Retos Teletrabajo y Niños

Retos Teletrabajo y Niños

Desde el 11 de Marzo cuando se confinaron las provincias en España, nuestras vidas cambiaron de manera radical a lo largo de los meses siguientes. Surgió una forzada nueva forma de trabajar contando con el apoyo de la tecnología. El teletrabajo que se ha venido implementando desde hace un par de años obtuvo un mayor auge, convirtiéndose en la nueva forma de trabajar.

Por otro lado, el home schooling ha pasado a ser de manera forzada la nueva estrategia para acercar la educación a los niños. Las casas además de brindar el confort de siempre pasaron a ser oficinas y escuelas ambulatorias durante el confinamiento, el internet y las nuevas tecnologías pasaron a ser fuentes de sociabilización fundamentales, así como los balcones y las terrazas la ingeniosa manera de comunicarnos con nuestros vecinos, hacer ejercicios, aplaudir a los sanitarios y contribuir con nuestros carteles a prestar apoyo moral a todos aquellos que luchaban en primera fila contra la pandemia.

Con el pasar de los días nos fuimos adaptando a una nueva normalidad que ha puesto a prueba nuestros límites demostrándonos que el ser humano tiene las habilidades para ajustarse a los diferentes obstáculos a los que se enfrenta.

Entre las cosas que se han experimentado durante esta difícil temporada algunos cambios han demostrado lo efectivos que son. Entre ellos el teletrabajo, que pareciera haber llegado para quedarse. Esta nueva forma de concebir nuestros los espacios laborales conlleva ventajas y desventajas que es importante tener en cuenta.

Entre las principales ventajas:

  • Mayores oportunidades laborales
  • Aumente de la productividad
  • Mayor unificacón de objetivos familiares
  • Posibilidad de combinar el trabajo con la vida familiar
  • Elección personal del entorno del trabajo
  • Favorecer el acceso a la formación
  • Organización de su propio tiempo

Entre las principales desventajas:

  • El ambiente en el que el trabajador labora puede no ser el más apto para la realización de sus actividades
  • Aumento del sedentarismo
  • Incrementa los conflictos o distracciones del núcleo familiar
  • Perdida de sociabilización
  • Horarios ilimitados
  • Algunas personas pueden sentirse aisladas o solas

Sin embargo, con el confinamiento de las familias en los hogares la conciliación familiar se vio alterada por el espacio que compartían los padres con sus hijos, donde tuvieron que asimilar el rol de profesor además de las distintas labores que debían realizar dentro del hogar.  En sus inicios el teletrabajo surge como una opción en la búsqueda de un balance entre la vida familiar y la vida laboral. Durante los meses de confinamiento esto no se pudo lograr, ya que la mayoría de las personas además de llevar a cabo sus funciones laborables, generalmente tenían que acompañar a sus hijos en los estudios y encargarse al mismo tiempo de llevar a cabo labores en el hogar. Ante la inminente llegada del nuevo curso se ha puesto sobre el tapete seguir manteniendo en la medida de lo posible el teletrabajo para lograr mantener el distanciamiento social tan necesario en la prevención del contagio por COVID-19.

Desde Marzo hasta Junio la mayoría de los adultos han manifestado niveles elevados de malestar al tener que atender a las clases online de sus hijos al mismo tiempo que debían cumplir con sus obligaciones laborales.

Además de lidiar con las incertidumbres propias de la situación a la que nos enfrentamos se han denotado consecuencias psicológicas tales como elevados niveles de estrés y ansiedad, aumento de las disputas familiares, cansancio excesivo, perdida de espacios y tiempo libre, entre otros.

De igual manera los padres han visto su rol trastocado al tener que estar atentos a que sus hijos se conectasen a sus clases online tratando de mantener una rutina que les ofreciera una regularidad constante.

Es por eso que en los últimos días ha quedado de manifiesto que no se contempla que los niños continúen su formación online. La presencia de los niños en el colegio es extremadamente necesaria, en primer lugar porque los profesores están formados en los objetivos que deben alcanzar los niños a nivel académico, el rol del padre se desvirtúa cuando tiene que enseñar a sus hijos los objetivos escolares.  

En segundo lugar, la interacción de los niños con sus profesores es totalmente distinta a la que suelen tener con sus padres, por lo que en ocasiones la transmisión de conocimientos es mejor recibida por ellos cuando viene de la figura externa del profesor. Este es uno de las principales causas de disputas familiares y frustración.

En tercer lugar, los niños necesitan la sociabilización con sus compañeros de clases, esto no solo contribuye con su estabilidad emocional sino que tiene una gran influencia sobre el proceso de aprendizaje de los contenidos académicos.

Por todo esto es de suma importancia que los peques vuelvan al colegio, eso sí teniendo en cuenta que es un regreso un tanto atípico. Previo a los días del inicio del cole debemos conversar con nuestros hijos sobre las medidas que se tomarán ante la vuelta a clases.

Entre ellas tener en cuenta:

  • Mayores de 6 años deberán llevar la mascarilla.
  • La higiene siempre tiene que estar a la mano, podemos enviar a nuestros hijos con un kit higienizante que contenga gel hidroalcolico y si asi lo deseamos su propio jabon.
  • Enseñarles que deben lavar sus manos durante 20 segundos con el método recomendado por los especialistas.
  • Deberán lavarse las manos cada ves que cambien de actividad.
  • El nuevo saludo es chocando los codos.
  • Las manos deben mantenerse alejadas de la cara.
  • Una vez lleguemos a casa, debemos deshacernos de nuestra ropa, airearla y bañarse con la finalidad de evitar posibles riesgos.
  • Explicarles que probablemente no podrán interactuar con otros niños mas que los de su clase manteniendo así las burbujas escolares.

Estas normas de ser posible debemos explicarlas previo al inicio de las clases y reforzarlas cada vez que podamos. El regreso a clases conllevara un periodo de adaptación para todos padres, profesores y niños. Los más pequeños necesitan nuestro acompañamiento en todo momento, teniendo especial atención ante la presencia de miedos, nerviosismo o desajustes emocionales. Es de vital importancia que se sientan cómodos para poder expresar sus emociones libremente proporcionando estrategias que les ayuden a lidiar con ellas. Los niños pueden hacerlo elaborando las emociones que están sintiendo mientras los padres deberán validar esas emociones, ponerles nombre y empatizar con ellos.

La vuelta a la rutina escolar traerá beneficios infinitos para los niños como para los padres, sobretodo si el teletrabajo ha llegado para quedarse. De seguro, esto nos brindará mayor estabilidad para adaptarnos a nuestra nueva normalidad.

Sinews, Hacemos Fácil lo Difícil
Sinews MTI
Instituto de Terapia Multilingüe
Psicología, Psiquiatría, Logopedia
Cita en la Clínica

Esperanza en Espera

Esperanza en Espera

Tenías tantas ganas de reinventarte, cambiar tu trabajo, dedicarte más a tu familia, viajar y explorar… Y entonces llegó la pandemia. Muchos planes, ilusiones y sueños se han visto parados, pospuestos o incluso cancelados, por el momento. La tentación es añadir… “para siempre”. Pero la diferencia entre para siempre y por el momento es la esperanza.

¿Qué es la esperanza? En palabras de C.R Snyder, autor de la clásica Teoría de la Esperanza, la esperanza es la sensación que se genera cuando sabemos que podremos conseguir lo que nos proponemos. Surge cuando se juntan dos elementos: la voluntad y las opciones. Cuando la determinación encuentra su camino, aparece la esperanza. Dicho de otra forma, esperanza es descubrir que existen diferentes posibilidades para llegar a mi destino y sentir que soy capaz y motivad@ para hacer lo que es necesario para activar esas posibilidades. Es el opuesto de la impotencia, que se caracteriza por una sensación de que hagamos lo que hagamos, no va a servir para nada.

En un mundo de cambios constantes, tener esperanza no significa ser iluso, sino es la manera más realista de plantearnos nuestros sueños. Si la llegada imprevista de Covid-19 te ha roto un sueño, no hace falta rendirse y asumir que nunca será posible. Necesitas reactivar tu esperanza para encontrar una manera diferente para llegar allí.

Muchos de los clientes que estaba apoyando en hacer realidad una transición vital, se han visto parados y temporalmente desanimados durante los meses del confinamiento y la vuelta a la nueva normalidad. Todos ellos tuvieron que reencontrar nuevos caminos para seguir avanzando en la dirección deseada. No es siempre sencillo, pero al final, quién busca, encuentra.

Cuando Covid-19 llegó a Madrid, Sam se volvió a casa de sus padres para estar cerca de ellos en anticipación del impacto que iba a tener la pandemia en Estados Unidos. ¿Dejó atrás su sueño de vivir en España como escritor autónomo? No. Aprovechó el tiempo en casa de su familia para diseñar con más claridad su plan de acción de cambiar de trabajo. Recordó con más detalle sus aficiones de niño al volver a dormir en la habitación de su infancia. Volvió con una determinación renovada para hacer realidad para lo que había venido a hacer. Y había encontrado nuevos caminos. Eso es reactivar la esperanza.

Pero una duda nos queda a muchos… ¿y si estoy soñando lo imposible? Depende…

Sueño o fantasía

Según las sabias palabras de Marcia Wieder, la diferencia entre un sueño y una fantasía es que puedes diseñar una estrategia para hacer realidad tu sueño. Hacer realidad una fantasía por otro lado no depende de ti. No puedes trazar un plan, porque simplemente no hay manera. No hay caminos. Que me toque la lotería, ¿es un sueño? No, es una fantasía. Pero es posibles, ¿no? Sí, por supuesto es posible, con una probabilidad pequeñísima, infinitesimal. Puedes comprar un billete, pero no nos engañemos, si te toca no depende de ti. No puedes hacer nada para inclinar las probabilidades escasas en tu favor. Si insistimos en considerar la compra de billete una estrategia, es bastante ineficaz.

