Septiembre ha sido un mes difícil para todos, especialmente para los más pequeños de la casa.

Después de mucho tiempo sin ir a la escuela, se vieron en la tesitura de tener que regresar, pero con muchas restricciones y medidas para su seguridad y sus maestros.

La gran mayoría ha demostrado una increíble entereza dándonos una valiosa lección, adaptándose a nuestra nueva normalidad con una excelente disposición. Han aprendido la distancia adecuada que deben mantener de sus compañeros, usan sus máscaras en todo momento, se lavan las manos tantas veces como les recordemos, han aprendido nuevas formas de saludar a sus compañeros y profesores, entre otras cosas. Además, todo esto lo han hecho con tenacidad y sin quejarse cuando les llaman la atención por no seguir las normativas.

Los niños y niñas han regresado al colegio sabiendo que existe un virus que podría poner en peligro a sus seres queridos. De ninguna manera quieren ser los causantes de que alguno de sus familiares caiga enfermo. Por esta razón, cumplen con las restricciones a rajatabla a pesar de no entender muy bien de donde provienen (por lo menos la complicada teoría que hay detrás de la palabra contagio o pandemia).

Sin embargo, con todos los cambios e incertidumbres que han atravesado durante los últimos seis meses, y con el recordatorio constante de la posibilidad de enfermarse con el virus, la ansiedad por separación ha sido un sentimiento común para algunos niños y adolescentes durante el último mes.

Este trastorno aparece cuando los niños o niñas creen que hay una gran probabilidad de que les ocurra algo malo, principalmente a sus padres o al cuidador principal. 

Si además tenemos en cuenta que, durante los últimos seis meses, la mayoría de ellos han compartido su casa con sus padres viéndolos de manera regular, el apego hacia ellos ha aumentado. Durante esos meses han construido rutinas y hábitos en comunión con sus padres que ahora deben dejar a un lado. Deben regresar a la escuela alejándose del hogar que ha sido su fuente de seguridad y estabilidad durante la época de cuarentena. Tienen que pasar a ver a sus padres pequeños ratos en las mañanas o en las tardes, mientras pasan la mayoría del tiempo lejos de ellos sin poder comprobar que se encuentran bien, seguros y sanos.

El miedo cobra sentido cuando están lejos de su círculo de seguridad, pierden esa sensación de que nada malo puede ocurrirles generando inmensa ansiedad cada vez que se encuentran lejos de sus familiares. Por otro lado, ir al colegio los pone en riesgo de contraer el virus y contagiar a alguno de sus familiares. Por lo tanto, se sienten en riesgo constante al estar expuestos en el colegio.

¿Qué podríamos hacer para ayudar a nuestros niños, niñas y adolescentes a hacer frente a estos altos niveles de ansiedad?

En primer lugar hay que darle cabida al miedo. Reconocer que existe y permitirles que lo expresen es el paso mas importante para superar cualquier miedo o nerviosismo que puedan sentir los mas peques. Si no cuentan con un vocabulario amplio para expresarse podemos ayudarles a través de dibujos, cuentos o juegos, ofreciéndoles el lenguaje necesario para exteriorizar lo que están sintiendo. Si cuentan con vocabulario y lenguaje suficientemente desarrollado hagamos preguntas como ¿Qué te da miedo? ¿Te asusta volver a la escuela? ¿Por qué? Una vez que hayan descrito con palabras lo que sienten empaticemos con ellos con frases como

  • «Si estuviera en tu lugar sentiría lo mismo»
  • «Está bien sentirse así / o sentir estas emociones»
  • «Volver a la escuela debe ser duro hoy en día, creo que eres muy valiente».

Al empatizar le damos espacio a que converse con nosotros lo que esta experimentando y podamos plantear estrategias exitosas para afrontar sus miedos.

Entre esas estrategias tenga en cuenta:

  • Consolar a vuestros hijos e hijas siempre con la verdad por delante. Si los engañamos ellos se darán cuenta y podrían confundirse dejando de confiar en vosotros en el largo plazo. Admitamos que a pesar de la situación no ser la mas idónea tiene muchos aspectos positivos como volver a ver a sus profesores y compañeros, aprender mas cosas en conjunto con sus compañeros, tener una rutina, entre otras cosas. Todas las ventajas que podáis darles cuanto mas especificas mejor. Esto no cambiara la situación, pero hará que sea mas llevadera.
  • No puede ayudar a su hijo o hija si no es consciente de lo que esta sintiendo. Comprenda sus propias emociones para que pueda compartirlas con ellos. De esta manera se sentirán apoyados y validados al no ser los únicos que sienten esos miedos. Demostrarles sus sentimientos y emociones los ennoblece ante sus hijos, les hace sentir menos raros aceptando la realidad y adaptándose mejor a ella. Eso si teniendo siempre en cuenta que el miedo no os debe paralizar, que debéis seguir adelante y seguir yendo al colegio. Cada día que asista al cole es un paso más en la batalla que afrontan contra la ansiedad por separación.
  • Podéis poner en práctica técnicas de relajación antes de ir a la cama o antes de ingresar a la escuela, disminuyendo un poco la intensidad de la ansiedad. Con los niños pequeños, puede usar un globo, pidiéndoles que lo llenen lentamente y luego, mientras deja que el aire salga del globo, expulsar el aire que ha llenado sus pulmones muy lentamente. Otro ejercicio que puede realizar es el cuadrado de la respiración, inhale, retenga el aire durante cinco segundos y luego exhale muy lentamente. Estos ejercicios puede repetirlos entre tres o cuatro veces hasta conseguir una respiración pausada.
  • Escriba o haga un dibujo con vuestros hijos o hijas sobre sus miedos, qué pasa con ellos, cuáles son sus pensamientos, sus sentimientos, qué es lo que más temen. Pueden hacerlo como un cómic poniendo distintas etapas de su día a día y como se enfrenta a cada una de ellas. Recuérdele su cómic favorito de superhéroes o de dibujos animados para que lo retraten de esa manera. Toda historia tiene un inicio un desarrollo y un final, al elaborarlo de esta manera consigue que su hijo lo elabore de esa manera en su pensamiento. Dibujar o escribir son actividades que pueden resultar terapéuticas.

Hay que estar atento a si vuestros hijos están reflejando lo que están observando en casa. Hay que poner límites saludables a la información que entra en casa, no solo por nuestra salud mental sino también por la de nuestros hijos. Estos limites permitirán que no nos sobrecarguemos de información aumentando nuestros propios niveles de ansiedad y por tanto los de nuestros hijos e hijas. Es bueno ser consciente de lo que nos preocupa para que podamos trabajar sobre ello y así no transmitírselo a nuestros hijos e hijas.

Cuando hacemos introspección también debemos poner en tela de juicio si nuestros miedos son racionales o no, si se adecuan a la situación y si tienen un origen justificado. Son tiempos difíciles donde nos enfrentamos a una realidad cambiante que como consecuencia generan gran incertidumbre en todos los aspectos de nuestras vidas. Esto puede llegar a paralizarnos afectando nuestros hábitos de salud mental.

Por eso es de vital importancia recordar que debemos dormir al menos unas ocho horas diarias, comer en base a una dieta balanceada, adherirnos a una rutina relativamente estable, dedicar tiempo a actividades de ocio y entretenimiento, hablar sobre lo que nos concierne o preocupa y si es necesario acudir a un especialista.

Estar en sintonía con tus sentimientos y emociones te permite reconocerlas mas fácilmente en tus hijos e hijas. Si sabes el origen de los mismos pueden poner en marcha los mecanismos necesarios para hacerles frente.

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