¿Qué es el Bullying? ¿Por qué sucede? y ¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos?

¿Qué es el Bullying? ¿Por qué sucede? y ¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos?

Cuando escuchamos la palabra “matón”, nos viene a la cabeza la típica imagen de un chico más mayor, molestando a un niño más pequeño o más joven. Esto sin duda es verdad, pero el bullying, engloba mucho más que eso.
Por tanto, ¿cuando empieza el bullying y qué es exactamente? El acoso en realidad comienza en cuanto los niños comienzan a socializarse. Así, la investigación indica que el bullying puede comenzar tan temprano como a los 3 años de edad. Si bien es difícil saber exactamente por qué algunos niños se convierten en agresores y otros no, hay pruebas que sugieren que algunos niños están genéticamente predispuestos a ser agresivos. La investigación también muestra que los niños que están expuestos a la agresión de manera consistente pueden imitar el comportamiento que observan en los demás. La mayoría de los niños aprenden a controlar sus instintos de ira y lucha, a medida que crecen, pero el “matón” no.

¿Te sientes identificado? Si es así, esto es lo que puedes hacer.

El bullying o acoso puede consistir en cualquier acción que se utiliza para herir a otro niño en repetidas ocasiones y sin causa (Olweus, 1993). Para que una situación de acoso se produzca debe haber tres condiciones presentes:

En primer lugar, tiene que haber un deseo, por parte del agresor, de causar algún tipo de dolor físico o emocional.

En segundo lugar, debe haber una diferencia de poder entre los individuos involucrados, ya sea el poder físico, o la facultad de excluir al otro del grupo social.

En tercer lugar, el comportamiento se debe repetir.

Como padres, si queremos saber si nuestros hijos están siendo intimidados, debemos primero conocer las diferentes formas en las que la intimidación se puede presentar. Existen diferentes tipos de bullying:

  • Físico: las formas más comúnmente conocidos incluyen golpes, patadas, zancadillas/ empujones, hacer gestos groseros, escupir, empujar, y tomar las pertenencias personales de otros.
  • Verbal: incluye burlas, bromas maliciosas, insultos, comentarios sexuales inapropiados, amenazando con causar daño y amenazas.
  • Psicológico: implica la difusión de rumores, manipular las relaciones sociales, la participación en la exclusión social, la extorsión, la intimidación y avergonzar a alguien en público.
  • Cyberbullying: Aunque este tipo de acoso es bastante reciente, debemos ser conscientes de él, ya que se ha vuelto muy popular entre los adolescentes. Este tipo de bullying sucede cuando se atormenta a un niño, preadolescente o adolescente, se le amenaza, acosa, humilla, avergüenza o de lo contrario es el blanco de otro niño, preadolescente o adolescente a través de Internet, tecnologías interactivas y digitales o teléfonos móviles. Es muy importante mencionar que tiene que tener un menor de edad en ambos lados, o por lo menos haber sido instigado por un menor contra otro menor. Si los adultos se involucran, ya no se trataría de acoso cibernético.

¿Por qué hacen bullying los niños?

Como se ha menciona anteriormente, los niños son intimidados porque el acosador quiere ganar poder sobre otra persona. Puede haber muchas razones por las que se elige a un niño, pero por lo general los niños que son intimidados no han hecho nada para causar dicho acoso.

¿Por qué son acosados a algunos niños y a otros no?

La mayoría de los niños son abordados por un acosador al principio de su trayectoria escolar, y/o cuando se cambian de colegio. A menudo es la reacción del niño a ese primer encuentro con el agresor, lo que determinará si se acercará o no de nuevo a él/ella. Algunos niños, debido a su apariencia, su temperamento, su acento o su disposición, muestran lo que llamamos «comportamientos vulnerables». Los niños que son acosados tienden a mostrar estas conductas «vulnerables».
Sin embargo, no sólo hay que centrarse en la víctima, sino también en el propio acosador. La intimidación es un comportamiento aprendido, y la mayoría de los agresores son, o han sido víctimas también. En la mayoría de los casos, están buscando tener el control sobre algún aspecto de su vida, queriendo parecer duros, para ser populares, o por celos. Suelen además  tener más patrones de comportamiento agresivo que la media, baja autoestima, inseguridad, y la negativa a aceptar la responsabilidad de sus actos.

¿Cómo podría saber si mi hijo está siento acosado?

Si su hijo es lo suficientemente valiente como para decirle que está siendo intimidado, entonces Usted tiene que asumir que está diciendo la verdad y actuar en consecuencia. Sin embargo, esto no siempre sucede así. Un niño puede indicar por su conducta que él o ella está siendo intimidado. Por lo tanto, como padres siempre debemos prestar mucha atención a los patrones de comportamiento de nuestros hijos para que si se producen cambios, podamos detectarlos. Usted podría notar algunos cambios en su comportamiento, como por ejemplo:

  • Falta de voluntad para ir al colegio
  • Negarse a participar en las actividades escolares
  • Evitación de situaciones sociales
  • Comportarse con miedo, temeroso
  • Traer ropa o material escolar roto a casa
  • Sensación de malestar, experimentar a menudo dolores de cabeza
  • Comenzar a retraerse y tener menos amigos
  • Notas más bajas en el colegio
  • Ansiedad
  • Agresión hacia Usted u otras personas en su familia
  • Irritabilidad
  • Mojar la cama

Cuidado, también podría haber otras razones, así que trate de evitar llegar a conclusiones incorrectas. Hágase las siguientes preguntas:

  • ¿Hay algo más que pueda estar afectando a mi hijo?
  • ¿Ha habido cambios en el hogar como un nuevo bebé, o divorcio o separación?

Si no ha habido ningún otro cambio y sospecha que el bullying puede ser la causa de la angustia y la ansiedad, es importante tratar de actuar tan pronto como sea posible.

¿Qué podemos hacer?

Ser acosado puede dañar la confianza de cualquiera. Un solo insulto puede permanecer en la vida de una persona durante mucho tiempo, hasta el punto en el que empezamos a creer que lo que los “matones” dicen de nosotros es cierto, cuando no lo es.