Rescata tu sueño

Lo primero que hago con mis clientes es diferenciar si lo que buscan es un sueño o una fantasía. Si nos encontramos con una fantasía, les recuerdo que detrás de cada fantasía se esconde un sueño, sólo tenemos que encontrarlo y reformularlo:

  • “Quiero que me toque la lotería” se convierte en “Quiero tener libertad financiera”.

  • “Quiero encontrar el trabajo perfecto” se convierte en “Quiero usar mis fortalezas para contribuir a un proyecto que me importa”.

  • “Nunca más quiero trabajar” se convierte en “Quiero generar más fuentes de ingresos pasivos”.

  • “Quiero ir a vivir a una isla caribeña y no tener un jefe más en mi vida” se convierte en “Quiero dedicar tiempo a desarrollar mi plan de negocios y buscarme un socio que tenga experiencia en el emprendimiento”.

  • “Sólo quiero estar tranquilo” se convierte en “Quiero reorganizar mis días para encontrar un equilibrio entre el trabajo, los niños y recuperar una de mis aficiones.”

¿Y si no encontramos ni un sueño, ni una esperanza? Entonces ya tenemos el primer paso: Quiero volver a soñar.

No esperes más. Ahora es el momento. Ahora es el momento para reactivar tu esperanza.

Vuelta con sentido

Al perder libertad de movimiento y tener que acoplarnos a nuevas realidades, nuestra capacidad de acción se ha visto afectada.

Un estudio realizado por el Centro de Psicología Positiva Aplicada (CAPP) en Inglaterra midió el impacto de la pandemia en la expresión de diferentes fortalezas. Los resultados sugieren que nuestra capacidad de acción, relacionada con fortalezas como aprovechar el tiempo, planificar y ejecutar planes de forma satisfactoria se vio mermada de forma significativa.

Cuando nuestras vidas “normales” fueron interrumpidas de forma busca, los salones y dormitorios se convirtieron en colegios caseros u oficinas improvisadas, también se rompieron todas nuestras rutinas de productividad. No había más sitio, ni en nuestras casas, ni nuestras cabezas para meter ni una sola cosa más. Cuando necesitamos crear nuevos hábitos para sobrevivir, los sueños que podrían llevar crecimiento, pero también mucha incertidumbre, pasaron a un segundo plano. Dónde hay mucho miedo y estrés, la ilusión se despide, “Mejor que vuelva luego”. Por eso, nuestras esperanzas se quedaron en espera. Actuemos ahora, para que no caigan en olvido.

Por otro lado, el estudio encontró que fortalezas como la Gratitud, el Crecimiento, la Reflexión y el Autoconocimiento se vieron reforzadas. Hemos aprendido mucho sobre nosotros, somos más fuertes que antes, hemos tenido tiempo para pensar y conocernos un poco más. Nos hemos hecho nuestro máster personal en resiliencia. Aunque no tenga título, vale mucho.

Con suerte, el tiempo y la habituación, junto al calor y el descanso de un verano atípico, nuestra ilusión se empieza a recuperar del susto. Hubo muchas pérdidas, y las hemos llorado. Pero la vida sigue y nuestra salud mental necesita que reactivemos nuestras ganas de crecer. Ante la vuelta a la nueva normalidad, la ilusión nos invita a explorar con curiosidad: ¿Quieres volver? ¿A qué sí? ¿A qué no?

Reactiva tu esperanza

Para reactivar tu esperanza, prueba estos tres pasos, para quitarle el polvo a tus sueños y dejarte inspirar por ellos nuevamente.

Paso 1: ¿Qué es lo que quiero?

Especifica qué tipo de cambio necesitas en este momento en tu vida. ¿Quieres retomar un proyecto que se ha quedado parado? ¿Quieres retomarlo tal cual lo habías imaginado o necesita algún retoque? Si piensas que es imposible, ¿Qué es lo que realmente querrías conseguir mediante este proyecto? ¿Con qué valor está relacionado? ¿Más libertad, más autenticidad, más disfrute, más conexión, más impacto…? Identifica el sueño o la necesidad detrás de la fantasía

Puede que en este momento te sientes atrapad@ y frustrad@, porque hace mucho que has dejado de soñar y no sabes ni por dónde empezar. Tu sueño es volver a soñar. No intentes abordar este paso desde el intelecto. Para permitirte volver a soñar, empieza por las emociones y los recuerdos de pasado.

¿Hay una cierta sensación vital que quieres volver a vivir? ¿Qué recuerdos vinculas con esa sensación? ¿Hubo momentos de inspiración profunda que te pusieron la piel de gallina y que recuerdas con detalle hasta el día de hoy? ¿Qué te hace sentir viv@?

Si te apetece, busca imágenes que expresan esa sensación vital que buscas, sea por un cambio laboral, un cambio personal o simplemente un cambio de hábitos. Crea un collage, digital o analógico, dando un buen uso a todas esas revistas que querrías haber tirado hace tiempo. Crea una representación visual de lo que quieres para tí.

Paso 2: Abre caminos

Recuerda que tener esperanza no requiere cambiarlo todo, sino saber que hay muchas maneras para llegar a dónde quieres. Necesitas encontrar opciones diversas, que te llevarán en la dirección de tu destino deseado. Encuentra tres o cuatro maneras que ves factibles y elige tu Plan A.

Entonces, empieza a dar pasitos en esa dirección. Si quieres volver a ser más creativa en el trabajo, pero no sabes cómo, empieza por pequeñas variaciones en cómo haces tu trabajo. Haz algo nuevo o diferente cada día. Si aparece la oportunidad de mostrar tu vena creativa, cógela, aunque aparezca disfrazada como un nuevo reto que te da un poco de miedo a primera vista.

En la entrevista de trabajo que me dio mi primer trabajo en una multinacional me preguntó mi futuro compañero: “Si no te contratamos, ¿qué harías?” Le contesté con total sinceridad y entusiasmo “No lo sé, si no puedo trabajar en Marketing, a lo mejor me pongo a estudiar Psicología.” Aparte te mi inocencia, la respuesta mostró que sabía intuitivamente que mi mundo no iba a acabar si no podía tener este puesto al que estaba aspirando. Fue una respuesta de esperanza. Que encima se hizo realidad un año más tarde cuando dejé la empresa para perseguir mi pasión, es otra historia…

Un puesto es sólo un camino posible entre las muchas vías que nos acercan a lo que realmente buscamos cuando soñamos: ser feliz, hacer lo que nos gusta, contribuir nuestro granito de arena.

Paso 3: Comprométete con el camino

Parece que los cambios requieren un esfuerzo extraordinario. Es verdad, pero no cualquier tipo de esfuerzo. Necesitan una dedicación prolongada en el tiempo, en vez de un esfuerzo sobrehumano puntual. Habrá momentos difíciles y fáciles, un poco de todo. Lo importante es seguir avanzando, sin prisa, pero sin pausa.

Si un camino que estamos contemplando nos quita las ganas de empezar con sólo pensarlo, tiene que haber otra manera más sencilla, más tuya, más auténtica, más viable. No hagas cualquier cosa, haz lo que te va bien a ti.

Recuerda que el segundo ingrediente de la esperanza es la determinación, las ganas de comprometerte con uno de los caminos que has identificado. Sentir que te apetece, que te pone una sonrisa en la cara y sientes cosquillas en el estómago y pensar “Lo quiero probar. Creo que puede funcionar.” Reconocerás la sensación cuando la sientas.

Puede que habrá contratiempos, puede que tengamos de cambiar de estrategia a mitad de camino. Pero no pasa nada. A veces tenemos que abandonar un camino y elegir otro porque se ha quedado bloqueado. Una vez que estás en marcha, es menos probable que te detengas. Cambiamos la estrategia, pero no la meta. En todo ese proceso buscamos empezar con un plan que parece posible, nos motiva y refuerza nuestra voluntad. Y lo abordamos con confianza, sabiendo que si falla siempre habrá un plan B, C, D o E.

Cuidado con la pasión

La mayor determinación es la que viene acompañada de pasión. Somos más perseverantes cuando hacemos algo de todo corazón. Así lo confirman los estudios de Angela Duckworth, que llama “grit” a la combinación de determinación y pasión.

Pero en mi práctica profesional veo que necesitamos manejar la pasión con cuidado.

Si sabes lo que activa tu ilusión, la sientes en tu cuerpo, la palpas claramente, ¡fantástico! Persigue ese camino. Pero si no, no te preocupes, olvídate del cuento de hadas (o mejor dicho, la novela romántica del artista que redescubre su pasión) y empieza con algo más sencillo. La pasión es sólo un camino. Hay otros.

En una conferencia, Liz Gilbert, autora del bestseller convertido en película de Hollywood “Come, reza, ama” confesó a sus seguidores que había sobrevalorado la pasión. “Siempre he hablado de seguir la pasión. Necesito pedir disculpas si te he confundido. La pasión fue mi camino. Fue fácil, porque siempre lo he tenido claro que querría escribir. Pero sé que hay muchos caminos más. Podemos empezar con algo más básico: Persigue tu interés, y mira dónde te lleva”.

Aparte de la pasión, podemos seguir las indicaciones de nuestro interés, la curiosidad, la intuición, las ganas de aprender…. Más caminos, más esperanza.

