El perdón es una palabra que todos hemos escuchado antes, se nos ha enseñado que «debemos» perdonar y todos hemos hecho nuestras propias interpretaciones del término. ¿Cuántas veces hemos visto a un niño tener que dar un beso y decir perdón? El perdón es algo que supuestamente hemos aprendido a hacer. Pero si lo pensamos detenidamente, ¿sabemos qué es el perdón? ¿Sabemos cómo perdonar?

La comprensión que se posea del perdón se verá afectada por la influencia de la cultura, la religión y los factores personales que nos rodean, hecho que complica la mera comprensión del perdón. Por lo tanto, a lo largo de este artículo se va explicar y aclarar qué realmente es el perdón y cómo perdonamos desde una perspectiva psicológica.

Definición

Enright y Fitzgibbons (2000) definieron el perdón como “el deseo de abandonar el derecho al resentimiento, al juicio negativo y a la conducta indiferente hacia quien nos ha herido injustamente, a la vez que se fomentan las cualidades de la compasión, la generosidad e incluso el amor hacia él o ella”.

Es importante entender que el perdón es un proceso interno que el individuo elige activamente y que no depende del ofensor, es el salto de sentirse una víctima a sentirse un superviviente. El perdón es un regalo que uno elige hacer.

Para entender mejor el perdón, es importante tener en cuenta que el perdón no significa:

  • Olvidar: El perdón y el olvido son incompatibles. Para perdonar es necesario que haya una conciencia consciente del daño hecho, si me olvido del daño hecho, no puedo perdonar ni aprender de la experiencia.
  • Justificar o excusar al Ofensor: El primer paso en el perdón es aceptar el daño que se ha sufrido y validar la idea de que uno hubiera merecido algo mejor. El daño es real y puede ser inexcusable. Perdonar no significa creer que lo que pasó estuvo bien, fuera aceptable o «que no fuera tan malo».
  • Reconciliarse con el Ofensor: Como se mencionó anteriormente, el perdón sólo requiere acción por parte de la persona herida. No es necesario el contacto con el ofensor, por lo que la relación no tiene por qué ser renovada. Puedo perdonar sin reconciliarme ni contactar a esa persona otra vez. El perdón no requiere una disculpa.
  • Aceptar: Una mala comprensión del perdón puede ir acompañado del temor de que al perdonar nos colocamos en una posición de vulnerabilidad desde la cual es más fácil volver a ser heridos. Esta idea viene de la creencia que al perdonar dejamos ir la posibilidad de obtener justicia o protección. Podemos buscar que se haga justicia mientras perdonamos, pero es importante saber diferenciar entre buscar venganza y buscar justicia. De forma similar, sería adecuado tener en cuenta que, a lo mejor, la búsqueda de justicia por sí sola podría no proporcionar la sanación interna que buscamos.

El perdón no es una obligación, es un derecho y una elección que podemos hacer cuando queramos y estemos listos. Decidir perdonar implica tomar la decisión de no aferrarse al resentimiento y cambiar nuestra percepción, de esta forma podremos entender a nuestro ofensor (no excusar) y crecer a partir de la experiencia vivida.

El Proceso de Perdonar

Ahora que sabemos qué es el perdón (y qué no lo es), el siguiente paso que tendría sentido dar es comprender cómo perdonamos. Antes de entrar en el proceso del perdón, es relevante mencionar la importancia de ser paciente y amable con uno mismo; no podemos apresurar el verdadero perdón, tenemos que permitirnos sentir lo que sea que estamos sintiendo y trabajar lentamente hacia los próximos pasos de nuestro camino para poder llegar a perdonar verdaderamente. El perdón de ninguna manera implica negar las emociones negativas que podemos sentir hacia el ofensor.

Enright y Fitzgibbons (2000) describieron el proceso del perdón en cuatro fases:

  1.    Fase del Descubrimiento
  2.    Fase de Decisión
  3.    Fase de Trabajo
  4.    Fase de Profundización

Fase del Descubrimiento: Esta primera fase es el momento en que la posibilidad de perdonar está lo más alejada de nuestra mente posible. Es el momento de sentir el daño hecho y tomar conciencia de cómo el suceso ha afectado nuestra vida. No habrá perdón verdadero al menos que aceptemos nuestros sentimientos y nuestras reacciones. Si saltamos hacia la racionalidad y la comprensión sin dejarnos sentir primero, no habrá verdadero perdón, sólo un pseudo-perdón que no ayudará a nuestro crecimiento.