Estas son algunos consejos sobre como poder ayudar a su hijo:

  • Hay algunas herramientas muy sencillas que nuestros hijos pueden utilizar para romper el ciclo del bullying. Podemos enseñarles a usar los argumentos de los “matones” en su contra. Por ejemplo, si un “matón” le dice a un niño, «Eh, te he visto tratando de jugar al fútbol hoy. ¡Eres lo peor! ¡Todo el mundo se estaba riendo de ti!” La víctima entonces podría no darle ningún poder al acosador y responder, «Sí, supongo que no soy muy bueno. ¿A ti se te da bien?” El “matón” podría responder: «¡Yo soy mejor que tú!», y la víctima puede decir: «¡Qué guay!, ¿Practicas mucho? ¿Juegas fuera del cole en algún equipo?». El acosador podría molestarle durante un poco más, pero en el fondo ha perdido su poder de controlar la situación y, por tanto irá a buscar una nueva víctima. Si bien este es un ejemplo muy simplificado, la idea básica es que la víctima del acoso escolar debe evitar darle su poder, ya que después de un tiempo, el “matón” terminará cansándose y dejará de intimidarle.
  • Otra de las herramientas, es tratar de hacer partícipes a los amigos, ya sea como espectadores o testigos. Tan sólo se necesita que un compañero respalde al acosado, para que el “matón” piense dos veces sobre su comportamiento.
  • También es muy importante que trate de animar a su hijo a contar lo que ha sucedido. No sólo para él, sino también para sus compañeros.
  • Crea lo que su hijo le diga; hágale saber que confía en él y que pueden contar con Usted. De esta manera Usted podrá enseñarles cómo resolver eficazmente un problema. Es muy importante dejar que su hijo tenga sus propias ideas. Por ejemplo, hágale preguntas como: «¿Qué crees que se puede decir la próxima vez? o, ¿Qué crees que podría funcionar?». Una vez que le de una respuesta, Usted podría preguntarle: «¿Qué crees que va a pasar si haces eso?». De esta manera usted puede guiarlos con el fin de ayudarles a comportarse de la mejor manera en tales situaciones.
  • Nunca olvide que la mejor estrategia para abordar el problema es la prevención. Confíe en su hijo, enséñele buenas estrategias de afrontamiento, cómo manejar sus emociones y hágale respetar a los demás y a sí mismo.

Por último, si Usted nota que el comportamiento de su hijo empeora, y el acoso no ha cesado, puede pedir ayuda al orientador del colegio, a los maestros y/o a un psicólogo especializado.

Itxaso Cembrero atiende a niños y adolescentes en español e inglés, tanto en la sede de SINEWS de Zurbano 34 como en La Moraleja. Se ha formado especialmente en bullying y se desplaza para dar charlas en Colegios y Asociaciones de Padres.

Para pedir una cita con ella, puede llamar al 91 700 19 79.

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When giving up is good for you

When giving up is good for you

Most people hire a coach because they want to reach a certain goal. Therefore, coaches are known for helping you get more of what you want and less of what you don’t want, right? Well, yes and no.

Having and reaching goals has been related in the research literature to many positive outcomes. They energize and direct our efforts in a wanted direction, give meaning to our lives and are often an important part of our identity. Reaching goals (or not) is an important feedback process which helps us to know if we are “on track”.

Especially in the Western cultures, goals are mainly related to “doing”. We should not forget that doing somthing, often automatically leads us to “being” a certain way. Achieving a way of being can be part of the goal, like in: “I want to do exercise daily in order to be physically fit until old age”. Nevertheless, sometimes we forget about the being part of a goal and commit to actions that have unwanted side-effects on that level, as in: “I want to have my own business, but this means being less available for family and friends”. In other occasions we pursue a certain goal that over time turns out to be unrealistic or unattainable.As you see, wanting the right thing is not always that easy. This is why part of a coach’s job is to explore and fine-tune goals and their desired outcomes on different levels, to then pick those that are realistic and attainable and say no to those that are not. Depending on the nature of the goal, this can be hard to accept. In the age of unlimited possibilities, we tend to reject the idea that giving up on a valued goal might be the best thing we can do to increase our well-being.

So here is what you need to know about the choice of giving up.

Research shows that one of the important traits related to “keep going when the going gets rough” is dispositional optimism. Optimists think that the future will bring positive outcomes and are more likely than pessimists to stick to their goals in times of adversity. It makes a lot of sense that having positive expectancies about the future will encourage a continued effort when faced with difficulties. That’s why popular articles often link optimism to persistence and higher goal attainment which in turn are related to higher emotional and even physical well-being.
Nevertheless, another less known fact about optimists is that they are also better at dealing with situations where goals become unattainable. This capability has been called healthy goal adjustment.

Making plans is easy but life is never fully under our control. Many things can happen that impact our priorities or possibilities, generating the need to readjust our goals.

Researchers say that goal adjustment consists of two different actions: disengaging from the unattainable and reengaging in alternative goals. It has been shown that when goal adjustment happens successfully, people maintain a sense of purpose, preserve their subjective well-being, experience less stress and develop less depressive symptoms.

In general, when optimists face a problem that might put a goal to risk, they are likely to engage in constructive problem solving. They look for solutions and often find them. But, when their attempts to solve the problem fail, they are able to stop trying and turn to more emotionally focused strategies like acceptance, humor or positive reframing (seeing the positive within a negative event).

For me, one of the most complicated decisions in this equation is to know when to label a goal as unattainable. Even optimists seem to have difficulties with that, as they have been shown to persist in impossible tasks far longer than their pessimistic counterparts. Nevertheless, the frustration they feel when they finally give up, doesn’t last long. In fact, it seems that one of the important differences is that optimists are much better than pessimists in finding new goals that substitute the ones that have become unrealistic.

As having unattainable goals is a pretty common experience, and you want to be able to access the positive potential of letting go when it’s time to, let’s summarize what you can do to increase healthy goal adjustment.