No postergas el comienzo

Cuando sepas más o menos por dónde tirar, es el momento de pasar a la acción. Elige tu primer paso. Si te da miedo, elige uno más pequeño. Si no estás seguro, prueba igualmente. Si te sientes sólo, compártelo con alguien que te animará. Pero empieza, ponte en marcha. Vuelve a sentir la ilusión de los comienzos nuevos.

¿Te quedas en blanco? Te propongo un pasito muy sencillo, que no tiene coste, sólo requiere una hora de tu tiempo y te dará un espacio para reflexionar. Si quieres explorar nuevas maneras para reinventar tu vida y tu trabajo a la vuelta a la nueva normalidad, apúntate a la serie de seminarios gratuitos, los viernes de Septiembre 2020 en el este enlace.

Facilitados por Eva Katharina Herber, patrocinados por SINEWS MTI.

La autora: Eva Katharina Herber

Eva es Psicología Clínica Sanitaria en Sinews Multilingual Therapy Institute en Madrid. Ayuda a sus clientes a navegar tiempos disruptivos de cambio con aplicaciones práctica de Psicología Positiva, con un énfasis especial en la generación de sentido en la adversidad y la identificación de las fortalezas personales. Si necesitas un tiempo y espacio para procesar emociones difíciles o buscas apoyo durante un nuevo comienzo, puedes contactarla aquí.

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Psicología, Psiquiatría, Logopedia
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¿Cómo elegir a un buen terapeuta?

¿Cómo elegir a un buen terapeuta?

La mayoría de las personas, en algún momento de su vida, se encuentran en una situación donde les surge un problema que no consiguen resolver por sí mismos, ya sea problemas de sueño, de pareja, una pérdida, manejo de emociones o cualquier problemática que les provoca un malestar significativo en su vida que les hace necesitar asistencia profesional para poder solucionarlo y deciden buscar ayuda psicológica. Ante esta situación alguna de las primeras preguntas que deberían surgir son:

¿Qué necesito tener en cuenta para buscar a un buen profesional?

¿Qué requisitos debería considerar para asegurarme que la ayuda provista por mi terapeuta será beneficiosa para mí?

Las respuestas a estas preguntas, y muchas otras, suelen ser desconocidas para la población general que no tenga contacto con la psicoterapia, e incluso para personas que ya están en terapia, y por ello intentaré dar algunas pautas en este articulo sobre cómo escoger a un buen terapeuta empezando por describir los requisitos básicos y terminando con algunas cuestiones menos intuitivas, todas ellas se pueden agrupar en 3 cuestiones resumidas a continuación:

Formación profesional

Este primer punto puede que sea el más intuitivo de todos, pero aún así merece un apartado por algunas cuestiones importantes que vamos a comentar. El profesional al que decidas asistir para terapia psicológica debe tener una formación específica mínima para poder impartir terapia, la cual comprende una licenciatura o grado en psicología y una habilitación sanitaria que puede conseguirse con una formación PIR (Oposición para convertirse en especialista de clínica), MPGS (máster en psicología general sanitaria) o habilitación por formación en psicología clínica anterior a la creación de estas dos.

En psicología existen muchas áreas como psicología de recursos humanos, psicología deportiva, psicología orientada al Marketing o a la investigación, áreas que aun siendo muy valiosas no habilitan ni permiten que la persona ofrezca terapia psicológica de ningún tipo (a menos que tengan también la habilitación sanitaria). Cualquier formación fuera de las nombradas no son terapia psicológica y se debe tener cuidado para no asistir a ellas por la probabilidad de que empeoren su problema.

Una buena forma de evitar caer en las manos de una persona no cualificada es asegurarse de que su terapeuta está colegiado en el colegio oficial de psicólogos de su zona ya que sin ello no tiene permitido ejercer. Todos los colegios oficiales permiten consultar las personas colegiadas por nombre y el profesional debe ofrecerle la información de dónde está colegiado y sobre su formación específica, tiene derecho a saberlo.

El tipo de abordaje terapéutico

Este apartado probablemente sea menos intuitivo para una persona que no tenga conocimiento de cómo funciona la terapia psicológica. En psicología existen diferentes tipos de terapia, las cuales usan técnicas diferentes para abordar y solucionar los distintos problemas que podamos tener, siendo importante asegurarse de que el que usa su terapeuta sea uno que tenga evidencia contrastada de eficacia.

Actualmente, en psicología, existen una gran variedad de terapias, pero no todas cuentan con evidencia de ser eficaces, o tiene evidencia de ser perjudiciales, y sin formación en el ámbito puede ser difícil discernir una de otras. Los abordajes que sí están basadas en evidencia y con los mejores resultados actualmente son los abordajes conductuales (terapia conductual o modificación de conducta) y el abordaje cognitivo-conductual (terapia cognitivo-conductual), las cuales son las más utilizadas hoy en día.

Por otro lado, tenemos abordajes que no están contrastados o con evidencia de no ser eficacia entre las que podríamos nombrar la ‘terapia de vidas pasadas’ o la conocida como ‘Toque terapéutico o Reiki’, las cuales no deben ser ofrecidas por centros profesionales y que no van a ayudar a solventar las problemáticas que puedan tener.

Para saber si una terapia ofrecida está basada en evidencia o no se puede recurrir a la página web de la APA (American Psychological Association), organización encargada de investigar la eficacia de los distintos tipos de terapia, o por el contrario a la página de la APETP (asociación para proteger al enfermo de terapias pseudocientíficas) donde encontraras una lista de terapias no contrastadas. Igual que en el punto anterior, tiene derecho a saber la evidencia que soporta la terapia que va a empezar.

Método de trabajo

Si ve que su terapeuta no está explicando lo que tiene que hacer, no hace preguntas respecto al problema o le comunica que usted tiene la solución, no está realizando terapia psicológica.

Todo profesional de la psicología tiene ciertas diferencias en sus formas de trabajar, no existen dos terapeutas iguales, pero sí que hay ciertos requisitos que el terapeuta debe cumplir en su trabajo, los cuales podemos resumir en los siguientes puntos:

  • Evaluación, diagnóstico y tratamiento: el profesional que le atienda debe evaluar la problemática con la que llega para poder averiguar cómo se estableció y cómo tratarlo. Lo normal es usar las primeras 4 o 5 sesiones para evaluar para después recibir una explicación del terapeuta de qué le está pasando y cómo planea trabajar para solucionarlo. Si no recibe la explicación del problema por parte de su terapeuta, o no le explica lo que van a hacer o ve que no está haciendo preguntas sobre la problemática, debe pedirla. Si su profesional le comunica que no trabaja de esa manera, no está haciendo terapia psicológica.
  • Directividad: uno de los puntos clave de la terapia, aunque muchas veces se obvie decirlo, es que el profesional que le atiende es un experto en conducta humana, es la persona que sabe cómo hacer preguntas sobre la problemática y cómo tratar el problema, siendo su trabajo comunicárselo de manera adecuada. Si ve que su terapeuta no está explicando lo que tiene que hacer, no hace preguntas respecto al problema o le comunica que usted tiene la solución, no está realizando terapia psicológica.
  • Progreso y final de la terapia: por mucho que pueda sonar intuitivo, el objetivo final de toda terapia, y del terapeuta, es que la persona que lo busca ya no lo necesite, ser inútil para la persona. Ello se consigue trabajando en el problema, según las instrucciones, para solucionar la problemática, averiguar cómo se originó y aprender a no recaer en ello. Si después de mucho tiempo ve que no consigue resultados, que no cambia nada o que su terapeuta vuelve una y otra vez al mismo punto, es muy posible que su terapia no esté teniendo efecto y debe hablar con su terapeuta para solucionarlo.

Cabe mencionar que hay más puntos para tener en cuenta a la hora de escoger un terapeuta, pero estas guías generales deberían ayudarle a saber lo mínimo que necesita saber.

Tommy Gyran Norheim
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Tommy Gyran Norheim
Psicólogo
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español, inglés y noruego
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Límites Saludables

Límites Saludables

Esta pandemia ha creado un escenario global que ha cambiado nuestras vidas: el dolor por las pérdidas inesperadas de seres queridos, manejar la preocupación por la inestabilidad económica, aprender de nuevo a equilibrar el tiempo de trabajo y el tiempo con nuestras familias. Esto ha provocado mucha reflexión en los medios de comunicación cuestionando nuestros estilos de vida. Si has estado viviendo en el extranjero durante algún tiempo, lejos de tu familia de origen, puede que te hayas echado de menos a tu familia y amigos en tu país y le estés volviend a dar vueltas a tu elección de vivir en el extranjero. En mis sesiones con mis clientes expatriados, frecuentemente les encuentro preocupados con su decisión de vivir en el extranjero. En la actual crisis mundial, esa elección puede parecer más determinante que nunca. Nadie quiere sentir que está dejando atrás a sus seres queridos. Tampoco queremos sentirnos obligados a conectarnos y estar más presentes cuando nuestra relación con ellos es complicada. 

En algunos casos, la decisión de vivir en el extranjero también viene con una fuerte motivación para encontrar la tan necesaria distancia emocional de dinámicas familiares o relacionales tóxicas. Recuerda: en algunos casos, vivir en el extranjero es la opción más saludable posible. Sin embargo, estas dinámicas pueden seguir en acción incluso a miles de kilómetros de distancia; en estos casos, establecer límites saludables y mantenerlos se convierte en algo primordial. 