Este es el momento de llorar, desahogarse, enfadarse y sentir vergüenza. Podemos pensar en situaciones alternativas, e incluso podemos encontrarnos hablando a un espejo como si fuera nuestro ofensor. Es de esperar que surjan emociones como la ira o la vergüenza, en este momento es normal y solo hay que dejarlo salir de formas adecuadas. Escriba sobre ello, hable con gente y permita que fluya hacia fuera. Para sanarse, hay que sentir el dolor de la herida.

Fase de decisión: ha llegado el momento de decidir si se quiere o no perdonar. Como se explicó anteriormente, perdonar es un proceso activo que requiere de nosotros elegir la opción de perdonar.

Una vez que las emociones se han expresado, con el paso del tiempo, puede llegar un momento en que surja la sensación de estar atascados en las emociones negativas relacionadas con el suceso. Asimismo, también podemos empezar a darnos cuenta del desgaste que crea la fijación en las emociones negativas. La creencia de que tiene que haber alguna otra manera de lidiar con nuestras emociones y la situación comienza a florecer. Este es el momento en que podemos empezar a pensar en el perdón como una opción real.

Decidir perdonar es un regalo que decidimos ofrecernos a nosotros mismos, el ofensor no tiene que saberlo ni existe la necesidad de creer que él merezca nuestro perdón. En este primer paso solo se requiere tomar la decisión de dejar atrás las emociones negativas y estar dispuesto a trabajar hacia emociones más positivas.

Fase de Trabajo: Una vez que se toma la decisión de iniciar el camino hacia el perdón toca trabajar para lograrlo, de eso trata esta fase. El objetivo será cambiar nuestra percepción sobre el ofensor y obtener una mejor comprensión de la situación.

Para lograr este objetivo, un primer paso será aprender más sobre el ofensor: sus experiencias vitales, sus valores, etc. Hacemos el esfuerzo de ver el mundo a través de sus ojos y entender qué pudo moverle a actuar como hizo. Recuerde, estar de acuerdo con las elecciones hechas por el ofensor o excusar su comportamiento no es nuestro objetivo, sólo estamos tratando de entender.

Con el tiempo los sentimientos negativos pueden ser liberados lentamente. La comprensión obtenida podría, incluso, llegar a conducir a sentimientos de compasión hacia el ofensor. Es posible que no deseemos volver a contactar con él, pero podemos desearle lo mejor en el futuro.

La fase de trabajo es el momento en el que podría darse la reconciliación. Como ya sabemos, el contacto con el ofensor no es necesario para perdonar ni es necesario restablecer la relación para perdonar. El perdón puede ocurrir sin reconciliación y la reconciliación puede ocurrir sin perdón.

Fase de profundización: Tal y como lo describen Enright y Fitzgibbons (2000), la fase de profundización se caracteriza por la creación de significados que rodean al incidente ofensivo, la posible aparición de un nuevo propósito en la vida, la realización de la propia necesidad de perdón y un aumento de los sentimientos positivos.

Esta fase es cuando finalmente podemos decir que hemos integrado la experiencia, se ha encontrado un sentido a la existencia del suceso ofensivo. Hemos aprendido algo de él y de alguna manera nos ha cambiado para mejor, quizás ganando un nuevo propósito en la vida.

Cuando el perdón se da de verdad, el desprendimiento de sentimientos negativos ocurre y un sentimiento de liberación viene de la nueva comprensión adquirida. La comprensión de que no estamos solos también puede venir, no sólo de que muchos otros han pasado por nuestra experiencia, si no que también podemos tomar conciencia de que nosotros mismos podemos buscar el perdón de alguien en el futuro. Al final y al cabo, todos estamos aquí intentando aprender, crecer y sacar el máximo provecho de la vida.

Con todo esto, creo que ahora es el momento ideal para que miremos nuestras «mochilas de resentimiento» y decidamos si estamos listos y dispuestos para probar a perdonar, quién sabe, a lo mejor nos sentimos mejor después.

Bibliografía

Enright, R.D. (2010). Forgiveness is a Choice. A step-by step process for resolving anger and restoring hope. Washington DC: APA.

Enright, R.D (2015). 8 Keys to forgiveness. New York: W.W Norton & Company, INC.

Enright, R.D., & Fitzgibbons, R. (2000). Helping clients forgive: An empirical guide for resolving anger and restoring hope. Washington DC: APA.

Andrea Moreno
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Andrea Moreno
Psicóloga
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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