  1. Know your tendency. Are you an optimist, sticking to goals as long as you possibly can, sometimes even too long? Are you rather pessimistic in your outlook on life and your own capabilities? Are you likely to overestimate the size of a problem? Do you underestimate your capability to solve it? Are you energized by starting something new, even before finishing off a previous project? Or are you more likely to overestimate your capacity and push yourself far over your limits attempting to “do it all”? Take these inclinations into account as you work towards different goals and objectives and when you consider giving up on something.
  2. First, be constructive. When you are trying to achieve something and a problem comes up, first try to find a way to solve the issue. Open up to different strategies and remember that the road to success if hardly ever straight. When an adversity is out of your control, trying to “solve it” is very likely to be frustrating. In these cases we can only decide to deal with it as good as we can and adjust to the new reality.
  3. Give up specific actions. If a goal is clearly unattainable make a conscious choice to disengage from it. Withdraw your efforts and commitment, while accepting that sometimes things just don’t work out as expected. In this stage it is important to only give up on very specific goals. A generalized decision to “give up” is never a good idea. It is beneficial though to let go of specific actions, strategies and plans. Feel the difference: “Now that I have decided to care for my ailing mother I can forget about being active myself” versus “I won’t be able to go running three times a week while I am caring for her”.
  4. Find a new goal that you can pursue and direct your efforts to. Identify what you would like to do with the time and energy you just released. Complement your decision to quit with another decision to engage in something new. This is how it could look like: “Now that I won’t go running three times a week, I want to make sure I walk as much as I can, taking the stairs, getting off the bus a stop earlier and meeting friends for a walk, instead of having a drink”.
  5. Cope with emotions. If the transition to a new goal is hard to make and you find yourself experiencing difficult emotions, make sure you create room for these reactions instead of pushing them away. Ways of dealing with emotions include labeling them (“I am disappointed/worried/disturbed…”), expressing them through writing, talking or other physical forms of expression or reframing what you feel in a positive way (“This feeling of frustration shows me that I am very committed to my health, I want to make sure I honor this need by recommitting to different ways of caring for myself”).

Remember that once you disengage from the unattainable goal and reengage with a good alternative, you are very likely to recover a sense of mastery and buffer yourself against the negative effects that come from saying no to a previously valued goal.
If you want to reality-check your goals, need to recommit to a new and more realistic goal, or think you could help some support in coping with a recent goal transition, don’t hesitate to get in touch.

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De corderos, amigos y el arte de conocer

De corderos, amigos y el arte de conocer

Así como la sabiduría misma puede revelarse a través de las cosas más sencillas, resulta ser que a menudo, grandes tratados de psicología se encuentran escondidos en los recovecos más insospechados e incluso aparentemente ingenuos.  He aquí uno de ellos.

En algún lugar del capítulo 4, del que puede considerarse uno de los más tiernos e inocentes relatos, Antoine de Saint-Exupéry en su “Principito”  nos cuenta como la prueba de que este pequeño existió, “es que era encantador, que reía y que quería un cordero”.  Subrayemos aquí el concepto de querer un cordero y remontémonos al relato.  El Principito, aquel “hombrecillo rubio”,  como lo llamaba el narrador y piloto de la historia le pide nada más y nada menos, justo en el momento en que lo conoce, que le dibuje un cordero. Y la razón por la que le pide un cordero, es porque quiere un amigo.  Para Antoine, la prueba  fehaciente de la existencia  de aquel ser menudo, era el hecho de quería  un amigo. Poco más merece, según el autor,  ser destacado como testimonio de la vida del “hombrecillo” y está psicológicamente en lo cierto.

El existir no se concibe sin el anhelo de un otro.

Muchas veces hemos oído que el ser humano es social, que necesita del contacto e interacción con otros no solo para su supervivencia, sino para el disfrute pleno de su ser y estar. Y ese buscar al otro, disfrutar de él, empatizar con sus circunstancias y descubrirlo, se hace creando lazos.  Lazos que, tal y como se encuentra diseñada la vida de hoy, posiblemente surgirán, para los más pequeños, en el lugar en el que pasan la mayor parte de sus horas de vigilia: el cole.

Suena muy utópico, para un niño de 2 años, eso de crear lazos, pero llevado al terreno práctico no significa más que “gozar de y en compañía”. A menudo se da poca importancia a las relaciones sociales de los pequeños llegando a ser incluso el aspecto que menos preocupa cuando, realmente, lo importante de que una “personita” asista a un jardín de infancia, no es que aprenda los colores, o que pueda decir los días de la semana en inglés.

A los padres eso los alienta, hace que en sus torsos crezca el sentimiento de orgullo, que ojo, es muy importante; sin embargo, lo realmente trascendental es que los pequeños aprenda a vincularse, a interpretar señales sociales, a compartir y a buscar y disfrutar la interacción con sus pares. Los padres, no están en el cole, pero el ejemplo vivo de una conducta empática o emotivamente divertida no requiere su presencia continua en el centro escolar. Al llegar al cole a buscar a los más pequeños (con sus 2 o 3 años), no sólo hay que limitarse a preguntarles por su día, de hecho, escasa introspección y reflexión  podrán ofrecer.

Tomarse 5 minutos para además de darle todos los besos y abrazos que quepan en ese instante, preguntarles si un chico o chica específico ha ido al cole ese día, proponerles que vayan a decirle adiós o que vayan a ver si está jugando con sus padres en el arenero y entonces acompañarle, interesarse por el “amigo”, hablarle, hacerle reír, etc.,  va a servir de modelo a una conducta y a la vez despertará un interés que va más allá del mecánico “interactuar educado”.

Hay que fomentar la construcción de vínculos realmente significativos en los niños, tengan la edad que tengan.  Y para ello hay que potenciar las interacciones sociales en los chicos, fuera del colegio también, inscribiéndolos en alguna actividad extracurricular, haciendo el esfuerzo de salir con ellos al parque y asistirlos en la labor de relacionarse con otros o incluso utilizando los “play dates” o citas de juego, que son comunes en Estados Unidos y pueden ser un recurso al cual recurrir si vemos que nuestros chicos se sienten más cómodos en grupos pequeños y en un ambiente conocido y más reducido como puede ser una casa.  A la vez, los play dates sirven también para que los padres, que han de “modelar” aquello que quieren ver en sus hijos, tengan la ocasión de conocer a otros padres abriendo así posibilidades para ellos mismos.

Todos los adultos sabemos que las experiencias sociales únicas, o los vínculos especiales son los que realmente crean una resonancia emocional en nosotros, una sensación incluso física de “emoción” cuando pensamos en personas queridas o las vemos. Y la razón por la que estos sucede, es que han dejado de ser completamente ajenas y se han convertido un poco en “nuestras”. Hemos pues, creado un lazo con ellas. Se podría decir (tomando prestado el concepto tal y como lo utilizó De Saint-Exupéry) que hemos “domesticado” a alguien, o nos han “domesticado” a nosotros.