Durante el confinamiento por el Coronavirus, a menudo nos hemos visto con mucho tiempo en nuestras manos. ¿Encontraste tiempo para reflexionar sobre el curso de tu vida? ¿Por qué no aprovecharlo ahora y repensar nuestras relaciones más significativas? ¿Qué impacto tienen esas relaciones en tu vida? ¿Te preocupas mucho por ello y piensas todo el rato si de verdad quieres mantenerte en contacto con ellos? ¿Te encuentras continuamente justificando quién eres delante de ellos? ¿Temes ponerte en contacto porque cada vez que lo haces te hacen sentir culpable? ¿Crees que no importa lo que hagas, nunca nada es suficientemente bueno para ellos?

Si mientras leías las preguntas anteriores, te venían a la cabeza recuerdos difíciles, probablemente hayas experimentado algún tipo de manipulación. Por desgracia, la manipulación psicológica y emocional es una herramienta poderosa y muy utilizada por políticos, en marketing y también en relaciones cercanas como un mecanismo de control. Esta manipulación no siempre es intencional y se aprende rápidamente de una generación a otra. Liberarse de la transmisión de la culpa de una generación a la siguiente no es fácil. Esos mensajes de manipulación emocional suelen estar muy arraigados y aparecen disfrazados como consejos de alguien con más experiencia en la vida. Otras veces simplemente nos recuerdan todos los sacrificios que han hecho por nosotros. Es importante no caer en la trampa de estos mensajes, recordándonos que sólo nosotros somos responsables de nuestras emociones. En el libro de Susan Forward, ‘Padres tóxicos’, [i] describe varias dinámicas familiares con diferentes tipos de manipulación psicológica que pueden tener efectos emocionales terribles. Desde padres negligentes que fueron incapaces de cuidar de las necesidades emocionales y físicas de sus hijos hasta dinámicas abusivas.

Si has lidiado con dinámicas familiares poco saludables toda tu vida, probablemente te has quedado sin ideas sobre cómo sanar vuestros lazos. Tal vez también te hayas dado cuenta de que lo más probable es que ellos no sientan la necesidad de cambiar. Sabes que tienes que empezar a validar tus propias necesidades emocionales para cuidarte mejor y el primer paso es poner límites saludables. Sabes que te preocupas mucho por ellos, y que para crear una relación saludable necesitas empezar a validar tus propias necesidades emocionales y empezar a establecer límites. Sin embargo, mantener esos límites parece una idea terrible e imposible de poner en práctica. ¿Qué te ha impedido en el pasado hacer los cambios que necesitas? ¿Es la idea de que eres egoísta por necesitar ese espacio? ¿O te sientes culpable porque piensas que no eres una «buena hija/hijo/compañero» si pides eso?

La culpa es probablemente uno de los obstáculos más duros que la gente encuentra cuando piensa en poner límites. Imagina la culpa como el tira y afloja entre lo que ‘deseas hacer’ y lo que crees que ‘debes hacer’.  Los «debería» a menudo vienen de los mensajes familiares y valores que hemos aprendido mientras crecíamos. Algunos de ellos son directos, como: «La familia es lo primero”. Sin embargo, en la mayoría de los casos, aprendemos esos valores simplemente observando a nuestros padres y personas más cercanas. Por ejemplo, llegando a la conclusión de que ser una buena madre significa ser desinteresada ya que siempre ponía las necesidades de los demás por delante de las suyas. Esos mensajes familiares forman parte de nuestro código de valores. Cuando te sientes culpable por una interacción con tu familia, ¿has pensado qué «debería» ha aparecido en esta situación? ¿Todavía te identificas con esos valores como adulto? ¿O te has rebelado? Y lo más importante, ¿qué es lo que realmente quieres?

Cómo establecer y mantener límites saludables

En primer lugar, ¿sabes qué aspectos de vuestra relación te hacen daño? Tu cuerpo puede ser tu aliado para aprender cuando alguien ha traspasado tus límites. Puedes notarlo cuando rompen tus barreras porque tu cuerpo también reaccionará con ansiedad, lo sentirás rígido o tenso, etc. Tómate un tiempo para pensar qué es lo que te ha hecho sentir mal: ¿sientes que tienes la obligación de hablar con ellos todos los días? o ¿O sientes que no tienes control sobre tu vida y que ellos podrían interrumpirte en cualquier momento con una crisis emocional?

Ahora, piensa qué límites debes establecer para protegerte a ti mismo y a tus necesidades emocionales. Para ello, reflexiona sobre qué aspectos de tu vida compartes con ellos, la frecuencia con la que estás en contacto con ellos, y si consideras que la relación es unilateral en términos de apoyo emocional.

Consejo #1: ¿Qué partes de tu vida compartes con ellos? 

Creciste sintiéndote inválido o dependiendo continuamente de dicha validación. ¿Les pones al día sobre tu vida constantemente y, en ocasiones, sientes que llegas al punto de contarles aspectos demasiado personales o compartes en exceso? ¿Cómo es su reacción cuando les cuentas tus momentos vulnerables? Si vamos a compartir con alguien aspectos íntimos de nuestra vida, busca personas que sepan responder con compasión. Esto es especialmente importante cuando tu familia no acepta y critica aspectos fundamentales de tu identidad (por ejemplo, tu orientación o identidad sexual, tus creencias religiosas, política, etc.). Recuerda, en las dinámicas disfuncionales, se corre el riesgo de caer en un círculo vicioso en el que cuánta más información privada compartes, más información tienen que puede ser utilizada en tu contra. En cambio, ¿por qué no enfocas la atención en ellos o en temas neutrales? 

Consejo #2: ¿A quién acudes para obtener apoyo emocional?

Cuando has llevado las heridas emocionales de tu infancia, es comprensible que anheles el apoyo, la orientación y la validación que nunca has tenido. Cuidado con lo que Freud llamó ‘la compulsión a la repetición’. Esto significa constantemente vernos implicados en escenarios similares a otros de nuestra infancia en los que nos hirieron, pero con la esperanza de que esta vez, las cosas mejoren. ¿Esperas que tus padres reaccionen de manera compasiva esta vez? Y después, ¿te encuentras deseando no haber acudido a ellos y enfadándote contigo mismo por volver a tener esperanzas?

Consejo #3: ¿Cuándo les respondes?

Si en el pasado te sentías el cuidador emocional de tus padres, lo más probable es que, sin querer, sigas desempeñando el mismo rol como adulto. Esta interacción puede ser un desafío cuando vives en el extranjero, principalmente por la diferencia horaria: ¿tienes o tienen la expectativa de que debes estar disponible a cualquier hora del día? ¿Sientes que eres su bombero emocional, siempre pendiente y listo para calmarlos? ¿Has pensado alguna vez en cambiar tus patrones de comunicación? Si todavía les respondes cuando llaman con una crisis, estás reforzando sin saberlo esa dinámica poco saludable.

Consejo #4: ¿Con qué frecuencia estáis en contacto?

¿Cómo mantienes el contacto con las personas que estás tratando de poner límites? ¿Les llamas una vez por semana? ¿Cómo te sientes después de hablar con ellos? ¿Has pensado cuál sería una frecuencia razonable para ti que no te generara mucho malestar?

Hay varias maneras de demostrarles que ellos te importan y que te preocupas por ellos: por ejemplo, enviándoles un artículo o un chiste que te recuerde a ellos.

¿Por qué no reducir la frecuencia de tus llamadas y demostrarles de otra manera -de forma más respetuosa con tus necesidades- que estás ahí para ellos?

Consejo #5: Aprender a romper los mensajes de culpabilidad

A veces, la culpa y la vergüenza son cadenas emocionales muy fuertes que impiden que las personas pongan distancia con relaciones poco saludables. La culpa se puede experimentar internamente cuando se cuestiona si es justo pedir lo que necesitas. También puede imponerse externamente. Ten cuidado con la forma en que respondes a esos mensajes: el verdadero mensaje o demanda suele estar oculto. Aprende a abordar directamente el problema mientras te aseguras de no asumir la responsabilidad de los sentimientos de la otra persona o caer en la trampa de la culpa.

¿Sientes que mostrar a tus seres queridos que te preocupas por ellos y estar disponible para ellos significa olvidar tu propio bienestar emocional?

¡Entonces es el momento de asumir que los cambios siempre empiezan y terminan contigo! ¿Por qué no intentas aceptar tus elecciones y hacer los cambios que necesitas para sentirte mejor?  

Lucía Largo
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Lucía Largo
Psicóloga
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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After Life: Un medio de aprendizaje para ayudar a comprender lo que les sucede a las personas con depresión

After Life: Un medio de aprendizaje para ayudar a comprender lo que les sucede a las personas con depresión

Depresión, esta palabra está asociada a un montón de significados que poseemos según el aprendizaje popular que tenemos de el. Probablemente la noción más popular que todos tenemos es de una persona triste (sea por algo específico o general) que se queda el día en la cama sin poder hacer nada por la falta de energía, y es que así nos lo han vendido la mayoría de las series y películas populares de nuestros tiempos.

Hay una razón por la que este sea el trastorno mental más conocido a nivel popular y es que en algún momento de la vida todos tenemos un episodio pasajero de ello, un periodo de tiempo donde nos sentimos sin energía, sin ganas de hacer nada, y con una tristeza general sobre todo o incluso una falta de emociones en general.

Pero la verdad es que la depresión encuadra muchas más cosas, y el hecho de convertirlo en un fenómeno popularmente conocido ha hecho que se generen también una gran cantidad de mitos respecto al mismo, mitos como que la depresión es solo una falta de ganas, que con el tiempo la persona que lo sufre lo supera solo, que la depresión viene porque nos ha pasado algo malo o que siempre se ve cuando una persona está deprimida. La verdad es que nada de esto es totalmente cierto, la depresión encuadra muchos patrones de conducta distintos y es más común encontrar dos casos completamente distintos que iguales, aunque sea el mismo problema.

