suficientemente.
  • Realiza ejercicios y estiramiento de cuello cuando mantengas posturas fijas durante muchas horas.
  • Ventila la habitación.
  • Si necesitas gafas, póntelas. Si pasas mucho tiempo ante una pantalla, realiza ejercicios para descansar la vista, desviando la mirada hacia un punto lejano durante unos segundos.

Reducir la cefalea tensional manejando el estrés. Para evitar que las cefaleas se prolonguen o se cronifiquen, es fundamental abordar el estrés y la ansiedad que las facilitan.

Manejo del estrés para reducir las cefaleas tensionales

Es difícil evitar y aislarse por completo de los estresores de la vida diaria, pero lo que sí se puede hacer es aprender a manejar el estrés. De esa forma, se reducirá el impacto que éste tiene sobre la salud mental y física y mejorarán las cefaleas. Estas son 15 recomendaciones para disminuir el estrés:

  1. Haz del ejercicio físico un hábito. Consulta con tu médico para saber qué ejercicio se adapta más a tu estado de salud.
  2. Sal a pasear y realiza actividades al aire libre.
  3. Toma una alimentación saludable y equilibrada, que incluya alimentos frescos.
  4. Adopta hábitos de vida saludables evitando cafeína, alcohol y otros tóxicos.
  5. Duerme suficientes horas por las noches y evita dormir en exceso.
  6. Evita la sobreexposición a dispositivos electrónicos y a redes sociales.
  7. Organiza tu tiempo.
  8. Simplifícate la vida. Haz planes realistas evitando sobrecargarte.
  9. Reconoce tus logros y reduce la autoexigencia.
  10. Permítete descansar a lo largo del día.
  11. Marca tus límites.
  12. Pide ayuda y aprende a delegar.
  13. Cambia de aires. A veces un cambio en la rutina es necesario.
  14. Cambia tu perspectiva. Considera que el vaso puede estar medio lleno. Adopta una actitud positiva.
  15. No pierdas el sentido del humor. Reírse alivia la tensión.
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La cefalea tensional es muy frecuente y puede limitar la calidad de vida de quienes la padecen. Aunque no se conocen del todo las causas, la sensibilización neurológica al dolor en parte se explicaría por problemas de ansiedad, depresión y estrés subyacentes. Existen diferentes formas de tratar los episodios agudos, aunque si la respuesta no es la esperada, puede ser necesario consultar con un médico. Es importante tratar los problemas emocionales subyacentes para prevenir las cefaleas tensionales. Una valoración por psiquiatría o por psicología puede ser necesaria si no se consigue manejar la ansiedad o la depresión por sí mismo. En Sinews podemos ofrecerte un tratamiento psicológico o psiquiátrico dirigido que te ayudará a superar tu malestar.

Sobre la autora

María Isabel Zamora es médico con doble especialidad en Psiquiatría y en Neurología. Tiene experiencia en la atención a pacientes de consultas generales de psiquiatría, y de forma más especializada, en la atención a pacientes que combinan síntomas psiquiátricos y neurológicos. Ha trabajado con pacientes de psicogeriatría y con pacientes de diversidad funcional. Tiene experiencia en deterioro cognitivo, síntomas psicológicos y conductuales de la demencia, síntomas psiquiátricos relacionados con trastornos neurológicos o con dolor crónico, autismo, TDAH, trastornos adaptativos, depresión, ansiedad, adicciones, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos del sueño, trastornos de conducta alimentaria, etc.

Dra. María Isabel Zamora
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