Remontémonos otra vez al relato que nos ocupa, para centrarnos esta vez en una propuesta: Propuesta que un zorro hace al pequeño Principito, quien estuvo poco tiempo en el planeta tierra, pero hizo a otros parte de sí y también se hizo él parte de otros: “Si me domesticas -dijo el zorro, seré para ti único en el mundo. Serás para mí único en el mundo…mi vida se llenará de sol”. Astutas criaturas son los zorros, y este más aún. He aquí el gran, sabio y pequeño secreto a voces del que se hizo eco y que escogió compartir con su amigo de rubios cabellos: “Sólo se conocen las cosas que se domestican. Los hombres ya no tienen tiempo para conocer nada”.

Hay cosas que merece la pena que se extingan, como los hombres que ya no tienen tiempo para conocer nada. Y hay pequeños grandes tratados que merecen la pena ser compartido, como éste. Pero sobre todo, hay cosas que merecen la inversión de todo el tiempo que sea necesario para cultivarlas, tal y como el que un niño aprenda a domesticar.

Rocío Fernández Cosme
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Rocío Fernández Cosme
Psicóloga
Niños, adolescentes y adultos
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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Por qué cuidar de los oidos

Por qué cuidar de los oidos

Se acercan el veranito y las vacaciones y los días de piscina y… ¡¡¡LOS DOLORES DE OÍDO!!! SÍ, bueno, no todo puede ser perfecto. ¿Quién de vuestros hijos sale a la primera del agua? Es una misión casi imposible sacar a los niños del agua. ¡Aunque estén azules de frío! Y claro, lo primero que pensamos es: “ya se cogerá el resfriado del verano”. Pero casi nadie piensa en los oídos, ese órgano esencial para poder percibir los sonidos del mundo y, consecuentemente, aprender a hablar.

Cuando pasamos mucho tiempo en el agua, nuestro oído externo, ese canal que transporta el sonido desde el exterior hasta la membrana del tímpano para luego pasar a porciones más internas, se puede irritar y, entonces, se producen pequeñas grietas que permiten la entrada de bacterias u hongos, lo que causa la otitis externa.

El principal síntoma de una otitis externa es el dolor, pero también se puede hinchar el canal auditivo y, en algunos casos, supurar. Y claro, si hay hinchazón o algún agente extraño en nuestro canal, la audición se ve reducida temporalmente.

¿Y qué pasa si ese dolor de oídos viene acompañado de catarros, sobre todo en un niño propenso a las infecciones de vías respiratorias y/o inmerso en un entorno que le hace más susceptible (humo del tabaco, tomar el biberón en la cama, guarderías)? Pues podría aparecer una otitis media.

Estas infecciones son muy frecuentes en niños de entre 6 meses y dos años, pero se pueden sufrir a cualquier edad.

El oído medio, que es donde se producen las otitis medias, es una cavidad llena de aire ubicada  detrás del tímpano. Esta porción del oído está conectada con la nariz por medio de un “tubo” llamado trompa de eustaquio. Este es el encargado de la ventilación del oído y de mantener igualadas las presiones del oído medio con la del exterior para que el sonido pueda trasmitirse correctamente.

Cuando los niños sufren alguna infección de las vías respiratorias con frecuencia, las bacterias o virus pueden pasar a través de este “tubo” al oído y provocar la infección. Cuando esto ocurre, esta porción del oído se llena de líquido, con lo cual ya no puede trabajar como es debido y ciertos sonidos dejan de percibirse adecuadamente.

Aunque ambas infecciones provocan una pérdida temporal de la audición, que se restablece cuando la infección es tratada, si un niño sufre reiteradas otitis los períodos de disminución de la audición pueden ser prolongados, lo que causa un retraso en el lenguaje.

Esto no significa que su hijo se queda “sordo”, es más, es algo casi imperceptible, ya que el niño sigue respondiendo a muchos sonidos. Sin embargo, si observamos con atención, lo más probable es que el niño responda de manera inconsistente a su nombre, si está en lugares abiertos le será necesario mirarle a la cara para poder “adivinar” lo que intenta decirle, no imita ciertos sonidos, produce menos vocalizaciones o simplemente la producción de sonidos se limita a sonidos aislados, sin la complejidad de los sonidos propios del habla.

Estos sonidos, los del habla, son los sonidos más finos y precisos, por ende, los más afectados ante otitis repetitivas. Es como si su hijo recibiera un mensaje más o menos así: “ua do al a e a ua vamo a a a de o a  e  lo”.
Las infecciones de oído se tratan fácilmente y, cuando se pasa el dolor o el catarro, nos olvidamos por completo. Pero si un niño no se recupera bien, la disminución de la audición puede continuar, con el consecuente retraso en el lenguaje. Si esto sucede, solo lo podemos saber haciendo un estudio audiológico llevado a cabo por expertos en audiología infantil –y os puedo asegurar que no hay muchos.

Cuando papás llegan a la consulta preocupados porque su hijo de 20 meses aún no dice ninguna palabra, lo primero que recomiendo es una valoración de la audición. ¡Después de los resfriados comunes, las otitis son la enfermedad más frecuente en los niños! Así que tiene sentido que revisemos nuestros oídos.

Y ahora ya sabemos, a disfrutar a tutiplén del veranito, pero a la vuelta hay que agregar a la lista de pendientes una visita al otorrino o a un audiólogo infantil.

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Your Social Life..... Online......

Your Social Life..... Online......

Social Networks have intruded in our life and are here to stay. We can’t deny that there are some positive aspects, however…

Let´s look at this short example…

Kim, a 30-year-old primary school teacher, was the last of her friends to join Instagram. The day she signed up, she followed some 60 accounts—friends and colleagues as well as accounts maintained by celebrities she was interested in. She then started to post photos intensely everyday.

By the end of the month, she was following more than 150 accounts, most of them people she actually knew, but she was only being followed by 15 people…

Obviously celebrities wouldn´t follow her back, but she couldn´t help but wonder why some in her circle of friends hadn´t… «I took it very personally», she told me “Was my life so boring that it was not worth following?» she asked herself or » We weren´t really friends after all»….

And this is where the problem starts…

What´s the answer?