Como ya se mencionó, hay una gran cantidad de series y películas que tratan sobre la depresión, aunque muchos de ellos caen en el error (sea intencional o no) de romantizarlo o generar mitos respecto la misma, y por ello quiero recomendar una serie que es mezcla de drama y comedia escrita, y protagonizada, por uno de los mas reconocidos comediantes del mundo Ricky Dene Gervais, llamada After-life. En esta serie Ricky Gervais interpreta el papel de Tony Johnson, periodista de un pequeño periódico local de su pueblo, que entra en un estado depresivo tras el fallecimiento de su mujer por un cáncer.

Tony contempla el suicidio como una manera de acabar con todo y se da cuenta de que ya no le importa nada, todas las normas ‘sociales’, su bienestar, higiene, amigos y demás ya no tiene importancia para el por lo que es libre de hacer y decir lo que quiera, pero sus planes de ser 100% libre se ‘frustran’ ante la continua insistencia de su familia y amigos por asegurarse de que esté bien e intentar ayudarle, lo cual no hace sino empeorar su situación y lo que siente.

Además, se ve cómo Tony va aguantando día a día debido a algunas grabaciones que su mujer le dejó dónde le va recordando periódicamente que tiene que seguir intentándolo, que no tiene que darse por vencido y que tiene gente que lo quiere, siendo una representación magnífica de los pensamientos que muchas personas afectadas tienen y que los lleva a seguir aguantando. Otro aspecto importante es su perra Brandy, la cual le acompaña en casi toda la serie y se le pinta como un factor de protección ante la necesidad que tiene de seguir cuidándola, aunque todo le de igual.

La serie muestra de manera muy realista, aunque también con toques muy cómicos, cómo es el  día a día de una persona con depresión, cómo piensan y racionalizan las cosas que hacen y los factores que pueden hacer que se mantenga el episodio en el tiempo, dándonos una noción dura, aunque muy acertada sobre lo que puede conllevar padecer un trastorno depresivo. Prueba de su realismo son las aclamadas críticas que ha tenido la serie no solo por sus fans sino también por algunas organizaciones de salud mental que avalan su realismo y agradecen que se le quite el tabú a este trastorno de manera cómica, aunque dura. Por todo esto, recomendaría la serie After- life como un medio de aprendizaje que pueda ayudar a entender lo que ocurre con las personas que sufren depresión, sea para personas cercanas como amigos o familiares, o incluso para la persona que lo sufre.

Actualmente, la serie After-life está disponible en Netflix y tiene ya 2 temporadas con una tercera confirmada y en producción.

Tommy Gyran Norheim
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Tommy Gyran Norheim
Psicólogo
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español, inglés y noruego
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Tu Psicólogo contigo: Acompañamiento terapéutico

Tu Psicólogo contigo: Acompañamiento terapéutico

Por Tommy Norheim psicólogo del equipo clínico de SINEWS. Tommy tiene amplia experiencia en el ámbito de la atención a domicilio de pacientes con enfermedad mental grave en su país de origen, Noruega, y posteriormente durante sus prácticas en el Máster en Psicología General Sanitaria en SINEWS.

Hoy en día, en la era de la información, las figuras existentes en el área de salud son muy conocidos por toda la población, figuras cómo los profesionales de la medicina, la enfermería, fisioterapia, psicología, auxiliares de distintos tipos, etc. Pero aun con la enorme cantidad de información que tenemos sobre estos expertos sigue habiendo algunas que no son tan conocidas, y en este artículo intentaré arrojar luz sobre una de ellas que a mi entender sigue sin ser conocida del todo, específicamente la del acompañante terapéutico, las funciones que desempeña y cómo se hace desde el área de la psicología.

Un acompañante terapéutico es un profesional de la salud que desempeña la labor de auxiliar a una persona con problemas de salud, ya sea física o mental, en aquellos ámbitos donde no pueda desenvolverse con autonomía, normalmente en un ámbito distinto al contexto clínico u hospitalario como podría ser el hogar familiar, la escuela, el trabajo, etc. Muy frecuentemente, los casos donde se dan estas labores son con personas que sufren trastornos mentales graves, trastornos del desarrollo, trastornos del espectro autista, personas discapacitadas por movilidad reducida u otras problemáticas que limitan las capacidades de desenvolverse.

A diferencia de las terapias en contextos clínicos u hospitalarios, el trabajo principal de un acompañante terapéutico es, valga la redundancia, acompañar a la persona en los ámbitos donde tiene los problemas específicos, asegurándose de supervisar las actividades que puede hacer por sí mismo y ayudando, en forma de guía más que sustitución, en las actividades que resultan difíciles.

Una vez explicado y comprendido lo que es un acompañante terapéutico (en general), cabe preguntarse qué papel puede desempeñar un profesional de la psicología que ejerce esta función, qué tipo de problemáticas puede resolver un psicólogo acompañando a una persona durante sus quehaceres diarios que le resultan problemáticos.

A día de hoy todavía hay mucha desinformación respecto al papel de la psicología en la sociedad aunque en general el público se empiece a formar una idea sobre lo qué  sería la terapia psicológica, y de manera resumida podríamos decir que consiste en la terapia del habla, describir con palabras las diferentes problemáticas que tiene una persona en su vida diaria (respecto a hábitos, estado emocional, pensamientos, relación con las demás personas, etc.) para que el profesional te ayude a encontrar la manera de cambiar, mejorar, o aceptar el problema con el que viene, pero todo esto se realiza en consulta. En la inmensa mayoría de los casos, el terapeuta no tiene información con la que trabajar más allá que la provista por su cliente mediante lo hablado, la cual aun siendo de un valor incalculable puede en ocasiones dificultar la tarea de ayudar por información relevante que pueda perderse u omitirse. A continuación, expondré groso modo un ejemplo de cómo puede mejorar un tratamiento si se desempeña la función de acompañante desde el área de la psicología, usando para ello un ejemplo bastante típico, la depresión.

Caso 1

Una persona acude a consulta con un problema de depresión aguda que lleva desarrollándose varios meses. Pongamos que las conductas problemáticas que presenta son las siguientes: sensación de tristeza constante, falta de apetito, falta de encuentros y comunicación social, y una falta general de motivación para hacer cosas. Al evaluar todas las problemáticas, hablando con la persona, encontramos que aparenta no haber una ‘razón’ detrás de todo esto, simplemente empezó a ser así poco a poco y se siente incapaz de cambiar lo que ocurre. Vamos a centrarnos en el ámbito social para este ejemplo, consideremos que le preguntamos a la persona que es lo que siente y piensa cuando la contactan para salir con sus amigos o realizar algún otro tipo de encuentro social y nos cuenta que no siente o piensa nada en particular, simplemente ocurre que no siente ninguna motivación para ello y decide no hacerlo, lo cual está influido también por su estado general de tristeza y la falta de apetito. Para contribuir a cambiar esto, el terapeuta probablemente intentaría diseñar y establecer un plan de acción donde la persona tendría que decir que sí a quedar con alguien aunque la motivación no sea alta, y que antes de ello coma algo para tener energías para lo que le espera, pero este diseño estaría basado únicamente en la información dada por la paciente, que aún siendo incalculable como ya hemos dicho, podría estar omitiendo algunas partes importantes por algún motivo (entre ellas, que no sepa que es importante al no tener formación en psicología).

Caso 2

Ahora, cambiemos la perspectiva y supongamos que en vez de hacer la intervención desde el contexto clínico vamos directamente a la casa de la persona como acompañantes terapéuticos. Supongamos que llegamos a la casa a primera hora de la mañana para estar con la persona, nada más llegar la llaman para salir a desayunar e inmediatamente dice que no, poniéndose nerviosa. Al preguntarle que piensa dice que no puede hacerlo, se encuentra mal y no quiere las personas la vean así, se pregunta que dirán de ella o que pensarían, teniendo una respuesta de ansiedad ante esta idea, pero al preguntarle como se encuentra dice que está bien (no es consciente de la respuesta que tiene ante la situación). Más tarde, le proponemos a la persona sobre arreglar la casa (suponiendo que por la inactividad no está arreglada) y vemos que la persona se paraliza, empieza a ver todo lo que hay que hacer y no sabe por donde empezar, ve una carga de trabajo tan grande que juntado con la falta de motivación que tiene la paraliza, al preguntarle que piensa dice que son demasiadas cosas que hacer, que se cansaría hasta el punto de que ya no podría hacer nada más (pensamiento que a lo mejor podría omitir en la clínica al no darle importancia o no recordar que lo piensa), siendo nuestro trabajo aquí guiarle y decirle que se puede hacer la actividad una a una, no hace falta hacerlo todo el mismo día.

Como se habrá podido observar, en la función de acompañante se podría recibir una cantidad de información incalculable que en otro contexto podría omitirse por diversos motivos, lo cual muestra el valor de la función del acompañante terapéutico y el papel que desempeña. Como ya se ha dicho, la función de este profesional y los papeles que podrían desempeñar no son muy conocidas hoy en día, tanto en la población general como por los profesionales de la salud, razón por la cual una buena opción para ambas poblaciones de aprender sobre ello, en caso de que esta pequeña introducción llame la atención, sería el libro de Leonel Dozza de Mendoça titulado ‘Acompañamiento terapéutico y clínica de lo cotidiano’. En este libro, Leonel no solo explica las diferentes funciones del acompañante con un lenguaje comprensible para todas las poblaciones, sino que describe y fundamenta las razones por las que la figura del acompañante terapéutico es y será una necesidad en nuestra sociedad, los beneficios que tiene y porque apostar por estos profesionales es una inversión necesaria en muchos casos actuales.

