Llevamos todo el año esperando a que lleguen las vacaciones de verano para poder relajarnos, descansar y disfrutar de la pareja, los hijos, el tiempo libre… Pensamos que los problemas que no sabemos cómo abordar durante el resto del año, se van a resolver “solos” cuando las condiciones externas nos lo permitan.

Sin embargo, este momento tan deseado puede convertirse en una fuente inagotable de discusiones, peleas y malentendidos que nos frustran y que pueden acabar con nuestra paciencia y muchas veces incluso marcar la ruptura definitiva de muchas relaciones. De hecho, está comprobado que el nivel de separaciones y divorcios aumenta considerablemente después de los periodos vacacionales.

¿Qué podemos hacer entonces para evitar esto y realmente utilizar este periodo para sanar nuestra relación de pareja?

En primer lugar, si nuestra relación de pareja no funciona bien durante el año, el periodo vacacional (en dónde se convive de manera mucho más intensa, estrecha y prolongada) va a acentuar los problemas y hacerlos más patentes. No sirve utilizar las mismas estrategias y esperar que se produzcan resultados diferentes. Las necesidades y expectativas de cada miembro dentro de la pareja son distintas y por lo tanto ambas deben ser tenidas en cuenta. Planificar las vacaciones teniendo esto en cuenta es fundamental para evitar reproches y discusiones.

Gran parte de los problemas que tienen las parejas son consecuencia de una comunicación deficiente. La mejora en la forma de comunicarnos es por tanto, un pilar básico y necesario para mejorar una relación de pareja.

La “buena comunicación” requiere que seamos capaces de expresar nuestros sentimientos de manera directa y abierta, que seamos capaces de escuchar lo que nos dice nuestra pareja sin estar a la defensiva, y de tratar al otro siempre con respeto (sin insultar ni menospreciar) aunque estemos enfadados o frustrados. Se dice que la “buena comunicación requiere 3 componentes: una escucha activa y hábil (empatía), una expresión adecuada (asertiva), y comprensión y respeto.

Empatizar requiere que seamos capaces de ver el mundo a través de los ojos de nuestra pareja y que seamos capaces de aceptar su punto de vista como algo respetable y razonable aunque no estemos de acuerdo con él. Ser asertivo significa que expresamos nuestros sentimientos e ideas de forma directa y honesta pero sin atacar a la otra persona. Para ello es bueno utilizar expresiones del tipo: “ Yo creo que…., o yo siento que…”.

Finalmente, el respeto se consigue tratando al a otra persona con amabilidad, cariño aunque estemos enfadados o frustrados con ella. Este tipo de comunicación no es fácil de utilizar si no la hemos practicado antes y menos aún si lo intentamos cuando estamos en medio de una “bronca” con nuestra pareja. Si a pesar del los intentos por resolver las diferencias vemos que no somos capaces de mejorar la relación, quizás es el momento de plantearse la posibilidad de consultar a un profesional que pueda enseñarnos las herramientas adecuadas para mejorar nuestra relación de manera eficaz.

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