Well, it could have been both… or it could have been neither… Perhaps they didn´t really like her and were trying to convey that…..or thought her life was so boring it made no sense to follow her…

Or maybe it was something much less harmful then what she contemplated… maybe her friends simply don´t take social networks as seriously as she does and would have been surprised to know they´d hurt her. But it was no longer about the intention or cause; Kim was already questioning relationships she´d felt fine with just weeks earlier…

Social media-induced anxiety is happening with increasing frequency. Just as businesses and brands use social media to interact with their target audience and monitor its interests, people are using social media to figure out how their friends and colleagues feel about them.

«Likes» could be signs of approval and not «liking», not following, could translate into disdain. Social media can facilitate a cycle of reward and gain; or conversely a cycle of insecurity. It has changed many aspects of relationships: while following friends living around the world can make you feel more connected to them, making time to meet a friend for coffee seems much more difficult then chatting online.

Social media also triggers feelings of isolation and self-doubt. But this leads back to the root of the problem, that once again we’re dependent on social media for emotional support. Perhaps we´re suddenly getting “unfollowed” or “unfriended” by someone, or we give much more importance to the «likes» and attention that we receive…We could again feel unappreciated and disliked…

That´s why even if you feel irritated when friends respond or comment to a friend but not to you it´s important to remember that social media is pretty shallow…often offering a false feeling of intimacy: one that makes us feel we connect, and we really know how others feel about us.. But isn´t it better to check it offline, grabbing a cup of coffee in real life?

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How mindfulness can help you reach your goals

How mindfulness can help you reach your goals

Let’s be honest. How many times have you had a certain plan but ended up losing track of it, maybe without even realizing that you were doing so. Many of our very well intentioned and, logically thinking, really useful goals end up being forgotten, postponed or delayed to death. We might have a great start but something happens on our way to finish that makes us lose focus on our goal. Mindfulness might be the thing you need to deal with this obstacle.

Mindfulness is the new buzzword. From mindful eating for increased pleasure, mindful conversations for a better connection to our loved ones to mindful parenting; the art of non-judgmental awareness and acceptance is being applied to multiple disciplines. Actually mindfulness does seem to be a hugely versatile skill and way of being in the world. The behavioral, social and neurosciences suggest that mindfulness can increase our focus and our happiness while also reducing stress, physical pain and heart disease. And I think mindfulness, too, is a basic skill for goal achievement.

The basic idea you need to remember is that mindfulness training (which consists of formal meditation practice and daily life activities that are completed in a state of presence and observation) teaches you to maintain your focus where you want it to be. This can mean to keep your attention on your breathing, your thoughts, your feet touching the ground while walking or getting in a state of something called spacious awareness, where you expand your senses to become aware of all the input you are receiving through them in the present moment. Once you realize you have lost your focus, you return to the chosen object of attention, without judging yourself, practicing an attitude of acceptance, patience and persistence each time you do so. Note that it’s the repeated becoming aware of where you are and returning to where you wanted to be that builds your mindfulness, not the fact of staying centered in itself.

So, how can we use mindfulness to obtain our goals? Let’s imagine goal attainment as a journey of a «space shuttle»* to a far away planet. Once we are on the mission and racing through space, we realize that on our way to Goal, we pass many different planets, each with their respective fields of gravity. They are not the objective of our mission but its power of attraction might take our spaceship off course. Actually some of these fields of gravity might that strong, that we end up cruising around the (wrong) planet for ages, wasting fuel and time for a mission that we’re not really on.

In daily life this metaphor translates into all these different missions we are on, and all the daily distractions that bring us off course. I want to eat healthy but get into the field of attraction of a yummy, sugary treat and off I am, on the mission to Chocolate and Cheesecake. Or, if we talk about more serious problems like mental illness, we want to be free from social anxiety but end up giving in to our catastrophic thoughts that make us believe that we should just stay home because going out to meet new people would be just too scary.

Mindfulness is about realizing when you are diverging from your path. It reminds you to readjust your direction, so that you can get back on track.

So, you might ask…. Mindfulness is about always staying on course? No. Mindfulness accepts that always staying on course is practically impossible as there are so many distractions around, and so many projects that compete for our attention. Mindfulness is about realizing when you are diverging from your path. It reminds you to readjust your direction, so that you can get back on track.

In practice we have found, that many goals are being disposed because our initial expectations are highly unrealistic. We think that just by setting an intention we will be able to “get there”. The fact is that we will probably encounter difficulties and get off track. If we lose hope in those moments and conclude, that we will not make it, we give in to being on the wrong mission and just maintain the course of least resistance. Being mindful and realizing where your centre of focus is at a certain moment, can help you to:

  • Gain awareness that you are not doing what you wanted to do
  • Accept that fact without judgment (and further waste of energy)
  • Decide to get back on the track that is in line with your goals.

Given the fact that there is no straight line towards big achievements, it just seems the most useful attitude to adopt. So these are my recommendations to mindful goal attainment:

Stop regularly to connect to the present moment. Be aware of the course you are on. Ask yourself where it is leading you, if you are moving forward or going in circles. Adjust your course if necessary. Then, repeat whenever needed.

Are you interested in staying focused on your path while accepting where you are at the present moment? At SINEWS we can help you reach your goals. Ask for an appointment with our Wellbeing and Life Transitions Coach Eva or our Acceptance and Commitment (ACT) therapist Lidia.

*a metafor used by my mindfulness teacher Rafael De Silva

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El papel del logopeda

El papel del logopeda

“¿Qué es la logopedia exactamente?” Es una pregunta que me han hecho a menudo. Debido a que es una disciplina relativamente nueva en España, parece ser todavía una gran desconocida y en este artículo me propongo explicar de una forma sencilla a qué nos dedicamos los logopedas y en qué consiste nuestro trabajo.

La logopedia, conocida en América Latina como fonoaudiología y en el mundo anglosajón como Speech and language therapy o Speech and language pathology en EEUU, es la disciplina sanitaria que trata la prevención, la investigación, la evaluación, el diagnóstico, y el tratamiento o rehabilitación de los trastornos de la voz, el habla, el lenguaje, tanto oral como escrito, la comunicación y la deglución.

El objetivo principal de la logopedia es rehabilitar cualquier aspecto de la comunicación humana cuando ésta ha sufrido alteraciones, sea por una causa orgánica evidente, como puede ser una dificultad para expresarse tras un accidente cerebrovascular, o por una alteración de tipo funcional, esto es sin una lesión orgánica subyacente aparente, como pueden ser las dificultades de procesamiento del lenguaje o de expresión que presentan algunos niños.