Tommy Gyran Norheim
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
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Psicólogo
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Qué no decir, cuando no saber qué decir

Qué no decir, cuando no saber qué decir

“¡Es que no sé qué decirle!” Con 37 años la mejor amiga de Patricia se estaba muriendo. Estando a su lado en el hospital durante sus últimos días, los momentos que compartían se reducían a intercambios cortos, cuidados sencillos y miradas en silencio, interrumpido esporádicamente por las visitas de familiares, enfermeros y la oncóloga.

Patricia querría hacerlo bien, estar allí, encontrar la forma de abordar una situación que la dejaba sin palabras y sin aliento. Entre la tristeza y la rabia por perder a su amiga me llamó y me hizo la pregunta que todos nos hacemos: ¿Qué decir en una situación así?

La cuestión que se esconde tras esa pregunta no tiene nada que ver con las palabras. Lo que buscaba Patricia era mostrar su apoyo y cariño a su amiga en una situación crítica.

Me llamó porque soy psicóloga clínica, y parece que eso me convierte en experta en saber qué decir. Pero no le respondí como psicóloga, sino como amiga y como persona que ha estado allí, en la misma situación, acompañando el proceso de morir, sin palabras. También le respondí como antigua voluntaria de un hospicio, dónde recibimos formación específica al respeto. Lo que me enseñaron esas experiencias, es que hay momentos en las que las palabras están sobrevaloradas y la muerte es sólo uno de ellos.

Cuando una persona pasa por un momento doloroso como una enfermedad, depresión, ansiedad, discriminación, una ruptura o un despido, no necesita palabras. Necesita empatía, sentirse acompañada, querida y apoyada. Los mejores amigos de la empatía son el silencio, la comprensión, la presencia y el compromiso. Si queremos trasmitir una empatía verdadera necesitamos ceder la palabra y escuchar, servir en vez de imponer y preguntar en vez de opinar.

Durante el confinamiento del COVID-19, muchos de mis pacientes me transmitían que no se habían sentido acompañados por sus familiares, amigos o compañeros, porque eligieron palabras que hicieron más daño que bien.

Os quiero contar lo que me contaron, en sus palabras y experiencias.

El siguiente listado no pretende acusar, sino crear conciencia sobre el efecto que pueden tener algunas de las frases más comunes que usamos cuando no sabemos qué decir.

Cuando estoy mal y me dices…

Durante el confinamiento del COVID-19, muchos de mis pacientes me transmitían que no se habían sentido acompañados por sus familiares, amigos o compañeros, porque eligieron palabras que hicieron más daño que bien.

Os quiero contar lo que me contaron, en sus palabras y experiencias.

El siguiente listado no pretende acusar, sino crear conciencia sobre el efecto que pueden tener algunas de las frases más comunes que usamos cuando no sabemos qué decir.

  • No llores.” … siento que me tengo que tragar mis lágrimas, cuando lo que más necesito es un hombro en el que apoyarme y llorar. Abrázame, dame la mano y déjame llorar.
  • No te preocupes.” … me siento insegura, porque la verdad es que ahora mismo me preocupa mucho lo que está pasando. Dime que entiendes mi preocupación, así no me siento tan sola.
  •  “No pasa nada.” … me da vergüenza estar mal, porque parece que es una tontería. Necesito que comprendes que es un tema serio para mí en este momento.
  •  “No te pongas así.” …me siento como un niño pequeño que ha hecho algo mal. Déjame estar mal, porque ahora mismo no consigo estar de otra manera.
  •  “Por lo menos no es tan malo como (otra cosa peor).” …. Me siento culpable y malagradecida con la vida. Dame tiempo y acabaré viendo la luz al final del túnel, acompáñame hasta allí.
  • Tienes que ser fuerte.” …. Siento que tengo la obligación de aguantar estoicamente, cuando realmente me siento vulnerable, asustada y cansada. Recuérdame mis fortalezas, y las usaré cuando esté lista.
  • Ay, pero qué horror.” …. Me asusta pensar que ahora te tenga que tranquilizar a tí, no quiero que te preocupes por mí. Está bien que comprendas la envergadura del tema, pero no me asustes más.
  • Estoy aquí para lo que necesites”… pero no me llamas más, dudo si realmente puedo contar contigo. Si quieres estar allí, quítame algunas de mis tareas, no tengo mucha fuerza.
  • Lo que tienes que hacer es” … me siento presionada y cansada. No necesito más consejos, sino tu apoyo emocional. Siéntate conmigo en silencio, eso me dará fuerza para encontrar mis propias soluciones.
  • ….y hablas y charlas sin parar…. No tendré el valor de pararte. Pregúntame como estoy, dame tiempo para encontrar mis palabras y escucha lo que necesito sacar sin interrumpirme.
  • Sé exactamente cómo te sientes.” …me pregunto cómo lo puedes saber, si nunca has estado en mi situación, viviendo mi vida, sintiendo mis emociones. Pregúntame como me siento, estoy deseando que alguien quiera saber cómo vivo yo todo eso.

Cuando estás con alguien que lo está pasando mal, párate, no busques palabras, no intentes saber sino comprender y estar allí desde el corazón. Requiere valentía, pero merece la pena.

Tal como nos recuerda Brene Brown: “Empatía no es conectar con una experiencia. Empatía es conectar con las emociones que están debajo de la experiencia.”

La autora

Eva Katharina Herber es Psicología Clínica Sanitaria en Sinews Multilingual Therapy Institute en Madrid. Ayuda a sus clientes a navegar tiempos de cambio con aplicaciones práctica de Psicología Positiva, la generación de sentido en la adversidad y la identificación de las fortalezas personales. Si necesitas un tiempo y espacio para procesar emociones difíciles o buscas apoyo durante un nuevo comienzo, puedes contactarla en www.sinews.es

Sinews, Hacemos Fácil lo Difícil
Sinews MTI
Instituto de Terapia Multilingüe
Psicología, Psiquiatría, Logopedia
Cita en la Clínica

Diario de una Terapeuta Global: Tercera Entrada

Diario de una Terapeuta Global: Tercera Entrada

5:00 PM en Madrid y las 10 am en la ciudad de Estados Unidos donde se encuentra la persona con la que tengo sesión hoy. Es mi “tea time” y su café de la mañana.

La sesión de hoy es una sesión de seguimiento con una empleada de una compañía multinacional del sector Gas&Oil, se encuentra expatriada en esta ciudad americana y la de hoy no es una sesión tan sencilla.

Mrs. X lleva meses atravesando una situación emocional difícil pero fue hace tres semanas cuando se armó de valor para pedir ayuda y por eso estamos hoy aquí, en nuestra tercera sesión juntas.

Mrs. X llego hace más de un año a su nuevo destino, viajaba sola ya que tras dos meses se uniría a ella su pareja con la cual tenía una relación desde hacía 5 años.

Tal y como me comentó en la primera sesión en la que nos conocimos y comenzamos la evaluación, los primeros dos meses fueron difíciles ya que debía de adaptarse a nuevas tareas y en un idioma que a pesar de dominar no era su lengua materna, además se sentía considerablemente sola fuera del trabajo. Aún así Mrs. X se animaba pensando en que pronto llegarías su pareja y podrían explorar la zona y realizar todos los planes juntos que estaba organizando.

Días antes de cumplirse los primeros dos meses en ese nuevo destino recibió la noticia de que su pareja quería terminar la relación, hacía un tiempo que no se sentía igual y estos dos meses le habían ayudado a entender que ya no veía a Mrs. X como la persona con quien compartir su vida.

Desde ese momento su estado de ánimo y bienestar pasó por subidas y bajadas pero es especialmente desde hace tres meses cuando Mrs. X siente tristeza diaria,  problemas de sueño durante la noche y necesidad de pasar el día en la cama, ha alterado sus patrones de actividad física y alimentación y todo esto está repercutiendo en su trabajo.

Desde el departamento de movilidad internacional le han comentado la posibilidad de volver a España si continua así ya que hay días que no acude a trabajar y los que si lo hace apenas se concentra y se muestra muy irritable con sus compañeros.
Lo que acabo de describir, las alteraciones en rutinas, estado de ánimo, sueño y concentración son síntomas claros de un episodio depresivo pero considero mucho más interesantes los pensamientos y emociones que están alimentando a estos síntomas y que hemos explorado en anteriores sesiones.

Pensamientos relacionados con la toma de decisiones de viajar al destino en el que se encuentra ya que ella hubiese preferido otro proyecto que le ofrecieron en otro país donde conocía al equipo y que le resultaba más interesante pero eligió esta ciudad americana ya que facilitaba que su ex pareja pudiese viajar con ella. Se siente decepcionada con la situación y consigo misma por haber tomado esta decisión pero también por la posibilidad de tener que volver antes de haber aprendido y crecido todo lo que esperaba.

Pensamientos por otro lado relacionados con la culpa y la comparación a nivel social ya que había tenido anteriormente dos rupturas de pareja similares y se activaba en su mente la idea de “¿Qué está mal en mi? ; “siempre me ocurre lo mismo”. Sumándole a esto una absoluta sensación de soledad ya que la mayoría de sus compañeros de trabajo vivían en familia y ella se sentía fuera de los planes que hacían y sin posibilidad de tener un grupo de apoyo.

Todas estas emociones y pensamientos de culpa, tristeza, soledad y decepción consigo misma y con la situación hacen que Mrs. X viva en una montaña rusa de decisiones constante (lo cual tiene mucha relación con la alteración del descanso y la concentración) sobre si se va o se queda y qué hacer en ambos casos. Parece que cada vez que toma una decisión se enciende una voz en su cabeza a favor de la contraria y termina sintiéndose desesperanzada por la sensación de que haga lo que haga no se sentirá mejor.