A continuación voy a explicar de manera algo más detallada cada área mencionada en la definición anterior. Éstas son la voz, el habla, el lenguaje, la comunicación y la deglución. Aunque las dificultades no siempre se presentan tan claramente divididas en estas áreas, lo expondré así para un mejor entendimiento.

Dentro de los trastornos de la voz que pueden requerir tratamiento logopédico se encuentran las disfonías, que son alteraciones de origen orgánico o funcional que pueden afectar al timbre, la intensidad, la extensión y la duración de la voz. Estas alteraciones pueden afectar tanto a niños como a adultos y suelen ser bastante comunes, sobre todo en ciertas profesiones.

En cuanto a las dificultades en el habla, éstas engloban cualquier dificultad en la articulación de los sonidos, como las dislalias en niños, la disartria tras una lesión neurológica; o la tartamudez, relacionada con la fluidez del habla.

A continuación el área del lenguaje, donde nos referimos a la representación simbólica y en concreto a los siguientes aspectos lingüísticos: fonológicos, sintácticos, semánticos, de comprensión o de expresión del lenguaje, que pueden verse afectados en el proceso de adquisición del lenguaje, tras una lesión neurológica o cuando hay dificultades de audición. También es función del logopeda la evaluación, el diagnóstico y la rehabilitación de los trastornos de la lectoescritura, de los cuales el más conocido es la dislexia.

En el bilingüismo el logopeda juega también un papel importante, como puede ser en el asesoramiento a padres, al diagnosticar y tratar posibles alteraciones en la adquisición del lenguaje o de determinados sonidos, o en la reducción de acento en adultos que adquieren una segunda lengua.

En el ámbito de la comunicación se suelen incluir las dificultades de tipo pragmático, en el uso del lenguaje, que pueden tener los niños que se encuentran dentro del espectro autista por ejemplo.

Los logopedas también se ocupan de la valoración y el tratamiento de los problemas de deglución, el proceso de tragar alimentos. Desde la deglución atípica en niños hasta la disfagia en personas que por cualquier causa han sufrido un daño neurológico que les dificulta la deglución de líquidos o sólidos. Relacionado con este aspecto fisiológico, la Terapia Miofuncional se ocupa de la evaluación, diagnóstico, prevención y rehabilitación de trastornos que afectan a las funciones orofaciales, como son la respiración, succión, masticación y deglución.

No hay que olvidar que en todo caso hay una persona implicada, por lo que debemos tomar en consideración y reunir aportaciones de otros profesionales, como audiólogos, pediatras, neurólogos, psicólogos, pedagogos, psicolingüistas, profesores, oftalmólogos, dentistas, etc.

Por supuesto también es esencial un diálogo constructivo con la familia y el entorno de la persona, ya que es donde ésta va a pasar la mayor parte del tiempo y es necesario que sienta que puede desenvolverse de forma efectiva en sus actividades de la vida diaria.

En la logopedia clínica se trabaja con el objetivo de conseguir funcionalidad, se trata de dar las herramientas necesarias para mejorar en lo posible las dificultades presentes. Todavía no se ha inventado una medicación que cure las dificultades del lenguaje y la comunicación, sino que la logopedia es una terapia compleja, donde se parte de una línea base y se van estableciendo unos objetivos a conseguir. Poco a poco se ven los avances y se suele obtener gran satisfacción, tanto por parte del paciente como del terapeuta, al apreciar mejoras en algo tan importante como es la comunicación.

Con este artículo no he pretendido detallar de forma exhaustiva las funciones del logopeda, mi intención ha sido dar una idea global de lo que es la profesión. Por último quisiera recomendar dos películas muy interesantes relacionadas con la rehabilitación de la comunicación. Una es El discurso del rey de Tom Hooper, donde el rey Jorge VI recibe ayuda con motivo de su tartamudez. La otra es El pequeño salvaje (L’Enfant sauvage, 1970) del director François Truffaut, inspirada en la historia de Víctor de Aveyron, un niño encontrado en los bosques de Francia, donde aparentemente había pasado toda su niñez sin haber desarrollado el lenguaje y su relación con el doctor Jean Itard.

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Introduciendo el Trastorno Bipolar

Introduciendo el Trastorno Bipolar

«Es cuando alguien cambia de forma de ser muy rápidamente». «Cuando alguien parece que tiene doble personalidad». «Es cuando alguien se emociona muy rápido por una cosa y luego cambia de idea»

Estas son algunas de las ideas (equivocadas) que mucha gente tiene acerca del Trastorno Bipolar y que se pueden encontrar por la web en blogs y páginas personales.

Sin embargo el trastorno afectivo bipolar (TAB) es mucho más que simples cambios de humor o un carácter fluctuante o apasionado.

Se trata de una enfermedad mental seria, que puede llegar a ser grave y causar grandes perjuicios y malestar a quienes la padecen pero para la que existen múltiples tratamientos que son muy efectivos. Es por ello que conviene conocer la enfermedad y poder reconocerla cuando se presente.

El TAB, que antes se llamaba psicosis maniaco-depresiva, consiste precisamente en eso: alternar episodios de depresión con episodios de manía.

La depresión quizá es mejor conocida por todo el mundo: sentimientos de tristeza y minusvalía, falta de energía e incapacidad para experimentar placer, alteraciones del apetito y el sueño, todo ello con la intensidad suficiente para afectar nuestra vida diaria y nuestras relaciones sociales (ya escribimos un artículo acerca de la depresión).

La manía por el contrario es menos conocida y suele pasar desapercibida en muchos casos, especialmente por el propio paciente. Sería un estado opuesto a la depresión. Durante una fase maniaca las personas se encuentran más alegres de lo habitual (o más irritables, también es posible), más activos, con más energía. Normalmente no necesitan dormir y no se encuentran cansados. Además su habla y su pensamiento fluyen más rápido de lo normal, están más creativos y les vienen grandes ideas y proyectos que, al concluir el episodio maniaco, pierden su sentido y parecen absurdos o descabellados. También es frecuente un mayor deseo sexual y un menor control del gasto económico. Todos estos síntomas juntos hacen que la persona se comporte de una forma poco que no es propia de él y se exponga a situaciones perjudiciales o de riesgo.

Todos estos síntomas (tanto los de la depresión como los de la manía) pueden darse de forma ocasional y aislada en cualquier persona sin que ello suponga que padezca un TAB. Cuando las cosas nos van bien, sacamos adelante un proyecto o ganamos un dinero todos nos alegramos, salimos a celebrarlo y reparamos menos en el gasto. Y al revés, cuando las cosas nos vienen torcidas nos entristecemos y nos cuesta más mantener el ritmo. Sin embargo, dos características diferencian al TAB de estos cambios de humor más habituales: el patrón con que se presentan y la intensidad de los síntomas.

Las personas que padecen TAB alternan épocas de su vida que podríamos llamar «normales» (es decir, libres de síntomas, con sus afectos y emociones conservados, con sus penas y alegrías como todo el mundo) con épocas de depresión y épocas de manía. Estas épocas «sintomáticas», llamadas fases o episodios, aparecen sin causa aparente, con cierta periodicidad y cuando se miran en retrospectiva se ven como episodios recortados en el tiempo. Algunas personas refieren que cada dos meses pasan al menos dos semanas deprimidas y una vez al año, sin saber por qué, empiezan proyectos que nunca terminan. Otras comentan que todos los años al comenzar el otoño caen en depresión y que por el contrario en marzo se vuelven más alegres y activos, pero nunca al revés. También es frecuente gente que recuerda haber pasado por episodios de manía en su juventud pero que tras el paso de los años solo mantiene episodios de depresión recurrente. En cada persona el patrón puede ser diferente.

En cuanto a la gravedad de los síntomas estos pueden variar de lo moderado a lo grave, pero es normal que se acompañen de una gran repercusión sobre la vida diaria. Una persona que padece depresiones recurrentes, con falta de energía y motivación, sufre el riesgo de faltar a clase o al trabajo, no presentar los proyectos a tiempo, apartarse de los planes y aislarse de sus amigos y familiares y con el paso del tiempo estos problemas se acumulan e incrementan y pueden resultar en fracaso académico o laboral y aislamiento social, además del propio sufrimiento que produce estar deprimido. En los casos más graves incluso aparece el riesgo de suicidio. Cuando son los síntomas maniacos los que aparecen, conductas de riesgo como conducir más rápido o beber más conllevan multas o discusiones y proyectos descabellados y gasto descontrolado llevan a la gente endeudarse y comprometer su estabilidad. En los casos más severos pueden aparecer ideas delirantes (como pensar que uno tiene superpoderes, que es un enviado de Dios o que es perseguido por la policía) y pueden llegar a requerir ingreso hospitalario. En mi consulta he llegado a ver personas que durante un episodio maniaco se hacen tatuajes de los que después se avergüenzan, que han regalado joyas a desconocidos o incluso gente que viaja a EEUU con intención de hablar con el presidente para solucionar la crisis mundial.

Una persona que alterne estos estados de ánimo «extremos» y tenga problemas derivados de ello, o simplemente le cause malestar a cualquier nivel podría padecer un TAB. Especialmente personas que sufren depresiones recurrentes que son más fáciles de identificar ya que los síntomas maniacos, sobre todo cuando son leves (hipomanía) suelen pasar desapercibidos o simplemente se interpretan como que uno está «maravillosamente bien».
En estos casos es importante consultar con un médico especialista. Como decíamos al principio es importante diferenciar un verdadero TAB de los cambios de humor normales y de otros trastornos psiquiátricos. Esto es importante porque el TAB tiene su tratamiento específico. No se trata igual una depresión unipolar que una depresión en el contexto del TAB.

El objetivo del tratamiento del TAB es mantener a la persona «estable en sus emociones». No se trata de dejarla «plana» o «apagada» ni de tranquilizarla o sedarla hasta que se pasan los síntomas, si no de prevenir esas fluctuaciones extremas del ánimo con las conductas de riesgo que traen asociadas. El tratamiento de base del TAB se realiza con estabilizadores del ánimo (litio, valproato, lamotrigina…) que tomados regularmente previenen los episodios sintomáticos. Igual que el uso diario de insulina permite a un diabético evitar que el azúcar se le dispare, usar un estabilizador del ánimo evita que los afectos se nos disparen a niveles extremos o descontrolados y aparezcan los problemas.

Espero que esta pequeña introducción al TAB haya servido para presentarlo y aclarar un poco en qué consiste. Se puede escribir mucho más sobre el TAB, sus tipos y sus distintos tratamientos, pero eso lo iremos haciendo en los siguientes artículos del blog. El objetivo de este artículo es solamente presentar el TAB como lo que es, una enfermedad psiquiátrica para la que existe tratamiento.

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Los pequeños gigantes en la industria alimentaria

Los pequeños gigantes en la industria alimentaria

Desde la perspectiva industrial, los niños han dejado de ser simplemente niños para convertirse en clientes potenciales. Para la industria suponen un grupo con muchas posibilidades que reporta enormes beneficios económicos. Por ello se dedica mucho tiempo y dinero a estudiar sus gustos, y según eso, introducir en sus mentes informaciones muy concretas sobre lo que deben consumir.

Hay estudios que demuestran que niños a la edad de 2 años ya han aprendido a distinguir entre Mc Donald´s y Burger King y con 10 años cualquier niño promedio conoce y sabe diferenciar entre 300 y 400 marcas de productos.

La industria utiliza cada vez métodos mas directos y agresivos para alcanzar su principal propósito: vender. Con la aparición del internet, los niños (al igual que los adultos) están cada vez más expuestos a las campañas de marketing. Anteriormente esto se producía principalmente mediante la exposición a la televisión y a un sin fin de carteles publicitarios. Actualmente, un niño a la edad de 10 años pasa en promedio diariamente 90 minutos frente a la televisión, 18 minutos de este tiempo van dedicados a la publicidad. A esto hay que sumar el tiempo que cada niño a esta edad pasa navegando en internet, en donde los anuncios publicitarios están a la orden del día.

Y dentro de las campañas de publicidad, no hay nada más directo que la comercialización de productos comestibles. La industria alimentaria destina anualmente sumas de dinero desorbitadas específicamente para sus campañas de marketing. Gran parte de ese dinero va dirigido concretamente al anuncio de productos elaborados a base de azúcar y chocolate.

Los resultados mas directos de una saturación de azúcares son la obesidad y el sobrepeso en menores. Los últimos datos presentados en Barcelona por la Fundación Thao, destinada a combatir el exceso de peso en la población infantil, demuestran que la incidencia de este problema de salud sigue siendo «peligrosamente» elevada en España y nos sitúa a niveles muy próximos a los de Estados Unidos.