Comenzaba este post diciendo que no se trataba de una sesión sencilla ya que por un lado tal vez no sea el momento de tomar una decisión teniendo en cuenta su estado de ánimo pero por otro lado debe prevalecer el bienestar y la salud dela empleada y estar en un lugar en el que se siente sola, sin su familia y en un entorno estresante no es el ambiente idóneo para su salud mental.
Este tipo de sesiones también producen en mi una cascada de emociones, no solo por la preocupación por la salud de Mrs. X sino también por otras como la empatía.

Aunque cada experiencia es única y personal creo que todas las personas que hemos vivido fuera en algún momento hemos tenido pensamientos y emociones similares como la nostalgia, el sentimiento de soledad, la culpa por no estar disfrutando tanto como deberíamos, la comparación con las experiencias de otros expatriados y la decepción con ciertas situaciones.
Yo también he experimentado semanas en las que esos monstruitos de mi cabeza no paraban de aparecen en los momentos menos oportunos y también he tenido la sensación de cambiar de opinión varias veces al día con respecto a mi futuro.

Por supuesto que también casi todos nos hemos sentido alguna vez angustiados tras una ruptura y culpándonos por lo sucedido, pensando qué hemos hecho mal.

Pero no todas las emociones que aparecen en mi durante la sesión son tan difíciles, también siento curiosidad y comodidad.

Es curioso que antes de comenzar a trabajar en este tipo de proyectos con multinacionales y por supuesto antes de la crisis del COVID-19 pensaba que la terapia online era una forma de sustituir a la presencial si no había otra posibilidad pero a día de hoy la encuentro muy interesante y agradable no solo por la posibilidad que nos da de ayudar a personas que se encuentran lejos de nosotros sino también por lo que aprendemos unos de otros.

Mrs. X igual que otros muchos/as clientes realiza las sesiones desde su casa y a no ser que yo esté en el despacho de Sinews, generalmente yo también las hago desde la mía.

Veo detrás de ella un conjunto de diferentes fotos enmarcadas en lo que parecen tres cuadros de madera desgastada pintada en blanco, están colocados de manera simétrica y resultan especialmente bonitos. En ellos puedo ver a Mrs. X en lo que parecen diferentes viajes, en uno de ellos esquiando con unas montañas y pinos nevados tras ella, en otro parece estar en un pantano realizando una especie de esquí acuático y en otro creo que está con un grupo de gente. Es curioso que a pesar de que le he preguntado en las primeras sesiones por sus intereses y aficiones no ha mencionado ninguna de estas actividades.

Pero ella también puede conocer un poco más de mí a nivel personal tras estas sesiones. A pesar de que trato de tener un ambiente neutro y sin distracciones cuando trabajo desde casa, hay cosas que no podemos evitar como por ejemplo de aparición de mi perro, un mastín tan grande como cariñoso durante las sesiones cuya cabeza es común que se asome o una de sus patitas enormes pidiéndome cariño. Yo he visto también durante los últimos años a los perros y gatos de diferentes clientes y he oído en ocasiones a familiares o repartidores de Amazon que llaman a casa en mitad de la sesión. Al principio esto me incomodaba un poco, actualmente y siempre que no suponga una gran distracción , creo que estos detalles nos humanizan, nos ayudan a conocernos y nos conectan mucho más a pesar de la distancia.

Además el hecho de hacer la sesión desde nuestro hogar, con nuestro té y taza favoritos y la comodidad de una alfombra o la madera bajo nuestros pies crea una sensación de seguridad y de auto-cuidado muy óptimas para la terapia. De hecho, hoy al comenzar la sesión Mrs. X me dice que tenía ganas de tenerla, que esta mañana ha vuelto a hacer un poco de ejercicio, ha desayunado y se ha preparado un café con su leche vegetal favorita para tomárselo conmigo en sesión porque ha pensado que esta es una mañana que se quería dedicar a si misma y a cuidarse física y mentalmente. Esta actitud por un lado me sorprende y alegra muchísimo y por otro me hace sentirme a mi de una manera similar, cómoda con ella y con muchas ganas de compartir y trabajar juntas durante esta hora.

Trabajaremos juntas la importancia de normalizar ciertas emociones, de darles espacio pero tratar de no regalarles toda nuestra atención, hablaremos de regulación emocional y comenzaremos a realizar ciertos ejercicios prácticos y así mismo trataremos de ir incorporando muy poco a poco y de manera progresiva conductas y actividades de las que antes disfrutaba.

Todavía es muy pronto para saber como progresará Mrs. X y la experiencia me dice que es mejor ser prudente e ir paso a paso pero intentaremos que aprenda de esta experiencia y sea finalmente ella quien decida qué hacer.

Terminamos nuestra hora juntas y le envío por email diferentes materiales para practicar, eso y la invitación a la próxima sesión.

Nos vemos la semana que viene para nuestro próximo café/tea time juntas. Gracias por compartir tanto conmigo Mrs. X.

Leticia Martínez Prado
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Leticia Martínez Prado
Psicóloga y Coach
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Cómo evitar la Procrastinación durante la Pandemia

Cómo evitar la Procrastinación durante la Pandemia

Puede que todos hayamos oído hablar de la procrastinación y es muy probable que la hayamos experimentado en más de una ocasión. La procrastinación se define como la demora innecesaria y voluntaria de una acción a sabiendas de que esto puede perjudicarnos. No se considera procrastinar hacer espacio a imprevistos (la demora es entonces involuntaria) o dar prioridad a algo más importante que la acción postergada (la demora es necesaria).

El ciclo de la procrastinación es el siguiente: Me enfrento a una tarea respecto a la cual siento emociones negativas (no me apetece hacerla, me aburre, me frustra, me da ansiedad…)  Intento evitar el malestar haciendo otra tarea placentera o postergando la acción hasta otro momento  Me siento mejor de forma inmediata  Experimento consecuencias negativas a largo plazo.

El problema de la procrastinación reside en que toda acción que se ve recompensada de forma inmediata, tiende a repetirse en el futuro. Solemos dar más peso a la gratificación inmediata que a las consecuencias negativas a largo plazo. Por eso es tan difícil mantener una dieta cuando nos enfrentamos a un pastel de chocolate, o evitar distraerse ante una tarea aburrida.

El impacto negativo de procrastinar puede ser amplio, dependiendo de la frecuencia e intensidad del comportamiento. Uno de los efectos más graves se produce sobre nuestra salud, por dos razones diferentes: Primero, el aumento de ansiedad y remordimiento por haber postergado una tarea importante nos genera un estado de estrés que disminuye nuestro sistema inmune (especialmente si el estado de estrés es sostenido) y segundo, cuando procrastinamos, dejamos de hacer otras tareas importantes para nuestra salud al no tener tiempo, como hacer ejercicio, dormir suficiente o cuidar nuestra dieta. Otro efecto negativo es disminuir nuestro rendimiento en el trabajo o estudios y dejar de lado actividades importantes para nosotros. A parte de experimentar emociones negativas en aumento, procrastinar cambia la forma en que nos vemos a nosotros mismos: nos percibimos como menos eficaces y nuestra autoestima disminuye.

Durante la crisis del Coronavirus, es posible que hayas notado que tu capacidad productiva se ha visto mermada. Las actividades difíciles y tediosas requieren acceder a nuestra capacidad de autocontrol, que es un recurso limitado que requiere de descanso para ser recargado. El desorden en las rutinas, la perdida actividades sociales y de ocio, y la ansiedad e incertidumbre aumentan nuestro estrés y nos impiden recargar energías. Es posible que nos sintamos sobrepasados o incapaces de responder, lo que impacta en nuestra capacidad de trabajo y esfuerzo.

Sin embargo, a pesar de estar enfrentándonos a una situación que no podemos cambiar, es importante que no nos dejemos llevar por la paralizante ansiedad y nos centremos en las cosas que si podemos cambiar: nuestro propio comportamiento y manera de gestionar nuestro tiempo. Para ayudarte a evitar la procrastinación y el bloqueo, te recomendamos las siguientes estrategias:

1.    Identifica qué tareas procrastinas y porqué
El primer paso para dejar de postergar tareas importantes, es saber cuales tiendes a procrastinar y porqué. Primero, puedes preguntarte qué tipo de tareas tienes más dificultades en comenzar y terminar a tiempo. Son tareas relacionadas con el trabajo o los estudios? Son actividades sociales o de desarrollo personal? Tareas domésticas o relacionadas con tu salud? Si identificamos qué tipo de tarea tendemos a procrastinar, podemos prepararnos para ella mejor, haciendo acopio de energía y autocontrol.

Por otra parte, como ya hemos comentado, tendemos a procrastinar cuando albergamos sentimientos negativos hacia la tarea que tenemos que hacer. Para averiguar qué sentimientos son los que nos impiden comenzar o terminar una acción, podemos hacer una pequeña lista de aquellas tareas que se nos atragantan y escribir cómo nos sentimos al respecto de cada una. Es posible que no la comencemos porque nos resulta poco atractiva, o porque nos falta información necesaria y nos sentimos perdidos, o porque sentimos que debemos hacerlo todo a la perfección y esa rigidez nos paraliza. Identificar el porqué de nuestra reticencia nos dará claves para solventarla.