Según un estudio de la Fundación Thao, basado en una muestra de más de 20.660 menores, un 28,3% de niños de entre 3 y 12 años (casi tres de cada diez) tiene exceso de peso —un 7,1% padece obesidad y un 21,2% sobrepeso—, una cifra persistente que se ha mantenido en los últimos años y que, según la OMS, aumentará en los años venideros.

Gran parte de los niños con problemas de sobrepeso, desarrollan una enfermedad del hígado comparada con la que sufren las personas con un alto consumo de alcohol: el hígado no da abasto en su función de reducir la grasa del organismo. Además, muchos de ellos desarrollan enfermedades coronarias. A esto se suman malformaciones de los huesos debido al gravamen del sobrepeso. Muchos de estos niños también enferman de diabetes Tipo 2, conocida también como diabetes de la vejez, término que ya no coincide con las edades a las que afecta.

Pero a lo mejor, el mayor daño se produce directamente en la mente de los niños. La industria no solo les incita al consumo de todo tipo de dulces y azúcares, sino que también les induce a creer que ellos hacen parte de las historias que se utilizan en el marketing. La industria a reconocido muy bien que la mejor manera de incitar a los niños a consumir un producto es introducirse en el mundo de sus juegos y de sus deseos.

Para que un producto destinado al público infantil se venda bien, necesita una historia y un héroe. La industria alimentaria saca provecho de este conocimiento. Es por eso, que nos encontramos los supermercados plagados de figuras que en realidad pertenecen al mundo de los comics o al de las películas animadas, pero no a un envoltorio de galletas o a un recipiente de yogurt. Para la gran industria resulta todavía mucho más lucrativo lograr que el propio producto represente a un héroe, y así no tener que recurrir a la imagen de los superhéroes ya reconocidos de por si.

La comida empieza a dejar de ser comida para convertirse en embajadora de una marca. Las historias ya no son historias sino publicidad. Unos de los rituales mas importantes para los niños como lo son el comer y los cuentacuentos han sido comercializados. La industria intenta de esta manera introducirse y ocupar no solo los pensamientos sino también los sentimientos de los niños.

Los niños, cada vez adquieren a menor edad poder de decisión para determinar lo que sus padres compran para ellos: juguetes, ropa y comida. Con frecuencia, son ellos los que deciden lo que entra en el carrito de la compra. Y esta tendencia a la educación liberal de los padres es utilizada indiscriminadamente por la industria alimentaria para su propio beneficio: Los niños significan fidelidad en el consumo de sus productos, clientes a largo plazo, ya que sus gustos y preferencias se mantienen durante años.

El objetivo que me propongo con este artículo, es ayudar a los padres a reconocer los mecanismos del marketing infantil y que se tome conciencia de su significado. La industria promete a sus pequeños clientes no solo el sabor de una galleta, sino también reciprocidad, amistad y seguridad: la marca, tu amigo y tu compañero de juego. Así corrompe la industria el juego de los niños: un juego con la clara intención de inducir al consumo de un producto no es un juego apto para niños.

Y por último un punto más para reflexionar:

¿Por que motivo la industria alimentaria a gran escala no vende productos saludables y de calidad? Respuesta: productos poco saludables prometen altos beneficios económicos por que están elaborados a base de ingredientes baratos. Los beneficios económicos se reducen demasiado cuando se utilizan ingredientes naturales y de calidad para la fabricación de productos saludables.

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Jugar es el trabajo del niño

Jugar es el trabajo del niño

La relación entre el juego y el lenguaje.

El desarrollo del lenguaje está estrechamente relacionado con el desarrollo del juego. El juego les permite a los niños a aprender nuevas habilidades y reforzar las habilidades ya adquiridas y es vital para el desarrollo de del habla, lenguaje, aritmética y las habilidades sociales.

El juego exploratorio

Al principio, un niño juega por explorar objetos, los mete en la boca, los maneja y observa a otras personas usándolos. A través del juego exploratorio, el niño aprende que objetos diferentes tienen distintos usos y características. Esto permite al niño a construir un concepto interno de objetos en función de lo que se puede y no se puede hacer con él, de lo que está hecho y lo que está asociado con él. Esta información proporciona un marco para que el nombre del objeto se pueda agregar cuando el niño empieza a hablar. Sin este marco, el niño no tiene nada en que ‘enganchar’ la palabra cuando se entera de nuevo vocabulario.

Cómo fomentar el juego exploratorio

Así como juguetes, permita que su niño tenga acceso a objetos reales de la vida cotidiana para explorar. Observar como juegue con ellos y mostrarle cómo usarlas. A la edad de 9 meses, la mayoría de los niños entienden el uso de objetos cotidianas, por ejemplo, la cuchara, el cepillo, la taza, el sombrero, etc.

El juego imaginativo

El juego imaginativo incluye jugar con muñecas y ositos de peluche, jugar con miniaturas, entender los imágenes y participar en el juego de simulación (por ejemplo, vestirse). Alrededor de 15 meses de edad, el niño actuará los eventos cotidianos con muñecas y ositos de peluche, por ejemplo dar de comer al osito o poner la muñeca en la cama, etc. A los 18 meses de edad, los niños por lo general pueden reconocer y jugar con juguetes en miniatura y son capaces de comprender el material de imagen. A medida que el niño desarrolle el juego imaginario, está aprendiendo a entender los símbolos cada vez más abstractas. Las palabras son la forma más abstracta de los símbolos; un conjunto de sonidos que se utiliza para representar un objeto. Habilidades de juego imaginario demuestran que un niño sabe que un objeto o una imagen puede simbolizar otra, al igual que una palabra representa un objeto.

Cómo fomentar el juego imaginativo

  • Involucrar a una muñeca o peluche y objetos apropiados en situaciones cotidianas para que cuando su niño está siendo alimentado, se puede alimentar a la muñeca, o cuando su hijo se cepilla los dientes, se puede cepillar los dientes del peluche
  • Para ayudar al niño a comprender miniaturas, jugar con el objeto real y luego mostrarle la versión en miniatura del objeto
  • Para ayudar al niño a comprender las imágenes, mostrarle objetos reales y luego mostrarle fotos de los objetos y anímelo para que coincida las imágenes con los objetos

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