2. Reconoce y rebate tus excusas
Cuando decidimos que nos resulta preferible posponer una tarea importante para otro momento sin una razón de peso y a pesar de las consecuencias negativas, es debido a que hemos buscado una excusa que nos permita sentirnos a gusto de forma momentánea con la decisión. Estas excusas no suelen estar realmente ajustadas a la realidad, aunque somos capaces de creérnoslas en el momento. Algunos ejemplos de justificaciones comunes son: “Ya es demasiado tarde para empezar esto hoy”, “no tengo tiempo ahora para terminarlo así que no merece la pena empezar”, “lo haré cuando me encuentre más motivado/a o con más energía”, “tengo mucho tiempo para hacerlo, lo haré más tarde”, “trabajo mejor bajo presión” o “lo haré después de terminar esto otro”. Los ejemplos son infinitos, pero es muy posible que hayas reconocido alguna de estas excusas.

Una vez seamos conscientes de que el pensamiento que estamos teniendo no es más que una justificación para paliar la culpa de no haber comenzado un proyecto importante, podemos rebatirlo con un pensamiento más ajustado, como “mañana me dará la misma pereza empezar esto”, “aunque no tenga tiempo de terminarlo todo, puedo empezar algo y será más fácil seguir mañana”, “no es verdad que trabajo mejor bajo presión, simplemente termino las cosas más rápido pero mal y con agobios” o “tengo otras cosas que hacer, pero esta es más importante”.

Puedes utilizar tu lista de excusas como señal de que vas a empezar a procrastinar, para así poder evitarlo de antemano.

3. Tolera el malestar
Como ya hemos explicado, procrastinar es una acto movido por la baja tolerancia al malestar: evitamos una tarea que nos produce emociones negativas porque no queremos experimentarlas ni lidiar con ellas. La tolerancia al malestar es algo que puede ejercitarse con práctica, de forma que no nos suponga un obstáculo tan grande.

Una forma de conseguir esto, es exponerse a la emoción que detestamos durante un corto periodo de tiempo. Por ejemplo, si la emoción que tratamos de evitar es el aburrimiento, podemos quedarnos 5 o 10 minutos sin ningún tipo de actividad o distracción antes de la tarea que procrastinamos para así, aguantar mejor esa sensación después. Cuanto más practiquemos experimentar emociones negativas, menos nos costará dejar de postergar las actividades que las generan.

Otra manera de mejorar nuestra tolerancia es pensar en las emociones negativas como algo pasajero, una ola que vamos a surfear: la emoción se intensifica o sube hasta que llega a un tope y luego vuelve a bajar hasta desaparecer. Ser conscientes de la temporalidad de nuestras emociones nos ayuda a sobrellevarlas mejor.

4. Empieza
Otra estrategia eficaz para combatir la procrastinación es simplemente comenzar la tarea, aunque sea durante un periodo corto de tiempo, o aunque lo que vayamos a hacer sea limitarnos a abrir un documento y poner el título. Normalmente sobrevaloramos cuanto nos va a costar hacer una tarea antes de comenzarla, mientras que una vez nos ponemos manos a la obra, la sensación de desagrado no es tan intensa como habíamos pensado inicialmente.

Cuando no logramos arrancar con alguna acción, podemos preguntarnos ¿qué cantidad de tiempo puedo dedicar a esto sin sentir que me bloqueo? ¿30 minutos? ¿15? ¿5? Entonces puedes decidir trabajar en la tarea durante un corto periodo de tiempo, y si ves que estás concentrado, puedes seguir hasta que te canses.

Esperamos que estos consejos te sean útiles, y queremos recordarte también que es importante que te premies con algo apetecible o relajante después de pasar tiempo haciendo algo difícil o aburrido, para poder motivarte hacia la tarea y recargar tus energías después.

Inés Zulueta Iturralde
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Inés Zulueta Iturralde
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Reseña de Libro: Controle su ira antes de que ella le controle a usted

Reseña de Libro: Controle su ira antes de que ella le controle a usted

Reseña de Libro: Controle su ira antes de que ella le controle a usted

El propósito de las siguientes líneas es esbozar de forma breve aquellos aspectos más importantes del libro de Albert Ellis y Raymond Chip Tafrate “Controle su ira antes de que ella le controle a usted”. En un primer lugar, se expondrán los motivos por los cuales se considera pertinente hablar de esta temática en términos generales y en términos más actuales. El Trastorno Explosivo Intermitente (TEI) consta de una prevalencia entre el 1,4% y del 7%. Por otro lado, a la época actual de confinamiento tan longevo se suma la sombra de la violencia intrafamiliar. De ahí se desprende, a juicio del autor, la necesidad de abordar este tema, apoyándose en el libro que motiva esta reseña.

La época que estamos viviendo demanda de nosotros recursos que hasta hace poco teníamos olvidados o a los que habíamos tenido que acudir en momentos muy puntuales o por períodos breves de tiempo.

Se puede hablar en estos casos de aspectos como la resiliencia, la paciencia o la perseverancia entre otros. Esta situación y sus características pueden producir en nosotros reacciones de irritabilidad y enfado.

Muy probablemente el lector haya sentido, al salir a la calle, las miradas de desconfianza de otros ciudadanos, o cierta irritabilidad referida a la mera presencia de otras personas en el supermercado o el transporte público. Además, la preocupación por la salud se ve acompañada de una preocupación de corte económico que no facilita alcanzar estados de ánimo especialmente positivos. Si a esto le sumamos un confinamiento extendido en el tiempo, con la sombra de la violencia intrafamiliar flotando sobre nuestra sociedad, obtenemos una mezcla de lo más explosiva y necesaria de aplacar. Con todo esto, es más que probable que se den reacciones de enfado o ira. He aquí la utilidad de este libro tanto para el momento presente como para otros momentos no exclusivamente relacionados con el confinamiento y las consecuencias de éste.

El interés de este libro reside en varios pilares. Por un lado, la manera en la que está escrito lo hace enormemente asumible para pacientes y profesionales de la salud mental. Su lenguaje ameno y explicativo le proporcionan una notable utilidad. Por otro lado, el libro aúna varios aspectos enormemente importantes y que se podrían enmarcar en las terapias de tipo cognitivo-conductual: aborda el poderosísimo componente cognitivo de la ira, así como técnicas más procedimentales y comportamentales para amansar reacciones propias del enfado. El libro, asimismo, no edulcora el tema que le compete: la ira presenta unos efectos devastadores para el individuo y su entorno. Mi experiencia en el campo de la clínica con personas que sufren este tipo de problemática me reafirma en el acierto de comentar este último aspecto y en la enorme necesidad de darle su cabida a lo largo del proceso terapéutico: estas consecuencias devastadoras no son en absoluto eludibles.

Este libro es además una extraordinaria oportunidad para adentrarse y comprender la principal aportación de Albert Ellis, que podría resumirse de la siguiente manera: uno no se siente de determinada manera por el acontecimiento o hecho en sí, sino por el significado o la interpretación de ese mismo hecho. Esto significa que el resultado emocional no dependerá del evento, sino de lo que pensemos al respecto. Si me molesto porque mi familia no me presta ayuda, no es solamente por ese hecho, es por lo que significa para mí (“Yo siempre les ayudo y ellos no me ayudan nunca”). Aquí reside la importancia del libro objeto de este análisis. La ira, o el resultado emocional, no es debida al acontecimiento o a “lo que ha pasado”: es debido a qué significa para la persona lo que acaba de pasar.

Por ejemplo, un hombre puede sentirse molesto cuando su mujer le dice que no presta suficiente atención a sus hijos. A ese evento puede, muy probablemente,  seguir un pensamiento como “Estoy harto de me vea como un mal padre”. Su mujer no ha dicho que él sea un mal padre, ha dicho que no presta suficiente atención a sus hijos. Hemos ahí el poder de las interpretaciones que nosotros hagamos en relación a lo que nos ocurre. Ese hombre se siente mal por pensar que su mujer le vea como un mal padre, no por lo que ella dijo.

Diversos estudios encuentran una relación positiva entre la impulsividad, la ira y la impaciencia. Cabe, en este contexto, mencionar la elevada de tasa de abandonos (egosintónico y suele provenir por parte de otra persona) cuando la ira es motivo de consulta. Como decíamos, la ira correlaciona con la impaciencia. Esto podría explicar que las personas que padecen este problema cuando no obtienen resultados deprisa, abandonan el tratamiento; cuando obtienen resultados deprisa, abandonan el tratamiento; cuando la pareja les deja, abandonan el tratamiento y cuando la pareja no les deja, también suelen abandonar el tratamiento.

Esto es una llamada a la responsabilidad y el compromiso por parte de aquellas personas que se sientan identificadas con lo que se ha descrito a lo largo de estas líneas. Lejos de culpabilizar, el propósito es también hacer visible el sufrimiento de la propia persona, no solamente de su entorno. A pesar de ser la familia, los amigos, los compañeros de trabajo el termómetro más fiable, la cara visible de las consecuencias, el sufrimiento que padece la persona está lejos de ser un villancico.

Quien “tiene” arranques de ira, explosiones de enfado y actitudes enormemente hostiles a ojos de los demás, también “tiene” una arrolladora sensación de culpa, disgusto e inadecuación, que, sostenidos en el tiempo, facilitarán a su vez un nuevo episodio de enfado.

Este libro puede ser de enorme utilidad también para ellos: hablar de nuestros aspectos más lesivos y “repugnantes” con un desconocido puede no ser plato de buen gusto para todos. El uso de un libro como el que se está comentando puede servir de hoja de ruta, de material a modo de refugio al que acudir. Además, este libro no es indiferente a esto que comentamos: lejos de aplastar cualquier tipo de enfado futuro, también se hace referencia a la función de un enfado adaptado a la situación, como el establecimiento de límites, el hacer partícipes a los demás de aquello que hacen y nos disgusta, etc. Es decir, el enfado forma parte de la vida y cuenta con una función necesaria, siempre y cuando exista una pertinencia y proporcionalidad. 

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